Crítica de Déjame Salir (2017): Americanada estándar disfrazada de buena idea

Déjame Salir

Año: 2017 | Dirección: Jordan Peele | Producción: Universal Pictures, Blumhouse Productions, QC Entertainment | Guión: Jordan Peele | Música: Michael Abels | Fotografía: Toby Oliver | Reparto: Daniel Kaluuya, Bradley Whitford, Allison Williams, Catherine Keener, Betty Gabriel, Caleb Landry Jones, Lyle Brocato, Ashley LeConte Campbell, Marcus Henderson, LilRel Howery, Gary Wayne Loper, Jeronimo Spinx, Rutherford Cravens | Género: Terror. Thriller | Duración: 103 minutos.

Inmersos en un panorama social confuso tras, en parte, la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y un problema racial entre negros y blancos -o personas de diferente religión- cada vez más notorio, llega Déjame Salir, un filme que se promocionó como un cocktail de esta situación junto con una historia de terror de lo más escalofriante. Pero, ¿será cierto todo esto?

Chris, joven afroamericano, visita a la familia de su novia blanca, un matrimonio adinerado. El plan es pasar el fin de semana en su vivienda con el objetivo de conocerse y entablar relación, pero el carácter demasiado complaciente de la familia comienza a extrañar a Chris, que poco a poco irá descubriendo una verdad inimaginable.

Lo primero que llama la atención de Déjame Salir es su ritmo narrativo. A pesar de que desde Universal Pictures nos hubieran promocionado la película como algo diferente, más próximo a la crítica social que al terror mainstream -expresión tan usada hoy en día-, los primeros minutos del filme ya nos dicen que todo había sido una estratagema comercial de la distribuidora -más centrada en vendernos la moto que en contarnos la verdad sobre su producto- y que Déjame Salir está bañada en el mismo empaque comercial que tantos y tantos thriller terroríficos nos llegan cada año, es decir, música estándar, desarrollo de personajes estándar, diálogos estándar y filosofía nivel Educación Secundaria. 

Pero, tras pasar este pequeño chasco inicial, podría preguntarse: Puede cambiar, ¿no? Pues para nada, todo lo contrario. La película se posiciona como el típico thriller semi-opresivo en el que el espectador comienza a sentirse ligeramente extrañado, va avanzando lentamente en la trama -creando un lazo con el personaje protagonista- y un giro de guion de lo más extraño le lleva a un clímax resolutivo visto hasta en la saciedad, con elementos fantasiosos de por medio que no terminan de encajar.

En cuanto a la crítica social que tanto había llamado la atención, no sorprende absolutamente lo más mínimo. Teniendo en cuenta que el filme va a caballo entre precisamente esto y el thriller, realmente no llegar a ahondar en nada, por lo que no esperen un mensaje voraz hacia el racismo o el maltrato de la clase afroamericana, nada de eso, esperen un título de suspense basado en la diferencia de razas que se lava las manos en cuanto tiene ocasión de hacer una crítica más profunda. Normal, con el peligro que tiene el tema y las Redes Sociales echando uno, cualquiera se juega unos millones por esto.

Daniel Kaluuya, a quien ya habíamos visto en series como Black Mirror o películas como Kick-Ass 2, es de lo mejor que nos puede ofrecer Déjame Salir, realizando una interpretación notable y manteniendo el personaje todo el rato. Sin embargo, Allison Williams, quien ofrece una actuación correcta sin más, no está a la altura del protagonista. Aunque, realmente, tampoco lo pretende en ningún momento -al igual que el resto del elenco-.

En definitiva, Déjame Salir es un filme correcto que ha despertado el interés gracias a una campaña de promoción inteligente y con el objetivo de aprovechar la situación actual para hacer caja. No obstante, una vez que nos introducimos en su trama queda como un thriller más, repleto de clichés y huyendo de la crítica social cada vez que puede, con un final de lo más tradicional y atropellado. Oportunidad desaprovechada.