My Country (también conocida como My Country: The New Age) sigue la estela de Kingdom, samuráis y guerreros, pero sin zómbies de por medio. La producción está disponible en Netflix y cuenta con tres temporadas conclusivas. Épica samurái repleta de valores y que centra su trama en la amistad de los protagonistas por encima de todas las cosas.
Ambientada en la época samurái, durante el final del período del reino de Goryeo y principios del reino de Joseon, dos amigos, Seo Hwi y Nam Seon-ho, se convierten en enemigos después de un golpe de estado que hace tambalear no sólo su amistad, sino que toda la estructura del mundo que les rodea, poniendo en peligro todo aquello que aman.
Con una ambientación muy lograda y convincente, la serie recorre no sólo el presente de los personajes, sino que también su infancia y los pasos que ambos amigos siguieron tras crear los fuertes mimbres que les unen. A ambos les persigue el pasado de sus padres, y eso les hace tomar decisiones durante el golpe de estado que les distancian. Nam Seon-Ho, (interpretado por la estrella sur-coreana Woo Do-hwan) lucha por la aceptación de su padre y por su estatus social. Hijo de una concubina que murió durante su infancia por salvarle, carga con la culpa de ello. Su padre, un despiadado visir del emperador, se encarga constantemente de recordarle esa carga.
Por su parte, Seo Hwi (interpretado por Yang Se-jong)es de familia humilde, vive en la periferia de la gran urbe, con su hermana epiléptica. Le persigue el fantasma de su padre, un samurai legendario que murió con deshonor por las falsas acusaciones de un misterioso enemigo. Esa lacra le hace ser juzgado por los errores de su padre, y no por sus méritos propios. Su única preocupación es salvaguardar la salud de su hermana, dispuesto a sacrificar lo que sea necesario por el cuidado de la misma.
Ese es el punto de partida de una serie que sorprende no sólo por su puesta en escena, cuidada y auténtica. Las actuaciones de los protagonistas son emotivas y sufridas. En una trama que explora como la relación de los amigos va cambiando, mutando hacia una resolución que parece no llegar nunca. A pesar de ser enemigos, el amor que se profesan el uno por el otro aparece en los momentos más decisivos de la historia. Ese hilo conductor donde la amistad puede con todo es sin duda lo más convincente de la serie.
No falta una fotografía sublime, un guión firme y unos giros inesperados. La sensación de estar viviendo una revolución silenciosa es constante, con unos personajes secundarios que fortalecen la historia, como por ejemplo el príncipe Taejong de Joseon (interpretado por Jang Hyuk). Él y Han Hee-jae (en la piel de Kim Seol-hyun) son la ambición de dos facciones. Por un lado, un príncipe lejos de la línea de sucesión que lucha por su lugar en la corte. Por el otro, una espía que trafica con información pero llena de bondad y ternura.
Serie recomendada, con una estructura bien desarrollada y un guión sin apenas fisuras. Las tramas de palacio garantizan los cambios de ritmo y los giros inesperados. Una producción cuidada y un sonido de primer nivel completan una de las sorpresas con mayor calidad que puedes encontrar en la plataforma de Netflix, además de su contemporánea Kingdom.