Crítica de The Square (Palma de Oro 2017): Ruben Östlund pregunta cómo vamos cumpliendo nuestro discurso

The Square

Año: 2017 | Dirección: Ruben Östlund | Producción: Erik Hemmendorff, Philippe Bober | Guion: Ruben Östlund | Fotografía: Fredrik Wenzel | Reparto: Claes BangElisabeth Moss, Terry Notary, Christopher Læssø | Género: sátira, drama | Duración: 142 min.

El cineasta solo puede provocar interrogantes.

Abbas Kiarostami

El Festival de Cannes en su versión 70 acaba de bajar el telón, y la fulgurante nueva Palma de Oro 2017 fue para las manos del director sueco Ruben Östlund (Fuerza Mayor, 2014) con The Square. Una coproducción entre Suecia, Francia, Alemania y Dinamarca que propone un chequeo de realidad al discurso políticamente correcto tan afincado en Occidente.

Christian (Claes Bang, Martin Krøyer en la serie danesa Anna Pihl) es el curador de un museo de arte contemporáneo en Estocolmo que cumple como tal en todos los sentidos que un cargo así requiere. El va a su trabajo en metro y su auto es un Tesla, sus trajes son hechos a la medida y usa medias de colores. Su principal misión: conseguir dinero para poder mostrar la vanguardia del arte a la mayor cantidad de público posible. El señor curador anda preparando el nuevo lanzamiento llamado The Square, de una artista argentina, el cual es un lugar donde todos tendremos los mismos derechos y las mismas responsabilidades, él sufre un robo callejero para el cual su colega Michael (Christopher Læssø) le plantea una idea bastante estúpida. Con esas premisas el director nos lleva entre las brechas de: los significados de responsabilidad y confianza; las económicas y de poder; y el individualismo y la sociedad; el estado del arte y los medias. Ese camino le lleva cumplir con la sentencia de Kiarostami al dejar varias cuestiones: ¿cómo llegamos hasta aquí?, ¿se puede aún confiar en el arte y en los medias? Y tal vez la más importante ¿cómo vas cumpliendo tu discurso?

La Modernidad y el capitalismo han fornicado como conejos en primavera y su hijo se llama individualismo. Hasta hace no muchos años, quizá antes del Fin de la Historia, Europa en general, y los países nórdicos —ejemplo de igualdad para otras sociedades—, en particular, este hijo parecía no tener cabida. Sin embargo, el autor viene a mostrar en The Square que nuestra esperanza es fallida por cuanto hasta en Suecia van en un lento, pero firme, su proceso de platanización. Proceso que se evidencia en un Estado que ha viene perdiendo poder en manos del gran capital, y la sociedad empieza a ser una palabra inocua e insolvente cuando cada vez se eleva más el yo, y lo que ese yo pueda tener. Si se puede escoger una escena resumen esa sería cuando Christian va en su Tesla y Michael le alcanza un disco de Justice —el duo francés de música electrónica—: la grandilocuencia de sonidos clásicos con los que empieza el corte Genesis inundan el habitáculo, e inflaman aún más la convicción a Christian de hacer lo planeado por su estatus sin importar los demás. La fotografía nos lleva de la mano en el proceso catártico de nuestro héroe al irse oscureciéndolo y enmarcándolo.

Entre tanto, el museo con sus performances, con sus instalaciones, con sus pretensiones. ¿Es arte todo lo que se cuela en un museo? Östlund se burla hasta que la panza duele de las pendejadas sin sentido que hay que ver allí. Y como si fuera un mensaje no buscado, pero que sí lo es, habla de la estupidización social en la que hemos aterrizado por tanto esclavizados del like en las Redes Sociales. Del otro lado, de soslayo como siempre han vivido, los sin dinero. Es decir los sin poder, los sin educación, los astrosos, los harapientos, los invisibles. Esos que siempre befamos mientras esquivamos a la salida del metro, o las pocas veces que tenemos que caminar. A los que negamos las monedas cuando nos tomamos un café con leche de 80 céntimos. El tono moralizador de esta sátira recae en un niño marginado que se ve, por fuerza de justicia, enfrentado al poderoso Christian, aún cuando este último la reclame exclusivamente para sí.

No hay películas necesarias, porque no habrá una que sea capaz de cambiar el Mundo. No obstante, la Palma de Oro de este año, The Square, sí que plantea preguntas necesarias para el individuo y para la sociedad donde vive. A la que  sí nos corresponde cambiar para no irnos al garete. Europa, hoy más que nunca, debe volver a ser el contrapeso de ideal social para el mundo, mas tristemente vemos que el papá en lugar de dar ejemplo se quiere volver como el hijo americano. Porque cuando el viejo se quiere vestir como el joven no se le ve nada bien.