Las obras del maestro del terror Stephen King siempre están de moda. Ahora nos llega una nueva película, Cementerio de animales
Cementerio de animales está inspirada en una de sus grandes historias literarias. Y la describimos así porque no se trataría de una adaptación demasiado fiel al relato original. Deberíamos decir que es una revisión más actual, con ciertos cambios en la historia que pueden hacer que los aficionados a la novela no la acepten de buen grado.
Las comparaciones con la adaptación Cementerio viviente del año 1989 son inevitables. Esta película era bastante fiel a la historia de la novela y tenía un tono más dramático y pausado que la película que nos atañe. Ciertamente, su estilo más cercano al telefilme y unos actores poco conocidos le quitaban algo de atractivo.
En esta ocasión, sus guionistas y sus dos directores, totalmente desconocidos, le han dado a Cementerio de animales un nuevo estilo visual y narrativo. En el primer aspecto no podemos decir nada especialmente negativo. La película en cuanto a fotografía gana bastante más calidad y atractivo, con una ambientación más terrorífica y oscura. En el segundo punto es donde tendremos que llegar a una opinión más personal de los cambios introducidos.
Si de algo adolece esta película es de contar la historia de esta familia, que cambia de aires y comienza una nueva vida en una casa en el bosque, de una manera poco profunda y con mucha prisa. Las escenas se suceden como de clips independientes se tratasen. Mientras que en la película clásica se tomaban su tiempo para presentarte a los personajes, la nueva situación de la familia, su pasado y la historia del cementerio, aquí lo hacen casi sin tiempo para que el espectador se sitúe en la trama.
Lo que sí consiguen con esta forma de estructurar la película es un desarrollo muy ameno y entretenido. Los directores intentan mantener un buen ritmo y avanzar en la historia para que pasen cosas constantemente. Por lo que el mayor defecto y la mayor virtud de Cementerio de animales están en el montaje.
En cuanto a la historia, para los que ya conozcan lo que ocurre y les guste la novela y la película clásica, seguramente no les gustará este nuevo tono más cercano al terror. Para el público general que no conozca nada o que no les acabe de convencer la película original, es posible que se lleven una agradable sorpresa. Desde luego la diferencia entre ambas propuestas es importante, sobre todo con los cambios introducidos en su segunda parte y especialmente en el final.
Un acierto de la película es la elección de sus nuevos actores. Los dos protagonistas, Jason Clarke siempre cumplidor y John Lithgow fantástico como vecino de la familia, dan caché a la cinta. Aunque tenemos que destacar a las dos actrices. El verdadero peso dramático y terrorífico lo llevan la madre (Amy Seimetz), con su trauma personal, y Jeté Laurence como la hija pequeña.
Eso sí, todavía no hemos hecho justicia al personaje que mantiene al espectador interesado en la parte central de la película… el gato Church. ¿Más gatos? sí por supuesto. Y es que antes del gato de Capitana Marvel hay otros gatos famosos en el cine. Este felino, utilizado como reclamo durante la película, tiene sus escenas de gloria para «disfrute» de los amantes de los animales. Está caracterizado para que de verdadero mal rollo y a la vez ofrecer algún momento de alivio cómico. A este paso los gatos van a tener que crear su propia asociación para conseguir mejoras en sus contratos cinematográficos.
Cementerio de animales no es la adaptación definitiva de la novela del maestro King. Tampoco es una gran película de terror, aunque tiene sus momentos potentes en la parte final, y tampoco será la peli de terror del año. A pesar de esto, si se desea pasar un buen rato con una historia terrorífica, creemos que el espectador quedará satisfecho. Ojo a su final.
Crítica de Nosotros (2019): La sangre en pantalla ya no da risa