Este viernes llega por fin a Movistar la flamante ganadora a Mejor Serie en el pasado festival de series de Cannes; creada por Leticia Dolera, Vida Perfecta nos habla de la crisis que supone hacerse mayor, no cumplir los sueños y sentirse atrapada en la propia existencia.
¿Recuerdan aquello de «It´s not tv, It´s HBO«? A día de hoy, entre tanta oferta, las plataformas tratan de desmarcarse del resto de competidores, algunas ofrecen algo más que el resto, otras ofrecen algo mejor; Movistar opta por esta segunda opción, no somos un gigante como Netflix, así que tenemos que competir de otra manera; Vida Perfecta es la manera.
Nos encontramos con tres mujeres, María, Cristina y Esther; todas rondan los 35, y todas sienten que su vida no es lo que esperaban, pasa el tiempo y no alcanzan aquello que querían, no alcanzan su Vida Perfecta. Artistas, dentistas o abogadas; da igual, como Rocky, no iba de boxeo; iba de lo que ocurría fuera del ring. Todo es relativo y lo único que importa es llegar donde pretendes, la vida no va de la felicidad, sino de la búsqueda de esta.
Leticia Dolera, además de creadora, ejerce de directora -los 2 primeros y los 2 últimos episodios-, productora ejecutiva, guionista -junto a Manuel Burque– y, por supuesto, coprotagonista. A través de la serie pone encima de la mesa todo aquello que, debido a su personaje público sabemos, le interesa; feminismo, identidad sexual, desmitificación de la mujer… y algunas cosas más.
Un compendio de todo ello que, sin embargo, no impide ver el bosque; la serie no trata sobre el feminismo, es feminista. No es de lo que trata, es lo que es. A día de hoy, muchos productos mediocres llegan a las pantallas o sabemos de su existencia porque se suben al carro del fenómeno social de turno; Vida Perfecta tiene en su esencia más pura aquello que nos cuenta, aquí lo relevante no es que sean mujeres, o no es al menos lo que sostiene de verdad la serie; lo hacen tres personajes, que da la casualidad que son mujeres.
Personalmente, y por tanto lo menos relevante, es lo que me interesa; en un momento en el que nos escupen a la cara los discursos morales, se agradece que alguien se despegue de eso y lo haga de verdad, de un modo genuino y real. Tengo 28 años, soy hombre; pero siento que Leticia también me habla a mí.