One Piece por fin se estrena; el celebérrimo manga de Eiichirō Oda llega a Netflix con su live action y dispuesto a reventar audímetros. ¿Lo conseguirá?

Cuando hablamos de One Piece, hablamos del manga/anime más vendido de la historia; por tanto, adaptar la obra, sin dejar de lado el fenómeno, contentando a seguidores y neófitos, es una tarea titánica; hercúlea dirían algunos -perdón por la redundancia, pero pocas veces tengo ocasión de utilizar esa palabra, que adoro-. Dejando a un lado este hecho particular, adaptar algo con una vocación tan directa de dibujo en papel y animación japonesa en cualquier caso, merece ya un aplauso únicamente por el atrevimiento y la osadía de intentarlo.

Debo hacer un par de aclaraciones; la primera, no soy conocedor, al menos en profundidad, del anime en general, y el segundo, tampoco de One Piece en particular. Conozco la historia, claro, me suena que hay un tipo con un sombrero de paja y un tesoro pirata. Pero más allá de eso, no espero nada de esta adaptación cuando me siento a verla; soy como ese niño al inicio de Up que va al cine por primera vez y se deja llevar por lo que ve, poniendo todo de su parte, como siempre. Y, en todo caso, siendo prematuramente pesimista. Dragon Ball Evolution, Death Note y demás memeces tienen la culpa de ello. Una vez hechas las presentaciones, ¿nos sentamos?

Hook es una película que me ha venido en varias ocasiones a la cabeza a lo largo de la serie. Un diseño de arte muy colorido, con cierta tendencia a la hipérbole, y con una producción muy abigarrada que; paradójicamente, uniformiza un mundo que en la práctica no puede ser real, y termina por convertirlo, de algún modo, en un parque de atracciones tremendamente divertido.

Si además tenemos el cuenta que la serie se rueda, al menos en su parte más enajenada, con grandes objetivos y diafragmas muy abiertos, acaba redundando en composiciones con muy poca profundidad de campo y consiguiendo cierta abstracción en lo pictórico y un acabado visual cercano a lo que un mangaka tiene en la cabeza cuando dibuja.

Y por acabar con el apartado visual, donde la serie salva muy bien la disputa e incluso consigue momentos ciertamente inspirados, considero que puedo afirmar con cierta complacencia que los cimientos para llegar a lo que un producto de estas características puede plantearse están ahí. Imaginar y crear desde un lugar como ese, en el que el uncanny valley inherente a las adaptaciones de un manga no aparece, en el que la historia y su narrativa pase a ser lo que centre la atención del espectador es profundamente beneficioso para todo lo demás.

En la parte estrictamente narrativa, la serie está muy bien construida; desde un punto de vista emocional, pero también estructural. Cada episodio justifica su existencia con la presentación de un personaje protagónico, la de un villano o también la de un objeto importante para la mitología de la serie. Los conflictos dramáticos son ligeros, pero honestos; y con un tono marcadamente festivo, jamás se pierde el sentido de aventura, en el que cada personaje tiene su momento y su pequeño arco de temporada.

Por concluir, que Google ya me indexa y no quiero alargarme; si tuviese 13 años, One Piece sería mi nuevo placer anual. Es más, tengo 32, y no hay nada como echarse al mar en pleno agosto en busca de peripecias que vivir junto a la tripulación de los sombreros de paja.

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Reseña
One Piece (2023)
7,5
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Soy un tipo optimista, aunque todo pueda salir mal, que lo hará, nunca pierdo el optimismo. Si tengo que decir las tres cosas que más me definen; primero y más importante, las hamburguesas me gustan sin pepinillo; segundo, los palillos redondos, nunca planos; y tercero, mi madre dice que soy el hijo perdido de Jack Burton... y que nací en Ciudad Esmeralda.
critica-de-one-piece-2023-sin-spoilersEl joven pirata Monkey D. Luffy y su variopinta tripulación emprenden un viaje épico en busca de un tesoro. Versión live-action de la serie anime "One Piece", basada en el manga creado por Eiichiro Oda, también productor de esta adaptación.