Crítica de Ötzi, el hombre del hielo (2018): Érase una vez

Dirección: Felix Randau | Guion: Felix Randau | Fotografía: Jakub Bejnarowicz | Reparto: Jürgen Vogel, Susanne Wuest, Andre Hennicke, Sabin Tambrea, Martin Schneider, Franco Nero, Paula Renzler, Nora Pider, Ann-Birgt Höller 

Si existe una máxima en la historia del cine es que todas las historias están ya contadas. Todas excepto una, la del asesinato de Ötzi, El Hombre de Hielo.

Hace 5300 años, El norte de África comenzó a desertizarse, en Perú se levantaba el primer edificio público de la historia y los egipcios inventan los juegos de mesa. El tatarabuelo del castellano empezó a hablarse muy lejos de aquí, a orillas del mar Caspio y en Mesopotamia se inventaron el bronce, la rueda y nada menos que la escritura. También fue asesinado un hombre de 46 años en la frontera austro-italiana. A primera vista no parece un hecho especialmente relevante (bueno, para él sí) de no haber sido porque en 1991 se descubrió su cadáver intacto. Se le llamó popularmente Ötzi por haber sido encontrado en los Alpes de Öztztal y es la momia natural más antigua jamás encontrada. Momia a la que el cineasta alemán ha resucitado para contarnos su vida y muerte. 

Entrevista con Felix Randau, director de Ötzi, el hombre de hielo

Ötzi es una película muy especial por varios motivos. El primero ya lo hemos comentado: esta historia no se había contado nunca, más allá del formato divulgativo. También es la única película rodada en rético antiguo, idioma que se ha reconstruido expresamente para la ocasión. Si esto no te convence, tampoco te preocupes.

De facto, es una película muda puesto que los diálogos no tienen valor narrativo. Ötzi está contada en imágenes (aunque lo mismo esto te echa más para atrás incluso). Aunque el hilo argumental sea novedoso, la historia de un hombre y su lucha por la supervivencia en un medio hostil nos va a traer a la memoria otros títulos.

Seguramente, el que tenemos más fresco es El Renacido. Nosotros y la distribuidora, que no ha dudado ni un segundo en llamarla “El renacido europeo”. ¿Se parecen?

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Bueno, Ötzi es menos espectacular, pero también menos presuntuosa. ¡Minipunto para Ötzi! Dura una hora menos de lo que lo hacía la película de Iñárritu para contar básicamente lo mismo. ¡Minipunto para Ötzi! Eso sí, técnicamente, la cinta de Randau no puede competir contra el mastodonte hollywoodiense y DiCaprio es más guapo que Jürgen Vogel… venga va… minipunto para Iñárritu. En esta comparación, hay un tema en las que las dos salen perdiendo. Ambas cintas adolecen de un problema muy difícil de solucionar: cómo mantener la atención del espectador durante tanto tiempo cuando sólo tienes a una persona en mitad de la nada tratando de sobrevivir.

Ridley Scott lo solucionó en Marte haciendo “trampa”: limitó la trama de supervivencia a lo mínimo para alternarla con más personajes haciendo muchas más cosas en varios sitios diferentes. Alfonso Cuarón entendió bastante mejor en Gravity cómo lidiar con el mayor enemigo de este tipo de película: la monotonía. ¿La receta? Extremar la relación causa-efecto porque al espectador no puede parecerle que siempre está pasando lo mismo. O peor aún: que si se prescinde de alguna de las vicisitudes del protagonista, la trama siguiera como si tal.

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No es solamente una carencia de la narración, es que la atención del espectador decae porque al protagonista le ocurre otra desgracia más… una que podría haberle pasado antes, después o no haber sucedido.

Este problema lo encontramos en Ötzi más veces de las aconsejables (que es 0).

Aun así estamos ante una cinta diferente a todas las que hayas visto o vayas a ver. Si Randau consigue que te interese la figura de Ötzi y quieras saber más de la época, cultura y acontecimientos… ya habrá conseguido mucho más que la mayor parte de películas.

Reseña
Ötzi, el hombre del hielo
6
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Redactor de cinefilosfrustrados.com - Iba para DaVinci pero me quedé en Christian Gálvez
critica-de-otzi-2018En los Alpes Ötztal, hace más de 5.300 años, se estableció un clan neolítico, cuyo líder, Kelab, era el guardián del santuario sagrado, Tineka. Un día, mientras Kelab se marcha a cazar, el asentamiento es atacado y los miembros de la tribu brutalmente asesinados, incluyendo la esposa de Kelab y su hijo. El santuario es robado y el único superviviente es un bebé recién nacido. Cegado por el dolor, Kelab emprende un viaje para buscar venganza y no tiene otra opción que llevarse al niño con él.