Crítica de Contagio en alta mar (2019): Slasher acuático

Título original: Sea Fever | Director: Neasa Hardiman | Guión: Nadia Hardiman | Producción: John McDonnell, Brendan McCarthy | Reparto: Hermione Corfied, Connie Nielsen, Ardalan Esmaili, Dougray Scott | Duración: 95 minutos

El próximo viernes 27 de noviembre llega a nuestras (en algunos casos recientemente reabiertas) salas de cine Contagio en alta mar, película de Neasa Hardiman, con una traducción patria imposible de pasar por alto y una propuesta de terror acuático de la que te avanzamos, sin spoilers, si merecen la pena sus escasos 90 minutos de metraje.

En este caso es indispensable, por los tiempos que nos ha tocado vivir, no prestar atención a algo que, junto al doblaje (por suerte los pases de prensa son siempre en versión original: pues se trata, claro, de valorar la película), no tiene nada que ver con la película. Nos referimos al ya artesanal arte de la traducción de los títulos de las películas. En este caso el Sea Fever original transmuta en Contagio en alta mar y, claro, las cejas se levantan solas.

Contagio en alta mar 01

Contagio en alta mar, dirigida por la irlandesa Neasa Hardiman, cuenta la salida rutinaria de una embarcación de pesca liderada por Freya (Connie Nielsen, el nombre más potente del casting pero no la protagonista real) a la que se apunta una estudiante marina experta en patrones de comportamiento aplicados a la ecología, Siobhán (Hermione Corfield), que se tuerce cuando una extraña sustancia pegajosa se adhiere a un lateral del barco iniciando lo que parece una cadena de contagios de misteriosa procedencia.

La premisa apunta a lo que, felizmente, es: un film entretenido, de corta duración, yendo por ello al grano, y que además se formula bajo eslabones conocidos por el espectador y que allanan su conexión veloz con lo que acontece. Si en una batidora cinéfila metemos aquella Tormenta perfecta (Wolfgang Petersen, 2000) y el cine tradicional slasher, con algo de Abyss, podría salirnos un poco de Contagio en alta mar. Las escenas iniciales (ya saben: cuando todavía todo va bien) van en línea con ese film protagonizado por George Clooney: un grupo cerrado, casi familiar, de aguerridos pescadores liderados por Freya que acogen a Siobhán de forma desigual: desde el entusiasmo hasta la sospecha debido al color rojizo de su melena y la superstición asociado a ello (debemos apuntar que dado lo que ya se prevé en el título de la película, tanto el real como el adaptado, digamos que no iban mal encaminados…).

Contagio en alta mar 02

En el potaje genérico, sin embargo, predomina la formulación casi slasher pues la amenaza (de la que no desvelaremos su condición) va tomando cuenta, claro, de cada miembro de la tripulación en un orden que -como en los buenos slasher- podemos anticipar sin demasiados problemas. La teórica Final Girl, Siobáhn, ofrece sin embargo una versión algo variable de dicho rol en el cine de terror: nunca abandona su formación científica y en sus apuestas, métodos y especialmente ética aplicada al bien común adivinaremos ahí paralelismos jugosos con nuestra realidad actual.

Y es que ese es un ingrediente inesperado en este film: la supina coincidencia, ampliada en esa mencionada traducción del título, provoca una reacción curiosa. En algunos pasajes de Contagio en alta mar se producen discrepancias, toma de decisiones, que se nos antojan completamente contemporáneas y escuchadas tal vez en las noticias de hoy mismo. El final, sin destripar nada, si supone un giro inesperado, bonito y con un halo poético que reconduce un film que apenas escapa del breve entretenimiento.