AÑO: 2017 | TÍTULO ORIGINAL: MURDER ON THE ORIENT EXPRESS | DIRECCIÓN: KENNETH BRANNAGH| PRODUCCIÓN: 20TH CENTURY FOX, SCOTT FREE FILMS, GENRE FILMS, LATINA PICTURES , THE MARK GORDON COMPANY | GUIÓN: MICHAEL GREEN| MÚSICA: PATRICK DOYLE | FOTOGRAFÍA: HARIS ZAMBARLOUKOS | REPARTO: KENNETH BRANAGH, PENÉLOPE CRUZ, WILLEM DAFOE, JUDI DENCH, JOHNNY DEPP,MICHELLE PFEIFFER, DAISY RIDLEY, JOSH GAD, DEREK JACOBI, LESLIE ODOM JR.,LUCY BOYNTON, SERGEI POLUNIN, TOM BATEMAN, OLIVIA COLMAN, MIRANDA RAISON,CHICO KENZARI| GÉNERO: SUSPENSE | DURACIÓN: 116 MIN
Vaya por delante que este redactor no las tenía todas consigo ante esta nueva adaptación de la magistral novela de Agatha Christie. Leer en la silla de dirección el nombre de Kenneth Brannagh me producía, si no desconfianza, al menos escepticismo. El británico había deslumbrado a todo el mundo en los años 90 con sus adaptaciones de Shakespeare. Desde que rodó Enrique IV en 1989, se convirtió en un director a seguir la pista. Kenneth, Richard Attenborough y James Ivory formaron el tridente de la elegancia del cine que llegaba de Reino Unido. Pero, por desgracia, los noventa quedan muy lejos. Y Shakespeare más aún. Cuanto más se ha ido alejando de las adaptaciones que le convirtieron en director estrella, más se ha visto que el señor Brannagh era mucho ruido y pocas nueces. Y eso que ya con Frankenstein avisó que no lo sacaran del bardo inglés, que la cosa pintaba mal. Después de deslumbrar al mundo, llegó la segunda parte de Jack Ryan, la versión en carne y hueso de Cenicienta y la subida al carro del superhéroexplotation con Thor. Todas ellas películas que no necesitaban una firma detrás, sino un director de oficio. Porque en eso se ha transformado el otrora autor. En un artesano. Su carrera ha sido pareja a la de M. Night Shyamalan, solo que el indio ha resultado ser mejor artesano que autor. ¡Quién lo hubiera imaginado!. Ahora parece que quiere recuperar su etiqueta de classy con Asesinato en el Orient Express. En principio (al menos en principio) suena bien. Brannagh adaptando a otro clásico de la literatura inglesa con un nuevo reparto de lujo. Pero recordemos que Sidney Lumet, director muchísimo más talentoso que Brannagh, hizo lo mismo y fracasó.
Y dicho todo esto y una vez vista la película… ¿en qué ha quedado mi escepticismo? Pues en el mismo nivel en el que estaba. La película comienza con una fantástica presentación del que será protagonista absoluto de toda la cinta: Hércules Poirot, encarnado por el propio director. Esto es, por una parte lo mejor y lo peor de la película. Nos anuncia una puesta en escena muy cuidada, especialmente en la presentación de cada personaje (y en el momento culmen de la trama). Lo malo es que toda la película es Hércules Poirot. No he visto chupar plano de una manera más descarada en toda mi vida. No sería especialmente malo si no fuera porque Asesinato en el Orient Express es una historia coral. Está en su naturaleza y no se puede entender si no es así. Pero no, el señor Brannagh necesitaba renovar su videobook y le vino de perlas este encargo. Todo es el, hasta el punto de que todos los secundarios son casi cameos. Si exceptuamos a Michelle Pfeiffer y Tom Bateman, al resto de actores les han dejado una página de guión en total. A lo sumo dos. (Y tampoco es que Pfeiffer y Bateman tengan muchas más. Cuatro cada y va que chuta) Todas las demás se las ha quedado Brannagh. Y, ¿cuál es el problema que provoca con este monumento a si mismo? Que al final la resolución queda apresurada y con unas conclusiones que llegan por inspiración divina y no por el trabajo de deducción. El Orient Express de Brannagh es tramposo, lo que jamás ha sido ninguna novela de Agatha Christie. Tan fugaz es cada interpretación que no sea la de Brannagh, que la víctima del crimen no provoca ninguna impresión. Se supone que es una persona odiosa al que cualquiera querría ver muerto. Pero Brannagh solo le reserva dos secuencias (y en ambas las comparte con el). Así es imposible crear una impresión del personaje porque lo ha puesto al servicio del lucimiento de Poirot. Por todo esto, Brannagh al final resulta ser la peor decisión de casting, por más que lo haga estupendamente (Que así es). Es el problema de coger a un actor como director, que al final prima lo primero sobre lo segundo y pone la historia a su servicio y no al contrario. Algo así no vamos a verlo en Woody Allen y Clint Eastwood, porque ellos se ven a si mismo como directores. Tampoco le podemos exigir a Kenneth en qué puesto es más feliz, faltaría más, pero bien podría haber aprendido de George Clooney o Mel Gibson, que cuando se sientan en la silla de dirección saben perfectamente que lo que prima es la historia, aunque tenga que pasar por encima de ellos como actores.
Asesinato en el Orient Express (el de verdad, la novela) puede que tenga uno de los mejores finales de toda la historia de la narrativa universal. A lo mejor estoy exagerando, pero es tan maravilloso lo que urdió y orquestó la cabeza de la señora Christie que podemos decir que el final es perfecto. Así, sin más: Perfecto. Pues pese a tener el trabajo hecho, su guionista va y decide “mejorarlo»… y lo único que logra es hacer molesto cada añadido a un final que no necesitaba la ayuda de Green. Por cierto, hay una absoluta incoherencia en toda la trama de la que uno no se da cuenta hasta que termina la película. No tiene ni pies ni cabeza y no la voy a spoilear. Solo digo que te acuerdes del final de la presentación de Hubbard y Ratchet. ¿La tienes en mente? ¿Entiendes tú a qué viene eso?
También es molesto el uso del ordenador tan burdo y sistemático. Estambul está reconstruida entera por CGI y se nota demasiado. Más sangrante es el tren, que parece que en vez de la capital turca está saliendo de Hogwarts. Todo es digital en una película que se supone que es una apuesta por el clasicismo. No es incompatible, claro, pero si se hubiera notado menos el ordenador hubiera casado muchísimo mejor. De todos modos, la película tiene aciertos y determinados apartados de gran nivel. El primero, ya lo hemos comentado, es la elegante y fluida puesta en escena. El segundo es que el poco tiempo que le dejan a cada actor, lo aprovecha. Especialmente brillante está Michelle Pfeiffer y, por encima de todo, Kenneth Brannagh. Claro que tendría delito que el inglés estuviera mal cuando no le ha dejado sitio a nadie más en el metraje.
«Lo malo de toda la película es que es Hércules Poirot».
Por otra parte, Brannagh desaprovecha la claustrofobia de tener a un grupo de desconocidos atrapados en un tren con un asesino. Branagh no ha entendido que Asesinato en el Orient Express es casi un Slasher. Y no era tan dificil. Sólo había que mira el tagline de la película para darse cuenta: Asesino dentro de un tren. A poco que sepas leer te das cuenta de que no estamos hablando de un festival de nieve digital que ni en el Himalaya ni planos aéreos uno detrás de otro. Hasta Terror train, un típico slasher de la época (Tanto, que hasta está protagonizada por Jamie Lee Curtis) crea una atmósfera que Brannagh no sabe ni por dónde empezar: claustrofobia.
En definitiva, la conclusión de la película se resume en dos puntos: el primero es que es mejor que el Orient Express de Sidney Lumet pero peor de Terror Train. La segunda es que te leas el libro, que vas a alucinar de lo bueno que es.