Snowpiercer : Rompenieves. O lo que es lo mismo, una serie distópica donde el tren es el protagonista de una metáfora de la sociedad que habitamos. Tras dos capítulos donde la sensación de «asesinato en el Orient Express», la última apuesta de Netflix por un futuro apocalíptica se sumerge de lleno en la trama del cómic y explora el tren. A fin de cuentas, el como se representa la sociedad que se ha creado es casi más interesante que el asesinato de a bordo.
Snowpiercer: Rompenieves arrancó con suavidad, como una locomotora que deja la estación, más pendiente de los semáforos que de la vía que tiene por delante. Pero en el tercer capítulo, es el tren el que toma el protagonismo y la importancia que merece en la serie. Si bien los dos capítulos (crítica AQUÍ ) iniciales son pausados, con atisbos de rebelión, con una trama simple que lleva a Layton a tomar el mando de la historia, el tercero,no.
Sin entrar en spoilers, algo que se había planteado seriamente al iniciar las críticas de esta producción, os contaremos el porqué a partir de el tercer capítulo (aún no estrenado en España), la trama va a más. Esa es la sensación que transmite la serie. Visualmente recuerda mucho a las producciones del canal SyFy, pero la historia crece a cada capítulo que pasa. Ya en el tercero se nota. Jennifer Connelly toma el control interpretativo, en la piel de Melanie. Lo mismo ocurre con el personaje de Till, que pasa de ser una simple guardafrenos que obedece órdenes, a cuestionar al propio tren.
El protagonismo de la máquina se hace patente en esta ocasión. Ya presentado el vagón – cama, la pecera, primera clase, tercera clase y la cola, «el motor» entra en escena. No desvelaremos de qué hablamos, pero es en este punto donde la historia cambia de vía. Si hasta este punto la trama se centraba en el papel de Layton resolviendo un asesinato, no dejando de lado esa investigación, llegan sus verdaderos motivos. La motivación de Laylon es la liberación de la cola a toda costa, es un hecho. Pero los atisbos de algo más se dejan ver a partir de este punto.
El duelo entre Melanie y Layton se endurece, las dudas de Till se ven justificadas y el asco que dan los personajes de primera clase, pasa a ser más despreciable si cabe. La serie se embarca en un claro intento de ir de menos a más. Y lo consigue. La trama se complica, las subtramas cobran sentido y los personajes representan de manera más clara sus convicciones.
«El Acceso es Poder» es el título de esta tercera visita al tren, obedeciendo al clásico «la información es poder». Si bien la metáfora distópica se trata con dureza en los primeros compases, es con la tercera incursión en el helado planeta donde queda claro que el único camino es la revolución. Además, se vislumbran los primeros pasos de un levantamiento que no va a esperar mucho más. Y engancha.
El como la serie te engancha es una de las grandes bazas de esta producción, que aunque no se pueda tachar de obra maestra, se deja ver, entretiene y te deja con ganas de más. Al estar ambientada en un futuro apocalíptico en el que la sociedad no sólo no ha aprendido, sino que además ha involucionado, le suma puntos. Pero sin duda es la presencia de Jennifer Connelly la que remata la faena. Pasajeros al tren, seguiremos informando en las siguientes estaciones.