La primera advertencia sobre Al agua gambas es que hay que verla sin echar la más mínima cuenta a la publicidad. La están vendiendo como un cruce entre Las aventuras de Priscilla, reina del desierto y Full Monty. Pues bien, no tiene absolutamente nada de ninguna de las dos. Pero es que ni remotamente. Es verdad que está protagonizada por un grupo de hombres (y una mujer) y hacen un viaje en autobús. Ya está. Ahí termina toda la relación. En otras palabras, podrían venderla como una mezcla entre Los 12 del patíbulo y Speed y tendría el mismo sentido.
¿Entonces? Pues que no han querido sacar el verdadero parecido: Al agua gambas es Campeones. Pero no es que compartan puntos en común, no. Es que el equipo jurídico de Javier Fesser tiene que estar echando humo preparando la demanda por plagio. Tiene incluso escenas calcadas (Ese responsable del equipo contándole al entrenador lo difícil que es la vida de cada uno te va a sonar cuando la veas…) La única diferencia es haber sustituido a un equipo de baloncesto compuesto por personas discapacitadas por uno de waterpolo formado por personas LGTBI.
Eso sí, su protagonista Nicolas Gog está infinitamente más bueno que Javier Gutiérrez… pero a años luz como actor del español. El personaje del belga está repleto de matices. Es alguien obligado por ley a entrenar a un equipo de loosers, con los que considera que está perdiendo el tiempo pero del que termina sintiéndose uno más (¿No os he dicho que es exactamente igual que Campeones?) Gob se ve perdido, incapaz de afrontar un personaje tan complejo. De hecho, la gamba a la que hace referencia el título no te queda demasiado claro de si se refiere a su cara.
Tampoco Cédric le Gallo ni Máxime Govare, sus directores, son Javier Fesser. El logrado equilibrio entre humanidad y esperpento de la última ganadora a los Goya aquí no aparece por ninguna parte. Es una película menos compleja pero también menos ambiciosa. La transición anímica del protagonista no está tan bien tratada como en la película española. Tampoco su relación familiar. Los problemas con su hija, que ella esté más involucrada en equipo que él y cómo el periplo de la competición hace que se soluciones sus problemas no está del todo bien desarrollado (Que cuando os digo que la película es exactamente igual que Campeones no estoy exagerando).
Ahora bien. ¿Significa eso que Al agua gambas sea una mala película? En absoluto. Es divertidísima. Desternillante como ella sola. El problema es la comparación, que por más que trates de abstraerte es imposible que no hagas. Pero te lo pasas verdaderamente bien. De hecho, la vitalidad, ganas de vivir y pasarlo bien de sus personajes se contagia al espectador. Cédric y Govare hacen suya la máxima del escritor chino Lin Yutang: “Pasa la vida jugando y cantado, para que cuando llegue el dolor lo aceptes con una sonrisa”. Lo digo en serio: En toda tu vida te lo has pasado ni la mitad de bien que los personajes de Al agua gambas en hora y media de película.
Una última cosa. Creo firmemente en que el cine es un valor en sí mismo y que no ha de estar condicionado por nada más que no sea por el propio cine, pero la actualidad manda y es imposible separarse de ella. Con la que tenemos en España en este momento, con partidos políticos salibando al fantasear con el retroceso en los derechos conseguidos por y para las personas LGBTI, esta película debería ser de obligado visionado en el parlamento, para que a más de uno se le caiga la cara de vergüenza. Ahí queda eso.
Espera.. ¿He dicho para las personas LGTBI? Me retracto: Un logro en derechos para una minoría es un logro para toda la sociedad.