Spencer debuta por fin en las salas de cine tras su paso por los festivales de Venecia y San Sebastián, críticas abrumadoras hacia la interpretación de Kristen Stewart y ese olor a película multi premiada en los próximos meses. ¿Realmente hay para tanto?
El cocktail formado por un biopic o narración de eventos traumáticos, director de renombre y sobre todo actor o actriz muy famoso que se atreve a transmutarse en el -normalmente malogrado- protagonista, emulsiona ocasionalmente en triunfos críticos y comerciales de los que ponen de acuerdo a todo el mundo. Sin embargo, en porcentaje curiosamente elevado, estos eventos cinematográficos trazan una línea clara entre el papel estelar de fusión entre realidad y ficción dramatizada perpetrada a la limón en interpretación y dirección, y el film al que pertenecen. Y esto es lo que sucede en Spencer. Y no tanto porque la película no lo valga sino porque lo que han logrado Kristen Stewart y Pablo Larraín en la construcción del personaje es excepcional.
Spencer nos lleva atrás en el tiempo, en los tres días de las Navidades de 1991 (contando el tradicional Boxing Day inglés), en una de las residencias de la Reina Isabel II, adonde acude Diana para cumplir con su presencia en las tradicionales vacaciones de la familia real. Desde su primera aparición, en un film que en su práctica totalidad tiene a su protagonista en escena, Kristen Stewart abruma por la facilidad con la que maquillaje y vestuario casan con su imagen, por el lenguaje corporal y especialmente por un acento inglés absolutamente brillante. Spencer, ante todo, es compendio de escenas, una detrás de otra, en la que Stewart da vida a Lady Di a través de su voz, miradas, gestos y especialmente un don para la contención emotiva de quien está bajo la mirada de la prensa mundial y de la familia real más conocida del planeta.
Pablo Larraín, director chileno en cuya filmografía destacan El Club, Neruda, Jackie y la reciente Ema, toma los mandos del siempre complicado asunto de los biopics. El binomio director y actriz convierten Spencer en un film digno de ver, aunque sólo tuviera ese elemento como reclamo, pero hay más. Aunque no donde uno lo buscaría: la trama no es particularmente excitante, no hay apenas más personajes, persiste cierta sobriedad a tono con el húmero y frío ambiente de Norfolk y (aunque eso es positivo) además no apuestan por dramatizar en busca de crear eventos aptos para el cine comercial (Bohemian Rhapsody…). El libreto, firmado nada menos que por Steven Knight (Peaky Blinders) opta por otros caminos.
Por una parte Spencer no es un biopic tradicional, ni siquiera se centra en un hecho concreto, o relevante, sino que elige ese periodo de 72 horas en una de las residencias reales para concentrar en ello, al tiempo que seguimos a Diana por todos los inevitables actos planificados a los que debe acudir, lo que pretenden contarnos sobre nuestra protagonista. Una introducción ingeniosa (Diana entrando en un restaurante ante la mirada atónita de sus clientes) precede a una mezcla de momentos de soledad, a veces cayendo en la alucinación, y el agobio de los actos programados.
Spencer logra el empaquetado ideal merced al abordaje de Larraín de los momentos más tensos, nerviosos y sobre todo paranoicos de Diana: la cámara se vuelve nerviosa, perdemos el punto de vista reposado, y la magnífica banda sonora de Jonny Greenwood nos cobija ante la improbable mezcla de temas basados en saxo y otros en violines. Los primero son especialmente inesperados debido al toque casi jazz que confiere su presencia ya desde el crédito inicial.
Si bien Kristen Stewart se lleva casi todo el peso dramático de Spencer debemos destacar a Timothy Spall como jefe de seguridad aportando un toque amenazante sin caer en la obviedad y a Stella Gonet quien, en su única escena con diálogo como Reina Isabel II, te deja un poco clavado en la butaca. Spencer, por supuesto, roza lo excelso en departamentos como la fotografía, vestuario, maquillaje y diseño de producción por lo que los esperados premios a Kristen Stewart, Pablo Larraín y Steven Knight pueden finalmente ampliarse y convertir Spencer en un imán de estatuillas varias en 2022.