American Horror Story 1984 supone la novena temporada de la antología de terror creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk, un curioso cocktail temático en forma de homenaje abierto al género slasher y con resultados más que satisfactorios.
American Horror Story 1984 se anunció en pleno vendaval de nostalgia ochentera en TV: Stranger Things, Halt and Catch Fire, The Deuce o aquel gran San Junipero de Black Mirror son ejemplos de una inmersión total, y generacional, en una década proclive a la recreación visual, sonora y social. Por otro lado el slasher, como género ineludiblemente ligado a dicha década, no sólo pega casi por osmosis en el contexto temporal, sino que sirve de vehículo para una mezcla de estilos, y narrativa, aderezada con un toque posmoderno del que American Horror Story 1984 sale razonablemente bien parada.
El homenaje al género slasher aparece en la misma premisa de American Horror Story 1984: cinco chavales se disponen a trabajar durante un verano en un campamento infantil en el que, años atrás, sucedió una terrible tragedia en forma de masacre con varios monitores asesinados. ¿Os suena? Los creadores y guionistas no esconden pues la voluntad de homenaje directo en una ensalada que, desde las primeras escenas, roza lo paródico (basta con ver el vídeo que hemos insertado) en cuanto al género y a la década en cuestión. Una ensalada a la que, sorprendentemente, y en el mejor de los sentidos, se le añaden ingredientes cuya función es retener al espectador y lograr una narrativa variable la mar de curiosa.
Sin alejarnos del slasher, American Horror Story 1984 pisa terrenos obvios como la ya citada (en su premisa) Viernes 13, y por supuesto Halloween, pero también otros como Scream y sus famosos giros en los personajes: ahí se inicia el primer viraje de la serie, cuando empezamos a darnos cuenta de que nadie es lo que parece. Para ello la narrativa vira hacia una suerte de estrategia a lo Perdidos en la que podemos ver flashbacks de varios personajes y, cuando uno ya cree que no puede ir más lejos, incluso llegamos a abandonar los años ochenta.
Género y década son sometidos a un contingente posmoderno en esta American Horror Story 1984: el homenaje consciente hacia el género slasher como ente narrativo permite a los guionistas calcar fórmulas sin caer en la copia (todo vale porque sabemos que esto es una atracción de feria slasher) mientras que la década de los ochenta se aborda en una mezcla de recreación rozando lo idealizado (a lo Stranger Things) y a la vez jugando con la propia trama para, de forma muy astuta, situar la propia nostalgia en los personajes. La banda sonora, por supuesto, está repleta de éxitos de la década.
En el intrincado narrativo (más elaborado de lo que sugiere el primer episodio) de American Horror Story 1984 permite la entrada de más ingredientes, si cabe: magia negra, asesinos en serie ficticios y reales (sí, casi pisamos terreno Mindhunter con cierto personaje). Una mezcla que, tal vez contra pronóstico, funciona. Y todo ello bañado con una patina de comedia negra bastante sutil. Un trabajo notable de escritura en el que destaca, Tim Minear, showrunner en la antología de American Horror Story, y guionista-productor que destacó como hombre fuerte en las series de Joss Whedon (Angel, Firefly, Dollhouse) y en sus propias creaciones (The Inside, Drive).
En el plano actoral destaca una Emma Roberts que, pese a dibujar inicialmente a una víctima inocente con poco acierto en lo dramático, muta en una Final Girl de nivel (casi, casi, Sydney Prescott), bien secundada por los otros tres personajes más interesantes de American Horror Story 1984: la rebelde (y terriblemente ochentera) Montana (Billie Lourd), Donna (Angelica Ross) y Mr Jingles (John Carroll Lynch), del que poco podemos decir, sin entrar en terreno spoiler, que encapsula como ningún otro personaje la esencia de esta temporada: nada es lo que parece.