La Sangre Helada llega, una serie desgarradora donde Colin Farrell nos magnetiza con su interpretación en uno de los papeles más crudos que he visto en su carrera. Estamos disfrutando de un año especialmente bueno en lo que se refiere a series y la calidad de las mismas, pero si pensabais que ya habíais visto lo mejor estabais equivocados.
Cuando se estrenó ‘The Terror‘ se bautizó un nuevo género en el formato televisivo y fue, ni más ni menos, que las travesías náuticas: grandes expediciones en siglos pasados. Menciono esta serie porque a nivel argumental tiene ciertos elementos parecidos, aunque ésta ahonda en el terreno de lo fantástico y la que nos compete en esta crítica por el realismo más sucio y duro. Se complementan y creo que no existiría la segunda sin la primera.
Puedo decir que tras verla, me ha parecido soberbia y que son varios puntos positivos los que podemos comentar de la misma para ir haciendo la boca agua -nunca mejor dicho-.
Empezando, diré que es una de las series con escenas más crudas que he visto en largo tiempo, sin ningún tipo de complejo o tapujos en mostrarnos situaciones que, ahora mismo, se podrían considerar tabú. Retrata magistralmente la vida de una comitiva de hombres atormentados en una expedición de caza de ballenas -el género de travesías errantes-. Sin cortapisas, la serie se apoya en las imágenes más impactantes en pos del desarrollo de la trama.
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Papelón de Farrel
El segundo punto, y que es un subhilo del primero, es el gran personaje interpretado por Colin Farrell, el experto ballenero Henry Drax. Inciso para que no se me malinterprete, Patrick Summer, también personaje protagonista e interpretado por Jack O’Connell, está realmente bien esbozado, pero creo que el impacto del show lo consigue el personaje de Farrell. Es el elemento central por el que giran todas las cuestiones morales a las que se enfrentan los personajes. Halago la valentía de los productores que han dado luz verde a retratar en pantalla una persona con estas características.
Como punto tercero también hay que destacar la forma en la que se va descubriendo la trama, y es que no podía ser más acertada la decisión de abarcar esta historia en cinco capítulos. Lo suficiente para adaptar la novela en todo su abanico de lecturas y detalles.
En su apartado técnico la serie es fantástica, ya que no han reparado en gastos y eso se nota, sobre todo en los decorados, tanto en los del barco como en las recreaciones de la ciudad. La banda sonora tiene un cometido que consigue perfectamente: acompañar los duros pasajes de los momentos en el barco, en la nieve y en el aura de los personajes. Acompaña en todo y tiene lo que las grandes bandas sonoras, esto es, que se pueden escuchar aparte y siguen siendo disfrutables.
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Trazos de Thomas Hobbes
Pero si la serie es algo, y aquí me vais a disculpad por introducir una lectura personal, es una símil, un retrato de las tesis de Thomas Hobbes. Los que hayan leído su obra seguramente situarán al odioso personaje de Drax como lo que el filósofo denominaba «el estado de la naturaleza», donde el único derecho que existe es el natural y aupado, fundamentado, en la violencia, siendo lo único que rige a los hombres cuando no hay un ente superior que los atemorice y los saque de ese estado.
En definitiva, La Sangre Helada nos lleva ante una serie cruda, con ritmo, que se sigue con sumo interés gracias al carisma de sus personajes, la ambientación tan conseguida de la vida de los balleneros del siglo XIX y a una pulcra fotografía que, combinada con la banda sonora crea un perfecto clímax. Mención especial, de nuevo, para el lucimiento de Farrell.