¿Qué fue de aquellos chavales de finales de los 90, esa generación que quedó bautizada por la película Historias del Kronen? Ese vacío existencial de unos jóvenes que se sabían guapos, talentosos… pero no veían futuro y se dejaron llevar hacia donde el precipicio les llevara. Era el mismo vacío existencial que al otro lado del charco representaba la llamada generación X (que también tuvo su film «retrato»: reality bites. Tan perdedores no serían si tenían hasta su propia peli, digo yo) ¿Qué fue de ellos? Es justo lo que nos cuenta Dani de la Orden con Litus.
Contar una historia con un número limitado de personajes y una sola localización es toda una proeza para cualquier director. Se ha logrado de manera magistral, como lo hizo Hitchcock en Náufragos y La soga y hace bastante menos, Rodrigo Cortés en Buried y Álex de la Iglesia en Perfectos desconocidos. Está claro que el nervio y la pericia de estos directores no la encontramos en la película de De la Orden, cuya puesta en escena se limita a «cumplir». El catalán me leyó cuando escribí que si un director tiene un buen guion y unos buenos actores, con limitarse a no cagarla ya tiene la película resuelta. Porque he aquí la gran baza de Litus: Las interpretaciones. Están todos perfectos. Todos.
Sorprende especialmente una Belén Cuesta completamente alejada del personaje que la ha hecho famosa (Porque la Macu de Paquita Salas es exactamente el mismo personaje de la monja Milagros de La llamada).
Por otro lado sorprende un Quim Gutiérrez que trasmite tanto o más con la actitud, miradas y energía que con sus palabras. Y qué palabras. Por primera vez en toda su carrera se entiende perfectamente todo lo que dice. Ganó en el festival de Málaga y el año que viene se coronará como mejor actor de reparto en los Goya. Recordad lo que estoy diciendo porque va a ser así y nosotros fuimos los primeros en vaticinarlo.
Quizá el tono de la película pueda descolocar un poco al principio, puesto que nos presenta unos diálogos cómicos, pero con un planteamiento de drama. No es una «dramedia», puesto que no va alternando secuencias cómicas con otras dramáticas. Tampoco es ese estilo del cine clásico de intercalar diálogos mordaces que te hacen sonrerir ante la ocurrencia. Es otra cosa.
Es raro, la verdad, pero no arrastra el visionado. Simplemente es… eso: raro. A medida que va trascurriendo la trama, nos vamos dando cuenta de que es el personaje de Adrián Lastra el recurso cómico. Sigue siendo raro, puesto que está descontextualizado cuando todos los demás están en una tragedia griega. Al final queda la sensación de no saber muy bien si Lastra está en una película diferente de la del resto de actores.
Y tres cuartas de lo mismo para el guion de Marta Buchaca, pero antes tengo que decirle algo a otra persona. Querido Quentin, esto lo tienes que saber: Todos los personajes de una película tienen que tener un desarrollo y una evolución. No puede pasar que haya alguien que si lo sacas de la trama, la historia siga sin más. Esto ya era demasiado amateur para ti en Malditos bastardos pero es que lo remataste con Los odiosos ocho. Cuando tienes sólo a ocho personajes, los ocho tiene que ser imprescindibles. No puedes dejar a la mitad sin tratamiento. Nunca. En serio, que te lo digo desde el respeto y la admiración: Para tu décima película no seas tan Quentin y sé mas un poco Marta.
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Quizá la única pega es que el segundo acto de la película recuerde sospechosamente al de Por trece razones. Es verdad que todas las historias están contadas y que la pericia del narrador consiste en dotarla de un nuevo enfoque. Cierto… pero es que la excusa argumental calcada de Por trece razones es demasiado obvia y está excesivamente reciente. Que sí, que seguramente la serie de Diana Son y Brian Yorkey tomaría la idea de cualquier otra obra anterior. Vale, pero de primeras uno no cae en cual fue la inspiración… pero con Litus no puedes dejar de pensar que Dani de la Orden está suscrito a Netflix. Y no, el recurso de desviar la atención diciendo que parecen salidos de Los amigos de Peter no cuela. Dani, en serio… que todos hemos visto la serie.
Litus va a calar especialmente en todos aquellos espectadores que ronden los cuarenta años. Ellos se van a ver reflejados en el protagonista ausente, en ese joven «Kronen» que va a devolver a todos a ese momento en el que se sabian guapos, talentosos… y están ahora en ese futuro que no veían entonces. O quizá no. Da igual si tienes veinte, treinta, curenta o ciento veinte años. En el fondo todos tenemos algo de Litus.