Llegamos al ecuador de la trilogía Godzilla de Gen Urobuchi a los lápices y Kobun Shizuno e Hiroyuki Seshita en la dirección. Godzilla: City on the Edge of Battle continua justo después de los créditos de la anterior: el plan de Haruo salió a la «perfección» y derrotaron a Godzilla, con la única pega de que ese no era el verdadero monstruo que todos conocemos, y el Kaiju real, más dopado que nunca, se mostró ante ellos en el desenlace del filme, siendo muchísimo mayor que el anterior; solo unos 300 metros de nada.
El resto de la humanidad (Exifs y Bilusaludos incluidos) captan la presencia del verdadero Godzilla desde la órbita de la Tierra, mandando un equipo de reconocimiento y dando un ultimátum si no encuentran supervivientes para alejarse de su planeta natal para nunca más volver.
La película sigue un esquema muy similar a la primera parte (Godzilla: El planeta de los monstruos). Tenemos un primer acto donde exploraremos el nuevo mundo que nos presentan, en este caso conoceremos a una «nueva» tribu de residentes de la Tierra (los Houtuo, aquellos humanos que se quedaron en el planeta tras la huida de nuestros protagonistas) y descubriremos la Ciudad Mechagodzilla. En el nudo se desarrollará la estrategia necesaria para derrotar al inmenso Kaiju. Culminando con un desenlace espectacular cargado de acción.
Esta segunda entrega no es solo continuista en su esquema, si no en prácticamente todo. Volvemos a tener la animación espectacular de Polygon Pictures (en colaboración con Toho Animation), esta vez con un claro predominante tono rojizo que se combina a la perfección con los diferentes colores que danzan el filme. Visualmente es donde más destaca sin duda, en esa media hora de clímax final solo podemos babear ante las imágenes que se desarrollan.
Aunque claro, si Godzilla: City on the Edge of Battle recoge los puntos positivos de la anterior, no podía ser menos con sus puntos negativos. De nuevo, su mayor problema vuelven a ser los personajes. Haruo está un poco más desarrollado y siendo algo más interesante, solo faltaba tras más de 3 horas de metraje, pero sigue importando lo mismo prácticamente, él y todo el elenco: NADA.
Aquí incluso hay varios intentos de dotar de personalidad a personajes secundarios, como cierto romance que intentan tratar pero que consigue efecto contrario, estás deseando que pase pronto el rollo y vuelven a las estrategias militares, me enseñen más del imaginario del mundo o, sobre todo, lleguen ya las hostias.
Porque hablando de hostias y para no terminar la crítica con un mal sabor de boca, que para nada me ha dejado la cinta, retomo el hilo de esa última media hora final. Espectacular y desoladora a partes iguales. Me ha gustado el giro que le han dado a Mechagodzilla, cobrando una importancia más vital que nunca, no siendo un remedio si no que incluso una enfermedad que podría ser peor que la actual. Porque desde el primer momento no había esperanza, un monstruo es llamado así porque es inhumano, es invencible, la única forma de derrotarlo es volverse un monstruo, pero claro…El precio a pagar siempre es alto.
Atentos hasta el final que vuelve a haber escena postcrédios…¡Se viene King Ghidorah!