Crítica de A Silent Voice (2016): El amor es «sordo»

A Silent Voice

TÍTULO ORIGINAL: KOE NO KATACHI | AÑO: 2016| DIRECCIÓN: NAOKO YAMADA | PRODUCCIÓN: KYOTO ANIMATION | GUIÓN: REIKO YOSHIDA (MANGA: YOSHITOKI ÕIMA | FOTOGRAFÍA: ANIMACIÓN, KAZUYA TAKAO, KÕHEI FUNAMOTO | MÚSICA:  KENSUKE USHIO| GÉNERO: ANIMACIÓN, DRAMA, ROMANCE | DURACIÓN: 130 MINUTOS

Que a los japoneses se les da bien la animación es un hecho. Que si además tienes un guion potente y el talento necesario para no «cagarla», tienes la baza para hacer un buen largometraje anime. Así ha pasado con algunas películas recientes del país del Sol Naciente, como la tan aclamada Your Name, o la menos conocida En este rincón del mundo. Ambas producidas en el año 2016, junto con A Silent Voice, que además parte con el plus de contener un tema —no en su totalidad, pues la película va más allá— muy allegado en estos últimos años, el tan creciente bullying. Teniendo ya preparado el cóctel, va siendo hora de bebérselo.

A Silent Voice

Yoshitoki Õima es la mangaka creadora de esta historia publicada en 7 tomos y que lleva por título Koe no Katachi cuya traducción literal vendría a decir: La forma de mi voz. Pero ha sido la directora y animadora Naoko Yamada, la responsable de adaptar esta bonita historia y de conseguir un mayor alcance de visionado.

A Silent Voice nos relata parte de la vida escolar de Shôko Nishimiya, una niña que sufre de sordera y que al cambiarse de colegio originará que comiencen los acosos por el resto de sus compañeros por el mero hecho de ser diferente. Entre ellos está Ishida Shôya, principal responsable de lograr que Nishimiya cambie de nuevo de colegio. Años más tarde la culpabilidad reconcomerá a Ishida, quien intentará enmendar sus malas acciones pasadas.

Pese a los recortes argumentales que posee la película frente al manga, A Silent Voice funciona perfectamente como tal, ¡y qué bien funciona…! Está claro que el lenguaje cinematográfico es distinto al usado en un comic/manga y que la compresión de una historia que abarca la cuantía de 61 capítulos, no es tarea fácil. Parte de la «culpa» recae en la guionista Reiko Yoshida en quien Naoko Yamada se ha apoyado para la adecuación de la historia. Bien es cierto que no es perfecta y que hay algún que otro agujero argumental, pero aún así, y como se menciona anteriormente, el trabajo realizado por estas dos mujeres es espléndido.

Adentrándonos más en todo lo que rodea al filme y a su mundo, tenemos el acoso o mejor conocido actualmente como bullying, origen de la historia que se nos narra y que nos acompaña a lo largo de toda la película. Este acoso va cambiando de tinte conforme madura la trama así como también lo hacen sus personajes, cuya madurez no es solo física, si no que también es mental. Algo sorprendente dado que esta evolución y desarrollo no es nada frecuente en los largometrajes animes, donde la mayoría de personajes son opacos, y tienen un desarrollo bastante nulo. En este caso tenemos a uno de nuestros protagonistas, Ishida, quien sufre la mayor transformación en toda la cinta, pasando de la incomprensión y el miedo a lo diferente que le conduce al rechazo, a un estado de transigencia y empatía. Y por otro lado está Nishimiya, quien se esfuerza en encajar en esta sociedad que no acepta lo no establecido, todo aquello que es distinto a los moldes impuestos por esta. A Silent Voice es un canto al cambio, a la erradicación de la ignorancia, pues no hay peor sordo que el que no quiere oir.

A Silent Voice

Además del tema del bullying, la película también ahonda en otros temas más frecuentes que se entrelazan con el tema principal como es la amistad o el amor, que por separado no funcionarían tan bien como aquí lo hacen.

Ahora bien, A Silent Voice no solo la impregna su fuerza argumental, también cuenta con una animación exquisita. Quizá no tanto como la de Your Name y el realismo de Shinkai, pero mantiene el tipo y poco o nada tiene que envidiar a otra contemporáneas. Cada plano tiene su razón de ser, gozando de buena estética gracias principalmente al filtro de colores que empapa la película. Por otro lado la música es un tanto modesta, no pasa desapercibida pero tampoco es algo que haga destacar atributos de película, como sí consiguen hacer otras, meramente es un acompañamiento acorde.

En definitiva y cerrando ya esto, A Silent Voice actúa perfectamente como un buen arte didáctico, que aparte de enseñar valores lo más humana y allegadamente posible, funciona como medio para el entretenimiento y la recreación audiovisual. Rechazar esta película o similares por la animación o los temas tratados aquí por meros prejuicios, conlleva a aceptar aquello contra lo que la película lucha, la incomprensión y la ignorancia.