Llega a Netflix uno de los platos fuertes del año, el director de Hill House nos trae una nueva miniserie de terror, mismo equipo creativo y actores; ¿ha conseguido con La Maldición De Bly Manor alcanzar cotas similares a la ya mítica serie de 2018?
Mike Flanagan, ese director que tuvo la oportunidad de realizar una secuela canónica de cierta película de Stanley Kubrick, nos trae una nueva maldición; y si en 2018 era de Hill House, en 2020 es de Bly Manor, en la primera adaptando una novela de Shirley Jackson, y en la segunda un compendio de la obra de Henry James; con este currículum, y habiendo nacido en Salem -sí, el famoso lugar donde no quemaron a las brujas-, viene a decir a los creyentes que no hay lugar sagrado para él, o sí, y acercándose con todo el respeto posible, tratar de atrapar el tesoro recóndito sin miedo a que una roca redonda caiga sobre él.
La Maldición de Bly Manor supone la segunda incursión de Flanagan en el terreno de las miniseries, la cuarta en el de las adaptaciones; Oculus, a partir de un corto propio previo; Ouija, el Origen del Mal, precuela de otra cinta; El Juego de Gerald y Doctor Sueño, ambas basadas en sendos libros de otro maestro del terror, en este caso literario, Stephen King. Terreno conocido, por tanto, para el creador; negativo si este se estancara, y positivo al conocer tanto el trabajo de adaptar como la estructura de la miniserie; nada más lejos de la realidad, como bien decía en el párrafo anterior, el bueno de Mike no tiene ningún miedo de tirarse al vacío y decide arriesgar a efectos prácticos en todo.
Adapta una historia que tiene muy poco que ver con la anterior, la estructura de un modo distinto, en términos literarios decide alejarse del tipo de escritura más penitente de Hill House y acercarse a un terror menos sombrío, más cálido; lo que repercute directamente en la puesta en escena; más luz, comedia incluso; un uso del espacio distinto, la composición visual, desde la profundidad de campo hasta la utilización de las lentes, cambia en todo; dotando a la serie de una entidad propia más allá de ser una segunda parte de un éxito previo. Aquí no se cumple el viejo mantra de «más de mismo, pero un poco diferente», es, esencialmente, otra serie a todos los efectos. Pero esto es un clima, unas condiciones que vienen autoimpuestas creativamente para contextualizar la historia en un género que domina como pocos en la actualidad.
Hill House era la historia de una familia, los Crain; en La Maldición de Bly Manor se nos relata una preciosa, bonita, triste historia de amor; lóbrega, candente. Todo está al servicio de la historia, no hay concesiones tonales ni narrativas; hay momentos de tensión insoportables, pero al final, repito, todo se condensa en una historia de amor. En definitiva, y por nor alargarme más, creo que Google ya estará feliz conmigo con el número de palabras, si buscas otra vez lo mismo, no lo encontrarás; si buscas otra serie extraordinaria, dale click al enlace de arriba.