Crítica de Dunkerque (2017): El endiablado -¿y majestuoso?- truco de Cristopher Nolan

Dunkerque

AÑO: 2017 | TÍTULO ORIGINAL: Dunkirk DIRECCIÓN: Cristopher Nolan PRODUCCIÓN: Warner Bros Pictures. Syncopy GUIÓN: Cristopher Nolan FOTOGRAFÍA: Hoyte van Hoytema | MÚSICA: Hans Zimmer | REPARTO: Fionn Whitehead, Mark Rylance, Kenneth Branagh, Tom Hardy, Cilliam Murphy, Barry Keoghan, Harry Styles, Jack Lowden, Aneurin Barnard, James D´Arcy, Tom Glynn-Carney, Bradley Hall, Damien Bonnard, Jochum ten Haaf, Michel Biel | GÉNERO: Bélico. Drama. II Guerra Mundial | DURACIÓN: 107 minutos.

A nuestros ojos y oídos llega Dunkerque, la nueva película de Cristopher Nolan Memento, El Caballero Oscuro, Interstellar-, basada y contextualizada dentro de La batalla de Dunkerque, un episodio de la II Guerra Mundial en el que más de 330.000 soldados aliados fueron evacuados en pleno 1940 en las playas de Dunkerque, Francia, ante el ejército nazi. Este hecho, a pesar de la derrota del bando aliado, se consideró una de las mayores gestas realizadas en la guerra y un triunfo, si así podría llamarse, por la cantidad de soldados evacuados y la manera en que lo hicieron. Al menos eso es lo que Nolan pretende vendernos. Y servidor, que ya sabe de dónde cojea Sir Cristopher, intentará analizar lo más objetivamente posible este nuevo filme de un director amado y odiado a partes iguales.

1940. Playa. Eres un joven soldado aliado paseando atemorizado por las calles de la localidad de Dunkerque (Francia). Haces poco ruido a temor de que el terrible bando nazi pueda llegar a atraparte, pero no corres esa suerte y un grupo de soldados cargan contra ti y todos tus compañeros, masacrándolos y obligándote a huir a la playa, donde antes un grupo de soldados franceses logren rescatarte. Allí tendrás la ocasión de escapar hacia tu Inglaterra querida, pues la batalla parece decantarse en favor del otro bando.

1940. Aire. Eres un piloto surcando los mares en frente de localidad de Dunkerque (Francia). Estás combatiendo contra aviones del bando nazi, a sabiendas de que tu éxito podría salvar un gran número de vidas. A tu lado te acompañan compañeros de batalla, con el mismo objetivo.

1940. Mar. Eres el dueño de una embarcación particular, alguien que no debería combatir en la guerra. A tus oídos llega la retirada del bando aliado por la supremacía del bando contrario. Decides coger a tu hijo y un compañero de 17 años para rescatar a los soldados, sabedor de que es lo que deberías hacer por tu país y la guerra.

Lo primero, y más importante, que debe realizarse antes de dar cabida a cualquier proyecto audiovisual que se tercie es el guion: esqueleto indispensable para dar forma al proyecto. Y por tanto, eso será lo primero que hablemos en este escrito. Cristopher Nolan teje una narrativa supeditada en tres arcos argumentales capitaneados y titulados por tres palabras: playa, aire y mar. Cada una haciendo referencia al espacio donde se desarrolla la acción mayoritariamente. Él es un director/guionista al que le gusta modificar las bases tradicionales de la narrativa cinematográfica, como pudimos ver en algunas de sus obras como los puzzles de Origen Interstellar. Si en una eran los sueños el vehículo conductor y otra las dimensiones (o teorías científicas, o el amor, o lo que demonios lo hilase), aquí es el propio espacio lo que nos posiciona dentro de cada arco argumental.

Los primeros minutos de Dunkerque son de auténtica tensión, palpable incluso dentro de la sala. La combinación de música de Hans Zimmer, una auténtica maravilla, con el inicio medianamente descontextualizado -pues a pesar de saber el hecho histórico en el que se basa, Cristopher Nolan nos sitúa en un comienzo algo confuso- nos resultará atrayente en los primeros instantes. Ahora bien, el problema radica en que los minutos pasan, pasan…. y pasan; y nosotros como espectadores nos preguntamos cuando terminará de despegar todo y se convertirá en la tremendísima Obra Maestra que nos han vendido. Imagínense que un día llego a cualquiera de ustedes y les comento que me he comprado un automóvil maravilloso, de un amarillo eléctrico cautivador, y el resto de mis familiares les cercioran que sí, que es algo completamente cierto. En su cabeza empiezan a rondar imágenes de ese potente coche que ya tengo entre manos, despertando sus ganas por poder verlo en persona. Además, me permito la licencia de mostrarles vídeos en los que conduzco el coche. Evidentemente nada les hará pensar que puedo estar exagerándoles la compra, pero el día acordado para mostrárselo abro mi garaje y, después de poner una tremenda música superheróica en mis altavoces para emocionarlos, les muestro un coche, un buen coche, pero no tan maravilloso como les había comentado. El vehículo es bonito, reluciente, da gusto verlo…. pero ¡DIOS SANTO! no es lo que les había prometido mi círculo de amigos y un servidor. Dunkerque no es un automóvil, faltaría más, pero no es el filme que nos habían prometido las críticas lanzadas con anterioridad. Probablemente el gran hype creado le haya jugado un flaco favor, pues en otro caso estaríamos hablando de lo que es una buena película sin más, inferior a la tan mencionada en estos días El Caballero Oscuro, pero presenta ciertos aspectos que la hacen alejarse de la categoría de Obra Maestra. La Batalla de Dunkerque fue la que fue. Ya está. Cristopher Nolan no puede engendrar nada pues está tratando sobre un hecho histórico documentado. Sin embargo, sí que intenta llevar la narrativa a su terreno, donde él siempre se ha encontrado muy cómodo. Me estoy refiriendo a las situaciones límite, donde pone en entredicho la condición humana y prima el instinto de supervivencia. Nolan ha jugado con este aspecto a lo largo de su filmografía, y trata de llevar el terreno bélico a ese campo. ¿Moriré ahora? ¿Qué debería hacer para sobrevivir? Se nos mostrarán una gran cantidad de situaciones límite, concretamente UNA (que no comentaré para caer en terreno SPOILER), que nos harán revolvernos en la silla. A partir de aquí la palabra Dunkerque se convierte en algo secundario, casi de mera contextualización, y el filme pretende transmitirnos una suma de sentimientos en los que nos sentiremos pequeños. Paradójico, ¿no? el título de la película se convierte en quizás lo más irrelevante. Ojo, no lo digo como algo necesariamente malo, pues es curioso el cómo Nolan transforma a su antojo la palabra Dunkerque según avanza el metraje.

Ahora, retrocediendo en el tiempo y en la propia crítica -donde mencionaba «los minutos pasan, pasan… y pasan»-, conviene darle cierto sentido a esa frase, pues había quedado descolgada. Y aquí no nos gustan las medias tintas o las cosas a medio hacer. Dunkerque es cautivadora, apasionante, un viaje hacia dentro del soldado -sus sentimientos, sus temores, sus decisiones imprevisibles-, un ejercicio fílmico fantásticamente dirigido (y repito, FANTÁSTICAMENTE) y una buena película se mire por donde se mire. Pero ya está. El guion adolece de un acto donde todo estalle, dinamite por los aires, y la emoción del espectador se posicione en la palmita de Cristopher Nolan para jugar con él como más desee. He echado en falta ese aspecto, lo cuál es una pena, porque llega un momento donde la película tiene TODO para ser lo que pretende ser. A esto le sumo algún que otro momento pegado con calzador para transmitir el mensaje que quiere transmitir. Dunkerque no se debe ver con la cabeza, sino con el corazón; y si al final no ha sido capaz de engatusarnos de la manera más completa posible el sabor se tercia algo amargo en su interior, por mucho que su final pretenda levantarnos de la silla y hacer que aplaudamos al grito de ¡NOLAN!, ¡NOLAN!, ¡NOLAN! (Os juro que estaba esperando un momento donde apareciese él y dijera «Hola, supongo que ya sabréis quién soy. No hace falta que os pregunte sobre si os está gustando mi película»).

Por último, y no menos importante, quería hacer referencia a dos cosas. La primera es el cómo la música de Hans Zimmer vuelve a hacer historia y se convierte en el manto de fondo casi en la totalidad del largometraje, lo que le transmite una gran parte de la tensión que posee. Maravillosa. La segunda es el escaso protagonismo de los franceses en el título. Cabe recordar que ellos fueron los que prácticamente sostuvieron la línea mientras los soldados británicos fueron evacuados, a pesar de que Churchill había prometido que los británicos cubrirían su retirada, pero parece que esto no interesaba para mostrar la propaganda Espíritu de Dunkerque que nos quieren mostrar -he de decir que sí aparecen, pero la proporción en torno a 10 podría ser 9 – 1, y no olvidemos que esto fue un hecho histórico-. Si fuera francés, sinceramente, este lapsus ¿adrede? no me haría ni pizca de gracia en torno a los soldados que un día defendieron mi territorio. Pero el filme es el que es y yo solo puedo dar «mi opinión».

En definitiva, Dunkerque es una buena película desde que comienza hasta que termina, supeditada por una música de mil maravillas y una dirección espléndida. Nolan es el que es, sabe manejar una cámara endiabladamente bien, y lo demuestra a cada filme que realiza. El guion es lo que la hace alejarse de la cota de Obra Maestra, por mucho que haya querido jugar con la narrativa, pero la mantiene dentro del catálogo de buenas películas. El endiablado truco de Nolan parece no haber sido engrasado con demasiada precisión, pues no clava la flecha en el centro de la diana y su cinta más redonda sigue siendo El Caballero Oscuro.  Sinceramente, a estas alturas me esperaba algo más de él, pero habrá que dejarlo para otra ocasión. 

Reseña
Dunkerque (2017)
7,5
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critica-dunkerque-2017Dunkerque es una buena película desde que comienza hasta que termina, supeditada por una música de mil maravillas y una dirección espléndida. Nolan es el que es, sabe manejar una cámara endiabladamente bien, y lo demuestra a cada filme que realiza. El guion es lo que la hace alejarse de la cota de Obra Maestra, por mucho que haya querido jugar con la narrativa, pero la mantiene dentro del catálogo de buenas películas. El endiablado truco de Nolan parece no haber sido engrasado con demasiada precisión, pues no clava la flecha en el centro de la diana y su cinta más redonda sigue siendo El Caballero Oscuro.  Sinceramente, a estas alturas me esperaba algo más de él, pero habrá que dejarlo para otra ocasión.