Crítica de Su mejor historia (2017): En el amor y en la guerra

Su Mejor Historia

TÍTULO: SU MEJOR HISTORIA (THEIR FINEST)| AÑO: 2017 | DIRECCIÓN: LONE SCHERFIG | PRODUCCIÓN: BBC FILMS, NUMBER 9 FILMS, WILDGAZE FILMS | GUIÓN: GABY CHIAPPE | MÚSICA: CHUCK CIRINO, ELI CIRINO | FOTOGRAFÍA: SEBASTIAN BLENKOV | REPARTO: GEMMA ARTERTON, SAM CLAFLIN, JACK HUSTON, BILL NIGHY, JAKE LACY, PAUL RITTER, RACHAEL STIRLING | GÉNERO: COMEDIA DRAMÁTICA | DURACIÓN: 117 MINUTOS.

Hay un subgénero cinematográfico que ha estado haciendo mella últimamente que es el conocido como «películas de madre». Señoras y criadas, La ladrona de libros o Figuras ocultas ejemplifican perfectamente estos títulos ideales para llevar a tu madre al cine y que salga de la sala con una sonrisa en los labios y una lágrima contenida. Para que un filme sea considerado como película de madre tiene que estar contada desde el punto de vista de una mujer. Eso es fundamental. Y mujeres luchadoras y decididas. A la protagonista la vida la ha situado en una posición de desventaja, pero ella no se resigna. Ella tiene un sueño, una misión o ansia de libertad y luchará contra lo que haga falta para salir a flote. Por supuesto, un mensaje feminista es indispensable en estas películas. Después, han de ser comedias dramáticas, lo suficientemente amables para que disfrutar de ella pero con un punto trágico para sentir que se ha asistido a una historia trascendente. La ambientación es siempre de época, pero no muy lejana. El siglo XX es perfecto porque es más fácil que las madres empaticen con los acontecimientos que allí ocurren. Así pues, Su mejor historia es una película de madre. Y de libro.

Scherfig nos cuenta la historia de una guionista de cine en el Londres de la segunda guerra mundial. Se preocupa en mostrarnos cómo la guerra no sólo afectó a los soldados en el campo de batalla. La guerra no paralizó al país. Reino Unido siguió funcionando como buenamente pudo y Su mejor historia nos habla del ciudadano de a pie, ese que trataba de seguir con su vida y llevarlo con la mayor normalidad posible. Obviamente, eso era imposible, puesto que la muerte y la destrucción acechaba a cada paso, pero el danés no se recrea en episodios truculentos. Al igual que cualquier persona de la Inglaterra de los años 40, ya se ha habituado a ver el horror de la guerra y ya no se impresiona por ello. Schefig no se centra en las víctimas de la guerra, sino en los supervivientes que trataban de seguir con la misma vida que llevaban antes.

Su mejor historia es una historia de cine dentro del cine diferente porque aborda tres cuestiones que no suelen estar presentes en este tipo de películas. La primera, la más obvia, es el punto de vista femenino. Aunque en determinados momentos cae en un discurso feminista más panfletista y facilón (sobre todo el principio), nos habla de esas mujeres que tuvieron que tomar trabajos «de hombre», ya que éstos estaban en la guerra y alguien tenía que hacerlos. Es la paradoja de que miles de mujeres tuvieron la posibilidad de desarrollar una una profesión que, en tiempos de paz, les hubiera estado vetada.

El segundo elemento distintivo que es que nos cuenta el rodaje de una película desde el punto de vista del guionista. No es lo más usual, pero tampoco la primera vez que el escritor es el protagonista. Se me vienen a la cabeza la magnífica El ladrón de orquídeas y, sobretodo, El crepúsculo de los dioses. Lo que diferencia a Su mejor historia es que no nos narra los momentos previos a la realización de la película sino el rodaje en sí. El trabajo del guionista acaba en cuanto vende el guion, pero en los años cuarenta no era extraño que las películas se fueran escribiendo a medida que se estaban rodando, siendo Casablanca el ejemplo más recordado. Por eso Su mejor historia aporta una visión novedosa al subgénero del cine sobre cine.

Por último, la cinta pretende revalorizar un género tan denostado hoy en día como es el cine propagandístico. Cine al servicio del poder, sí. Cine con intencionalidad política, también, pero cine al fin y al cabo. Cine, nada menos y nada más. Durante la segunda guerra mundial se rodaron verdaderas joyas con este fin, tales como La señora Minniver, Naúfragos y Los mejores años de nuestra vida, así que cuidadito con menospreciar el cine propagandístico. Incluso uno de los títulos capitales de toda la historia, El acorazado Potemkin, película que cambió el cine y que creó el montaje tal y como lo entendemos hoy en día… es propaganda pura y dura. Y cine puro y duro.

Dos elementos destacan especialmente en Su mejor historia. La primera es su sólido guion, adaptación de la novela de Lisa Evanns. La trabajada creación de personajes, la fluida evolución de la trama y, por encima de todo, los ingeniosos diálogos dan un sólido soporte a la película de Scherfig. Porque claro, tendría delito que una película sobre guionistas no tuviera un buen guion. El segundo punto a destacar es las interpretaciones de Sam Claflin y de Bill Nighy. Del primero incluso empieza a hablarse de cara a la próxima temporada de premios, pero ambos actores podrían perfectamente coincidir en la alfombra roja del Dolby Theatre. No puedo decir lo mismo de Gemma Arterton. Es una actriz de físico muy explicito e impactante, ideal para películas y personajes muy visuales y contundentes. Tiene la fuerza de las actrices mediterráneas de la vieja escuela, al estilo de Gina Lollobrígida, Sara Montiel o Brigitte Bardot. Arterton tiene ese mismo patrón de actriz física, carismática y exuberante. Es perfecta para encarnar a una princesa persa, una heroina de cuento de hadas, un ser mitológico, una chica Bond o una vampiresa. Pero la Catrin Cole de Su mejor historia no es ese volcán en ebullición. Es un personaje sutil y reposado, registro en el que Arterton no termina de manejarse. Una actriz como Felicity Jones, Kate Winslet o Rosamund Pike le hubiera sacado el jugo necesario a esta guionista de guerra.

Sea como sea, Su mejor historia es una muy buena opción para ir esta semana al cine. E ir con mamá, por supuesto.