Los Oscar: Entre la mente y el corazón

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La pasada semana se entregó el premio del sindicato de productores cinematográficos de Estados Unidos y CODA dió el campanazo… el mismo que ya había dado en los premios del gremio de actores. En una carrera hacia los Oscar donde Belfast se inició como favorita y El poder del perro pronto le tomó el testigo… ¿Será CODA la coronada finalmente con el Oscar a mejor película? ¿Podría ser? Vamos a analizarlo porque puede que estemos ante una lucha entre mente y corazón.

Viajemos un poco atrás en el tiempo. Quien dice «un poco» está diciendo el 26 de febrero de 1942. Esa noche, una de las películas más famosas, influyentes y definitorias del lenguaje cinematográfico perdió el Oscar a mejor película frente a un melodrama pasteloso hasta decir basta. Ciudadano Kane es sin duda una de las piezas capitales en la Historia del séptimo arte y suele figurar en el podio de mejores títulos que suelen hacer las revistas especializadas cuando no tienen ningún otro tema del que hablar. Pues no ganó el premio estrella de la noche. Se lo arrebató una película sentimentaloide de buenas intenciones.

Es verdad que estamos hablando de Qué verde era mi valle, del mismísimo Jonh Ford. Ahí es nada. Pero hay que reconocer que no estamos ante uno de sus principales trabajos. Centauros del desierto, El hombre tranquilo o La diligencia son fucking obras maestras sin las cuales no se entiende cómo el cine ha llegado al día de hoy tal y como es. Qué verde era mi valle tiene oficio (joder, como para no tener oficio siendo del mismísimo Ford) pero es pastelosa nivel Dios. No es que sea sentimental, no. Imagina una película de Meg Ryan dirigida por Antonio Mercero. Ese es el nivel de azúcar del que estamos hablando.

Puede parecer raro pero quizá no lo sea tanto. Sería la primera vez que ocurriera pero no la última. En la entrega de Oscars hay tendencia a primar el corazón sobre el cerebro. Ciudadano Kane es absolutamente cerebral mientras que Qué verde era mi valle apela a los sentimientos. Son dos películas que se disfrutan de manera diferente, pero en el primer caso exige una cierta predisposición por parte del espectador que, quizá, no puede apetecerle tener. Qué verde era mi valle te entra directamente, sin ningún filtro previo, sin ningún trabajo mental que tengas que hacer. Va directa al cerebro reptil, saltándose toda la inteligencia emocional. No es ni mejor ni peor, es sólo otra manera de comunicación entre el artista y el espectador.

Para explicarlo de otra manera. Tanto El Guernika de Picasso como El 2 de Mayo de Goya buscan reflejar los horrores de la guerra, pero lo hacen de manera diferente. En Goya hay un reflejo directo de los efectos del conflicto y busca que el espectador lo sienta pero Picasso lo analiza y exige que el espectador haga lo mismo. Ninguna de las dos opciones es más válida que la otra. Todo dependerá entonces de cómo el receptor prefiera disfrutar.

Que prefieras una obra sentimental antes que una cerebral no significa que seas que un espectador con menos nivel de exigencia o de criterio. Simplemente no tiene que apetecerte siempre analizarlo todo o puedes querer meterte en el cine para desconectar. Si lo que quieres es relajarte, evadirte y que no te coman la cabeza porque demasiado comida la tienes ya, un Ciudadano Kane no es la película que necesitas en ese momento. Yo mismo, que me encanta analizarlo todo (de hecho es lo que esty haciendo en este artículo) salí completamente frustrado de Birdman y de El renacido. No estaba en el momento adecuado para una película que te exige un esfuerzo intelectual para disfrutarla. ¿Soy más tonto por eso? Pues puede que lo sea, pero no por no haber querido entrar en la propuesta del director en ese momento. Sólo que no era mi momento.

Contracrítica de El Renacido (2015), de Alejandro González Iñárritu 

Y es que a Iñárritu no le ha ido demasiado mal en los Oscar con sus propuestas intelectuales, pero recordemos que El renacido, favorita absoluta para triunfar esa noche, cayó en mejor película ante Spotlight, una película mucho más fácil de digerir.

Como decíamos, esta pugna entre mente y corazón ha sido una constante en la historia de los premios. Visto en perspectiva, que Rocky ganara el año de Network nos puede parecer chocante. No porque Rocky sea una mala película, que no lo es en absoluto, sino porque Network es como «más película», más compleja. Precisamente eso es lo que hizo triunfar a Rocky, que apelaba a los sentimientos (ese final…¡Ese final!) y para los académicos resultaba mucho más comestible que la cinta de Sidney Lumet.

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¿Más ejemplos? La favorita de la carrera de los Oscar de 2010 era La red social hasta que El discurso del rey la adelantó por la derecha y Paseando a Miss Daisy se llevó de calle el Oscar para el que Nacido el 4 de Julio era favorita. ¿Prefieres El hombre elefante o Toro Salvaje? Ninguna de las dos, la academia se decantó por Gente Corriente.

¿Eran mejores? No. ¿eran más digestivas? Por supuesto. El remate se lo llevó Green book derrotando a Roma. Aquí sí que tenemos una película que parecía dirigida por un algoritmo derrotó a una obra redonda.

Vamos a ver qué pasa el próximo domingo. Jane Campion tiene el Oscar a la dirección prácticamente asegurado, pero los últimos años se han caracterizado por separar las carreras de director y película. Si coinciden es casualidad, no inercia como parece que había ocurrido hasta ahora.

Guardad este artículo. ¿Ganará de nuevo el corazón a la mente?