Como en esta sección tenemos debilidad por las rubias, vamos a reivindicar a una actriz que seguramente nadie haya reivindicado antes, a la rubia definitiva, una actriz denostada y sin un Tarantino patrio que la rescate. Vamos a valorar a Malena Gracia no por lo que ha sido, sino por lo que realmente pudo haber llegado a ser si la prisa por la fama fácil no hubiera truncado su carrera. Porque en alguna realidad alternativa, Malena está casada con Thor y vive en un rancho de Australia.
A finales de los 90 apareció una rubia explosiva convertida en la primera portada de Playboy España, Malena Gracia. Podrás decir que qué carrera iba a tener con semejante carta de presentación, pero te recuerdo que Marilyn Monroe hizo lo mismo allende los mares y mírala. Playboy fue también el primer escaparate de Pamela Anderson, uno de los símbolos pop de la década de los 90. Seguramente, Malena no estaba tan flipada como para creer que se convertiría en otro icono de la cultura occidental, pero al menos sí tener un mínimo de trayectoria profesional que nunca tuvo.
Y eso que a finales de los 90, Elsa Pataky demostró que en un mercado saturado de Marías Abradelos y Natalias Estradas había nicho para las rubias con más ansia de famoseo que de carrera artística. Aunque ahora mismo pueda parecerte una locura, la misma carrera que ha tenido Pataky es exactamente la misma que podría haber tenido Gracia. Quién podría haber rodado en Hollywood un Serpientes en el avión y estar casada con el Chris Hemsworth de turno era Malena. ¿Entonces por qué no?
Reivindicando… la carrera de Elsa Pataky
Malena Gracia lo intentó por las buenas; lo suyo era la copla, pero en los años 90 era prácticamente imposible hacer carrera en el género e incluso Rocío Jurado e Isabel Pantoja hacía años que se habían pasado al pop. El caso es que no iba mal encaminada, puesto que en 1989 fue una fugaz chica Almodóvar en Átame (era la enfermera que avisa a Banderas en su primera escena). Sacó un par de discos de música ligera y por fin le llegó la popularidad al convertirse en la primera portada de la edición española de Playboy.
Malena por fin vio la popularidad que siempre había buscado pero no encauzó su carrera. En primer lugar, la portada de playboy le llegó tarde, con 30 años. Volviendo a Elsa Pataky, Al salir de clase la catapultó a la fama con 23 años. La otra gran rubia buenorra del cine reciente, Carolina Bang, protagonizó Balada triste de trompeta con 24 primaveras. Con 30 años ya era demasiado tarde para iniciar una carrera cinematográfica. No sé si a Malena le deslumbró la fama y se quiso aferrar a ella costara lo que costara o tuvo el peor representante de España, porque le dio el Sí a la persona a la que todos tendríamos que decir No: Arévalo.
Malena fichó por esa especie de remake de El Show de Benny Hill en versión chusca (y eso que la original no es que fuera precisamente el súmmum de la elegancia) y esa fue su perdición. Ya era oficial: Malena Gracia se acababa de convertir en caspa y de ahí ya no se sale, de ahí sólo se llega a las SexBomb, a Hotel Glam y Sálvame Deluxe. En otras palabras, certificó su muerte profesional.
Vuelvo a repetir, llegó tarde pero podría haber tenido una carrera paralela a la de Elsa Pataky. Quizá ahora no nos acordamos ya, pero la madrileña dejó Al salir de clase para aparecer en Reanimator Beyond, Atraco a las 3… y media, El arte de morir y Romasanta. Su debut en Hollywood fue la citada Serpientes en el avión y de ahí dio el salto a la saga Fast & Furious. Estamos hablando de un tipo de películas en las que no es nada descabellado haber visto a Malena Gracia, piénsalo bien, pero Pataky fue lista y supo jugar sus cartas, sabía que quería la fama, pero la fama de verdad, la de portada del ¡Hola! y no la de una concursante random de Supervivientes. La chica Arévalo pudo ser ella perfectamente (y me juego lo que sea a que fue la primera a la que se lo propuso).
La conejita era lógicamente un producto erótico, pero de haber pulido un perfil más fashion que la convirtiera en profesional de la alfombra roja le habría quitado el trabajo (y quizá hasta el marido) a todas las Pataky y Bang que llegaron después porque ese nicho ya estaría ocupado por ella. ¡Que la chica Almodóvar lo había sido ella!