La Guerra de las Corrientes ha vivido una auténtica odisea hasta poder estrenarse tal y como nos llega ahora a cines. La película de Alfonso Gómez-Rejón se vio sumida en el caos del movimiento MeToo: The Weinstein Company producía la película y aquello estuvo a punto de condenarla.
Y es que de todos es sabido que Harvey Weinstein metía mucha más mano de la que debía en el montaje de las películas, y La Guerra de las Corrientes tuvo un pase para industria absolutamente desastroso, muy alejado de la idea del director y que recibió unas impresiones nefastas.
Cuando saltó el escándalo, la compañía que se hizo con los derechos de la película estuvo a punto de estrenarla con ese montaje: tirar a lo fácil. Por suerte, y gracias a una cláusula del contrato con Gómez-Rejón y que involucraba a Martin Scorsese (productor ejecutivo gracias a ello), la película pudo volver a un montaje más sensato, que es el que podemos ver hoy en día.
Básicamente nos encontramos a finales del siglo diecinueve, con Thomas Alva Edison y George Westinghouse iniciando una guerra por el control eléctrico de los Estados Unidos. Edison apostaba por la corriente continua, más segura pero más cara y compleja de instalar, mientras que Westinghouse, con la colaboración de Nikola Tesla, apostó por la corriente alterna.
Las intrigas y la batalla de personalidades entre estos dos personajes nos plantean una trama sencilla pero atractiva, y que permite al director y su equipo trabajar de forma diferente y muy interesante con la iluminación y la fotografía, que es sin duda lo más destacado de la película a nivel técnico.
No obstante, La Guerra de las Corrientes acaba siendo víctima de su propia historia: estos personajes, interesantísimos en si mismos, ofrecen demasiados frentes y demasiada información: están involucrados en demasiados eventos simultáneos y la película, que trata de seguirlos, acaba perdiendo fuerza. Como cabía esperar, el montaje resulta algo débil: a veces sobrecargado, a veces un poco confuso. Sin duda una consecuencia de los muchos cambios que sufrió la película en su origen.
No obstante, el plantel de este film es quizás uno de los mejores del año y eso también se deja notar: Michael Shannon y Benedict Cumberbatch están imponentes en sus papeles. Al igual que Tom Holland en el suyo, aunque se trata de un rol secundario.
En resumen, La Guerra de las Corrientes es una película normalita, de esas que resulta agradable ver pero que tampoco recordaremos especialmente dentro de algunos meses. Más allá de contar una historia atractiva y tener un reparto de lujo, la película no puede presumir de nada más.