La primera iteración de Scream en formato televisivo terminó tras dos decentes temporadas que demostraron, con altibajos, que era posible narrar un slasher en formato episódico. Tras tres años de congelación legal, un reinicio total, nuevo showrunner y cambio a la cadena hermana VH1, Scream regresa retitulada como Resurrection.
La llegada de Scream en 1996, de la mano de su creador y guionista Kevin Williamson, y su director Wes Craven, fue toda un revolución en un género que por entonces vivía en la mediocridad. Parte del ingenio de aquella propuesta, además de ser una excelente película, residía en una fórmula que condensó sabiamente el personaje al que dio vida Anna Paquin en la intro de la cuarta entrega: toda esta autoconsciencia post-moderna, meta-mierda… Pues eso. La fórmula. Gloria pura que ya condensamos en un especial Scream hace unos meses.
La primera iteración televisiva, de la mano de la MTV, finalizaba su primer episodio con un alegato de Noah (el nuevo Randy, esto es, el experto en films de terror) contándonos porque no era posible contar un slasher en TV. ¿Lo ven? Es ese punto meta referencial lo que convertía a este universo en producto capaz de adaptarse a casi todo. Probablemente esa ha sido la gran virtud de Scream Resurrection: se han adaptado a 2019, y los requerimientos sociales del momento, sin despeinarse. Simplemente: lo propios personajes lo comentan y señalan la novedad, antes de que el espectador las conciba como tales.
Scream Resurrection se presenta como un reboot total (aunque no se niegan los hechos de las dos anteriores temporadas, simplemente se ignoran), con el regreso de la máscara y voz de las cuatro películas de Wes Craven. Un cambio de cadena (hermana de MTV) y de showrunner (Brett Mathews, ex asistente de Joss Whedon en Buffy, Angel y Firefly) culminan la conversión de Scream en antología de terror con Ghostface como asesino de adolescentes de secundaria.
La citada fórmula se mantiene, concedo, aunque aplica cambios en las dosis: las meta referencias se vuelven algo literales (y casi todas en manos de Beth, la nueva Randy/Noah), la autoconsciencia se reduce en favor de un exceso de dramatismo adolescente del que, precisamente, huía la saga original y, en menor medida, las dos temporadas anteriores.
Veremos cual es la vida de Scream tras esta última reinvención postergada por avatares legales durante varios años. No nos sorprendería una cancelación definitiva pero tampoco una conversión en antología como identificación narrativa.