Las mujeres en Los Bridgerton y sus lecciones

Bridgerton

Los Bridgerton y sus colores nos deleitan en Netflix con su extravagancia, sus vestuarios de diez, salseos victorianos, pasiones y amores de todo tipo. Su potencial de seducción es innegable y ya ha cautivado a más de ochenta millones de espectadores.

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Los Bridgerton es un guilty pleasure en toda regla, hecha más para el disfrute de los sentidos que para la reflexión. Sin embargo, sus personajes femeninos dejan varias lecciones inspiradoras dignas de mención. No podemos negar que los patrones del amor romántico siguen presentes, pero se diluyen con tiernos mensajes de sororidad, bonitas relaciones entre las chicas y unos personajes femeninos construidos a base de matices  cargados de fortaleza.

La gran protagonista de la temporada es Daphne, a la que acompañamos en su sueño de construir una familia. Es un personaje repleto de emociones, vulnerabilidad, inexperiencia y empuje. Tiene muy claro lo que quiere y el empoderamiento para poner las reglas del juego. Pone todas las cartas sobre la mesa y su sensibilidad nos demuestra que la vulnerabilidad y la franqueza no son sinónimo de fragilidad ni mucho menos debilidad.


Las ambiciones de su hermana Eloise van por una dirección totalmente contraria. Es una camicace que no quiere marido en una época en la que esa era la máxima aspiración de una mujer. Sus metas pasan por el crecimiento personal, el saber, la inteligencia y el aspirar a todo por si misma y no por un compromiso con nadie más. Su lucha constante por vivir la vida que quiere vivir nos recuerda que estamos completas, que no hay una media naranja que encontrar y que vivir la vida que deseamos requiere valentía.

Para demostrarnos que los cánones están para romperse también contamos con Penelope, una joven dulce que compatibiliza las aspiraciones que le han inculcado con las suyas propias. Su lealtad, fidelidad y dulzura con los demás es un ejemplo de integridad y bondad, de compromiso con sus sentimientos y de responsabilidad afectiva. Es un recordatorio de fuerza, una muestra de que la ilusión y la dulzura pueden encontrar la grieta para poner en jaque a todo un sistema.

La resiliencia se ve personificada en Marina. Romper las reglas establecidas la ha llevado a tener que cumplir con otras, a poner el decoro por encima de cualquier sentimiento. Sus momentos de libertad la han condenado a una vida en cadenas y lo acaba asumiendo con coherencia, frialdad y resignación. Es quizá el personaje con el que más cuesta conectar, pero recuerda la dureza de ser mujer, nos obliga a un ejercicio de empatía y nos hace reflexionar sobre la capacidad de supervivencia del ser humano. Quizá sea Daphne quien nos acaba dando las claves para entenderla, nos da perspectiva dejando claro que una misma situación tiene diferentes víctimas según el prisma con el que se mire.

La sexualidad y la sensualidad juegan un gran papel en la serie y se ven abordadas de diferentes formas gracias a las distintas tramas. El tratamiento que se realiza pone a la mujer como protagonista y al placer y el deseo en el foco. Sí, no hablamos de consentimiento, hablamos de desear, de ser parte activa en su vida sexual. De hecho, se llega a visibilizar el autoplacer. Esta es sin duda otra lección, nosotras somos protagonistas de nuestra sexualidad, no meras invitadas o espectadoras.

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Como dijo Virginia Woolf, se necesita una habitación propia para ser libres. La libertad total no existe en una sociedad de clases, pero Siena, Lady Bunbury y Madame Genevieve Delacorix la acarician con la punta de los dedos gracias a su independencia económica. Son la muestra de una mentalidad práctica a la par que hedonista, dueñas de vidas controladas por ellas mismas en la que ellas deciden quién entra, quién sale y por cuánto tiempo se queda.

En definitiva, en Los Bridgerton encontramos inspiración y ejemplo en mujeres que intentan ser libres y consecuentes consigo mismas en una sociedad que ya ha decidido su papel en el mundo. Su sororidad, su compromiso entre ellas y su inteligencia emocional son un soplo de aire fresco que a todas nos viene bien y es de justicia reivindicarlas y dejarse llevar por su corriente.