TÍTULO: LA LISTA DE SCHINDLER | AÑO: 1993 | TÍTULO ORIGINAL: SCHINDLER’S LIST | DIRECCIÓN: STEVEN SPIELBERG | PRODUCCIÓN: UNIVERSAL PICTURES | GUIÓN: STEVEN ZAILLIAN | FOTOGRAFÍA: JANUSZ KAMINSKI | MÚSICA: JOHN WILLIAMS | REPARTO: LIAM NEESON, BEN KINGSLEY, RALPH FIENNES, CAROLINE GOODALL | GÉNERO: DRAMA, NAZISMO, HOLOCAUSTO | DURACIÓN: 195 MINUTOS.
Es muy complicado hacer una crítica de La Lista de Schindler que consiga hacerle justicia a una de las más grandes películas jamás narradas en la historia del cine. Y es que seguramente tal obra maestra, que nos cuenta de forma desgarradora el holocausto judío perpetrado por el Nazismo en la Segunda Guerra Mundial, solo podía realizarla un talento tan grande como el de Spielberg… un judío.
Es increíble pensar que un director llegase a conseguir realizar en un mismo año dos de las grandes películas de los 90, mientras rodaba la historia de Schindler, Spielberg se encargaba también de guiar la post-producción de nada menos que Jurassic Park.
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La película se basa en la novela de 1982 «El Arca de Schindler» donde se nos presenta la figura de un miembro del Partido Nazi llamado Oskar Schindler, el cual consiguió salvar la vida de mil doscientos judíos de los campos de concentración de Polonia y Alemania.
Una de las principales características de la película es que su director decidió rodarla en blanco y negro, pero en ciertos momentos el espectador podrá descubrir el color en ciertas partes de algunas escenas, tanto el comienzo como el final se rodaron en color.
La trama comienza con un Oskar Schindler (interpretado por Liam Neeson) que ve la oportunidad de hacerse rico aprovechándose de la guerra y de la pérdida de derechos y pertenencias del pueblo judío en Cracovia. Ya que la mano de obra alemana o polaca era demasiado cara, utiliza su facilidad de palabra y carisma para entablar amistades entre los altos mandos nazis en Polonia, invitándoles a fiestas y haciéndoles regalos caros que consigue de contrabando de los propios judíos del gueto. Así es como abre una fábrica para la producción de utensilios de campaña para el ejército Nazi, seleccionando a los trabajadores entre los judíos del campo de concentración de Plaszow.
En la película se muestra a un Schindler mujeriego, ambicioso y carismático, pero poco trabajador. Su primera decisión para montar la fábrica es la de contratar a un contable judío llamado Itzhak Stern (interpretado por Ben Kingsley) para dirigir la empresa. Este personaje será el nexo de unión entre los trabajadores y Schindler, y además será el mayor confidente del protagonista, llegando a entablar una curiosa y emotiva relación de amistad hasta el último momento.
Schindler es el río que lleva la historia a un desarrollo más profundo, contándonos explícitamente en algunas de las escenas más cruentas, horribles y desgarradoras las penurias por las que pasan millones de familias judías. La construcción de los guetos judíos con miles de personas hacinadas en habitaciones insalubres, la creación de campos de trabajo, la separación de los niños de sus padres, las redadas de los nazis buscando a judíos que se esconden en los peores lugares posibles para evitar ser subidos a los trenes para su exterminio, y sobre todo la crueldad y arbitrariedad de los soldados para asesinar de la forma más indigna posible.
La aparición en escena del oficial alemán encargado del campo de trabajo judío, un tipo joven con nombre de faraón, Amon Goeth (interpretado por Ralph Fiennes) desata la mayoría de momentos donde el miedo es el gran protagonista y donde pone a todos los personajes al límite.
Este personaje tiene una especial relación con Schindler, el cual está en un punto donde entiende que los Nazis están traspasando la locura y comienza su proceso de cambio hacia lo solidario y lo bondadoso. Las conversaciones entre Neeson y Fiennes sobre el poder son antológicas, en una lucha por conseguir ponerse uno por encima del otro en sus argumentos sobre lo que son los judíos a ojos de cada uno. Oskar llega a conseguir por un momento que Amon piense que perdonar a los judíos es propio de hombres poderosos, aunque su paciencia se pierde rápidamente.
La otra gran relación del oficial alemán es con una mujer judía llamada Helen Hirsch, contratada como su sirvienta y que le provoca una atracción irresistible que le lleva a un dilema moral, luchando contra sus propias ideas sobre los judíos, los cuales no son mejores que las ratas para él. Sobrecogedora es la escena en la que Amon le cuenta todos sus pensamientos a Helen mientras ella se muestra aterrada en el sótano donde vive.
Todo este despropósito inhumano es la piedra angular sobre la que Spielberg consigue tejer algunas de las escenas más increíbles y emotivas que se puedan ver. Mítica es la escena donde un Schindler a caballo ve a la niña con el abrigo rojo andando por las sucias calles del gueto hasta desaparecer, mientras los Nazis desalojan a los judíos. Otra gran escena es la de Amon Goeth y otros oficiales intentando pegarle un tiro en la cabeza a uno de los trabajadores de la fábrica con varias pistolas que milagrosamente se encasquillan. La llegada del tren con las mujeres de la fábrica al campo de concentración de Auschwitz por un error burocrático y como las llevan desnudas a una cámara mientras ven las chimeneas que rezuman las cenizas de los judíos sacrificados. O las piras de cuerpos quemándose mientras un oficial alemán les dispara, con expresión de auténtica locura en su rostro mientras suelta gritos y alaridos.
Pero la escena que define toda la historia y lanza un rayo de esperanza entre tanta sin razón es la menos dada a la espectacularidad. El momento en que Schindler y Stern están en el despacho de la fábrica y terminan de escribir a máquina los nombres de todos los judíos que Oskar ha comprado a los Nazis para salvarlos de la muerte. Es en ese momento donde Stern lanza una de las grandes frases del cine:
«Mire, esta lista es el bien absoluto. Esta lista es la vida. Más allá de sus márgenes se halla el abismo».
Si reunimos todos estos momentos y les añadimos la increíble dirección de Spielberg, la fantástica fotografía de Kaminski, el perfecto diseño de producción y recreación de la época, grandes interpretaciones y le ponemos como guinda la música del maestro John Williams, donde instrumentos como el piano o el violín suben las emociones al máximo, tenemos la sinfonía perfecta ante nuestros ojos y oídos.
Y como colofón la gran escena de la despedida de Schindler de sus trabajadores, donde las tornas se cambian y él es el que debe escapar de los aliados mientras los judíos serán liberados. El momento en que todos se reúnen para despedirle y Oskar cae por fin derrumbado por la culpa y las lágrimas a los brazos de su amigo Stern, lamentándose por no haber podido salvar una sola vida más del terror.
El final es un bonito y entrañable homenaje a las víctimas del holocausto. Donde los protagonistas reales y ficticios pasan ante la tumba de Schindler muchos años después, mostrando el legado que dejó este hombre en forma de nuevas generaciones. La última imagen es la del propio protagonista dejando caer un par de rosas en esa tumba, honrando a un hombre que sin ser perfecto hizo un gran y justo bien en tiempos oscuros.