Como ya hemos visto anteriormente, la Academia es caprichosa, y no siempre se nomina o se premia a quien debería. Hoy te traemos una nueva tanda de ignorados por los Oscars, de nuevo en el apartado de vestuario.
La naranja mecánica (Milena Canonero)
Una película mítica como la naranja mecánica solo podía tener a una figurinista al mismo nivel, en lo que a leyenda se refiere. Milena Canonero es la responsable de vestuario de María Antonieta, Carros de fuego, Barry Lyndon, El Gran Hotel Budapest, Dick Tracy y Memorias de África. Ahí es nada. Ha ganado 4 Oscars e, ironías de la vida, y del cine, perdió la nominación por su vestuario más icónico, que ya es decir.
Que me perdone el señor Kubrick (que no lo va a hacer) pero fue Canonero quien convirtió la película en referente cultural. De no haber sido por su vestuario, la fuerza visual de la cinta no habría enraizado en la cultura occidental como lo ha hecho. El uniforme de la banda de delincuentes no es estética, es narrativa. Nos da información no ya de los personajes, sino de la historia.
El aséptico mono blanco, casi de quirófano, es sinónimo de ausencia de empatía. Hacen lo que hacen como el cirujano abre un cuerpo o un forense un cadáver: Sin implicación emocional. La ropa interior por fuera es metáfora de la subversión del orden. Y, por supuesto, el toque «british» del bombín. El vestuario concebido por Canonero ha salido de la pantalla y es parte ya de la cultura pop. Como la Gioconda, el Quijote o Hello Kitty. Y eso solo lo consiguen los más grandes.
Una rubia muy legal (Sophie De Rakoff)
Nos encontramos ante el dilema que ha tenido entretenida a la humanidad desde sus inicios: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Para responderlo hay que solucionar antes otra importante cuestión.
Por alguna razón que se nos escapa, Estados Unidos nos ha hecho creer que ser rubia no es un número de farmatint sino una categoría humana. Es una forma de ser que va desde la tonta sexy hasta la femme fatal. Natalie Portman, una de las morenas más famosas del cine, ya lo decía: ser rubia no es un color de pelo, es una actitud mental.
El cine lleva creando este arquetipo desde los años del mudo. Ya sea con la «Rubia Hitchcock» o gritando al mundo que «los caballeros las prefieren rubias». Incluso la Pitufina se decoloró el pelo para sentirse integrada. No me preguntes por qué. Siempre he dado por hecho que los Pitufos eran calvos.
Pues Una rubia muy legal va un paso más allá: la cinta de Robert Lucketic nos muestra a las rubias con un curioso (y peligroso) carácter antropólogico. Elle Woods se refiere a sí misma y al resto de personas de pelo claro cómo sí un cromañon se enfrentara a un neandertal. Las rubias no son mujeres con el pelo más claro, son una especie distinta. Y mejor, por supuesto.
Yo no quiero saber si en vez de haberla rodado Robert Lucketic en 2001 lo hubiera hecho Leni Riefenstahl en 1935. Y he aquí la pregunta a la que queríamos llegar. ¿El huevo o la gallina?.
¿Una rubia muy legal reproduce el arquetipo de rubia pija… O lo crea? Sophie De Rakoff tomó el modelo iconográfico de Barbie y le añadió el chihuahua que acompañaba a Xavier Cugat en sus actuaciones (sí, eso de llevar un perrito a todos lados es un invento made in Spain). Éxito inmediato.
No fue sólo uno de los personajes más famosos de lo que va de siglo sino que forjó una de las relaciones laborales más sólidas del cine actual. Como Givengy y Audrey Hepburn. Como Yves Saint Laurance y Catherine Deneuve.
La figurinista americana ha llegado a vestir a Reese Withespoon hasta en 6 películas distintas, por algo será. A ella, literalmente, y a las niñas de papá americanas simbólicamente.
Dio una imagen, un modelo, un arquetipo estético a la rubia pija norteamericana tipo. La tribu urbana existía. De eso no hay duda. Lo que no tenían era un arquetipo, una imagen, un símbolo. Sophie De Rakoff les dio visibilidad. Y algo más. Las dotó de dignidad.
El escuadrón suicida (Kate Hawley)
El escuadrón suicida consiguió uno de los Oscars más controvertidos de los últimos años: mejor maquillaje. Las críticas llegaron debido a lo simplón que resultaba comparada con el colosal empeño de la favorita: Star Trek. Sin embargo, yo soy uno de los defensores a ultranza de ese premio. Al igual que considero que su vestuario mereció, al menos, ser nominado. Exactamente por las mismas razones.
No voy a menospreciar el maquillaje de Star Trek porque sería injusto (e imposible). Tampoco voy a decir que no mereciera el Óscar el vestuario de Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Pero desde luego el trabajo que realizó el departamento de caracterización es encomiable.
¿Que el resultado final puede parecer menos elaborado? No te digo que no, pero es que el verdadero trabajo se dio antes de coser el primer botón. Escuadrón suicida está en la misma disyuntiva en la que estaba Batman: tomar unos personajes creados hace medio siglo ya representados mil veces.
¡Escuadrón Suicida 2 ya tiene director!
Al contrario que la saga de Tim Burton, en esta ocasión no pretendieron fijar el canon. Lo que Kate Hawley quiso fue mostrar a esos personajes como jamás se habían visto. Y vuelvo a repetirlo: no acababan de ser creados. El personaje más reciente, Harley Queen, «nació» en 1992 y se ha paseado por cine, televisión, animación, cómic y videojuegos en innumerables ocasiones. ¿Cómo podría Hawley dar un aspecto renovado a algo tan manido?
Pues para empezar, estamos en los tiempos de Nolan y su visión ultra naturalista de los superhéroes. De ahí no nos íbamos a poder escapar. La genialidad del vestuario, que es exactamente la razón por la que ganó el maquillaje, es no crear una banda de supervillanos sino una banda de pandilleros. En el concepto está la dificultad, no en la elaboración. Lo mismo que ha hecho que Picasso esté todos los libros de arte. Tanto Star Trek como Animales fantasticos y donde encontrarlos son trabajos impresionantes, pero mil veces vistos. El aspecto urbano, choni y arrabalero de un supervillano es una auténtica innovación.
Curiosamente a nadie le importa el Óscar a efectos especiales de Ex Machina, cuando lo que premiaron no fue un trabajo apabullante sino la capacidad de crear un icono. Pues, para icono, Suicide Squad.
007 contra el doctor No (Tessa Prendergast)
La saga Bond iba a aparecer en la sección de bandas sonoras icónicas que no fueron nominadas al Óscar… Pero la estaba reservando para esta categoría.
007 es la serie de películas más longeva del cine occidental. Se ha infiltrado en la cultura popular como solo Star Wars lo ha hecho: a base de iconos. La escena pre-credictos, el estilo del tema principal, los propios créditos, los gadgets, la chica Bond, el malo Bond… 007 es un género en si mismo. Y a todos estos tópicos hay que añadir el vestuario.
Lo más curioso es que con algo realmente sencillo han conseguido una de las imágenes más famosas del cine: un smoking, una pistola en mano y un martini en la otra. Solo eso necesitó Tessa Prendergast para crear el arquetipo. También fue su única aportación a la historia del cine: 007 contra el Dr No fue su primer y último vestuario para el cine. No necesitó más para marcar un hito en la categoría.
Todas las películas de la saga han mantenido su estilo. Y no solo las de Bond. Kingsman, Austin Powers y El inspector Gadget son tres ejemplos de vestuario que han seguido su estela. Prendergast hizo del minimalismo su marca de estilo. Smoking, martini y pistola para el bueno, bikini y cuchillo para la buena, gato, cuello mao y guante para el malo. Una serie de elementos sencillisimos pero terriblemente efectivos que son parte de la historia del cine y de la cultura universal. Pero no pienses que por sencillo es más fácil.
Lindy Hemming, figurinista de Bond desde Goldeneye hasta Casino Royale lo dejó bien claro: nada en toda su carrera le había costado tanto como vestir al espía. Al fin y al cabo estamos hablando de confeccionar un traje que resista carreras, saltos, peleas y revolcones y que siguiera perfecto. Y Hemming sabe lo que dice. Ganó el Óscar por Topsy-Turvy y vistió a los tres Batman de Nolan. No es por nada, pero seguro que es más fácil lidiar con todo Spectre que con el cineasta inglés.
De todos modos quiero felicitar a Julie Harris, la figurinista de la etapa Roger Moore. Teniendo en cuanta la década que te tocó, mil gracias por no haber vestido nunca a Bond con chorreras. Por último, hablando de Bikinis icónicos en las historia del cine, minipunto (o punto del todo) para Raquel Welch en Hace un millón de años.
El diablo era mujer (Travis Burton)
Estamos ante uno de los vestuarios más locos, circenses, kirtsch, camp… Y otros adjetivos más que deberían crearse solo para esta película. Pero no solo eso, todo lo que rodea a esta película es tan absurdo y surrealista como su propio vestuario.
Josef von Sternberg adaptó la controvertida novela belga La mujer y el pelele, uno de los clásicos de la literatura erótica de todos los tiempos. El mismo título lo adaptaría Luis Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo medio siglo después. Pero claro, no estábamos en la Francia de 1974 sino en el Hollywood de 1935, por lo que polémicas sexuales…. no iba a haber ni una.
Lo que nadie se esperaba es que el escándalo iba a llegar del otro lado del Atlántico. De España, nada menos. El gobierno puso el grito en el cielo por la imagen que daba la película de nuestro país y exigió la destrucción de los negativos. Pero como todo absurdo puede ser superado, la Paramount aceptó y se deshizo de la película. Así porque sí.Si eso ocurrió hace casi un siglo, yo no quiero pensar lo que habría pasado en los tiempos de Twitter.
Lo que está claro es que la predisposición para ofenderse por todo no es patrimonio de nuestro tiempo. Por suerte, de no ser porque Marlene Dietrich conservaba una de las copias, el despropósito hubiera sido fatal. ¿Pero qué vino tanto alboroto? Pues a que El diablo era mujer es una de las mayores (y adorables) mamarrachadas de toda la historia del cine.
Desde que Dietrich aparece vestida de flamenca, te das cuenta de que no hay por donde cogerlo. Por supuesto que Josef von Sternberg no pretendía hacer un estudio antropológico de los usos y costumbres de la Andalucía cañí. Su intención fue crear un espectáculo visual al servicio del drama personal de sus personajes. Pero por estos lares se consideró que daba una imagen negativa de España y no íbamos a perder la ocasión de indignarnos. Faltaría más.
La única falta que le pongo a la película es que no se hubiera rodado a color. Este híbrido entre La niña de tus ojos y Las aventuras de Priscilla, reina del desierto no merecía menos.