Crítica de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald (2018): París, la Ciudad de la Magia

Año: 2018 | Dirección: David Yates | Guión: J.K. Rowling | Música: James Newton Howard | Fotografía: Philippe Rousselot | Reparto: Eddie Redmayne, Katherine Waterston, Dan Folger, Adison Sudol, Ezra Miller, Zoë Kravitz, Callum Turner, Claudia Kim, Jude Law, Johnny Depp 

Animales Fantásticos Los Crímenes de Grindelwald

Hace dos años se estreno casi por sorpresa Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos, causando una buena sensación, y con ello Warner iniciaba una nueva saga mágica de 5 películas basada en el Universo Harry Potter de J.K. Rowling (renombrado como Wizarding World), que sirve para explicar aquellos sucesos previos a la saga del joven mago que guardan cierta relación con el. Hoy nos adentramos con Animales Fantásticos, Los Crímenes de Grindelwald.

Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald es la primera secuela en llegarnos y es una película con mucho potencial no explotado. Es un capitulo de intermedio, que sirve como preámbulo ante lo que nos depara el futuro, echando un vistazo rápido a sus espaldas, pero que al mismo tiempo no termina de ser sólida por sí misma de manera independiente (algo que sí tenia su antecesora).

Tráiler final de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald

El argumento nos sitúa en 1927, casi un año entero después de los sucesos de la primera entrega. Gellert Grindelwald (Johnny Depp) hace honor a su promesa y logra huir de prisión. Su objetivo sigue siendo el mismo: conectar con el joven Credence Barebone (Ezra Miller), quien sobrevivió al ataque de Nueva York y ha viajado hacia París, en busca de sus orígenes. El Ministerio de Magia británico, preocupado por la evidente amenaza que significan los dos sujetos si terminan juntos, le encarga a Newt Scamander (Eddie Redmayne) que lo localice antes. Algo que también le pide en secreto y con mejores intenciones su mentor Albus Dumbledore (Jude Law), quien esta siendo cuestionado e investigado por el gobierno dado su nulo interés en tratar de detener a Grindelwald. A partir de aquí, los caminos de todos los protagonistas restantes se entrecruzarán entre sí hasta llegar a su desenlace.

El principal defecto o valoración rápida que tiene esta obra es que recuerda a los inicios de David Yates en la saga (repite por quinta vez como director) con Harry Potter y la Orden del Fénix, una película que tenia un ritmo muy apresurado y con un metraje muy recortado, con un resultado final criticado por igual entre fans y critica. No quiero decir con ello que esta Los Crímenes de Grindelwald tenga ese mismo resultado, pero es evidente que tiene fallos que son altamente visibles.

 

Su duración de 134 minutos aunque correcta, se hace corta por culpa de un guion, escrito de nuevo por la propia Rowling (certificando así su grado de implicación en el proyecto y en el canon de la obra), tiene demasiados personajes e historias en pantalla, con tramas entre ellos que no terminan de narrarse correctamente (sin estar del todo ligadas al argumento principal) y quedan en el limbo. Puede que si lo hiciera y el error está en que se ha recortado bastante metraje de forma intencionada a lo que podía dar una pelñicula mas larga, pero mejor cohesionada. Todo se desarrolla casi como si de una gran gymkana se tratara, la sensación de velocidad es visible y aunque como entretenimiento funciona a las mil maravillas, se echa en falta esa complicidad o ritmo mas estable que si tenia la anterior entrega.

Lo que falla con los personajes y sus mil tramas no quita el hecho que Rowling, como narradora, sigue siendo muy grande en su oficio. El argumento central de la historia, la visión panorámica de esta saga, es su punto fuerte y donde la película brilla más, ofreciendo sus virtudes. Es más madura, oscura, con tintes políticos, donde no solo se suma el descubrir junto a Credence cuales son sus orígenes, sino lo que plantea Grindelwald, quien, dado el año en que sucede la historia y como le gusta a la escritora británica jugar con sus dos mundos (el mágico y muggle), es fácil de advertir lo que se avecinará y como afectará al devenir de las siguientes entregas. Todo este arco ocupa el tercer acto final, que es donde más efectiva resulta, con unos últimos 30 minutos bastante espectaculares y que se encuentran al nivel de oscuridad y seriedad que ocupaban los últimos capítulos de la saga Potter.

Yates, por su parte, hace lo que puede con su talento, si bien sigue siendo un director que ha mejorado con los años, sabe dirigir bien a los actores y plasmar ese mágico universo. Tal vez el único añadido que realiza en esta entrega que no termina de ser atinado es el desmesurado uso de la cámara en mano en ciertas secuencias y esos planos en primera persona cuando hay personajes hablando entre ellos, que son extraños de ver en una producción así

Donde no tiene flaquezas el filme es en el resto de apartados, empezando por el actoral. Mucha critica y debate abrió el fichaje de Johnny Depp para interpretar al villano de esta saga, dados sus problemas personales recientes, su nivel actoral actual y que para varios fans no parecía un intérprete que encajase en este universo mágico. Pues bien, Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald resulta ser su salvación. Si bien en el aspecto visual son visibles sus trazos mas operísticos que lo caracterizan desde sus inicios, Depp ha tomado buena nota de las indicaciones de Rowling y Yates a la hora de crear un villano imponente, cuya motivación y voluntad difieren de las de Voldemort a pesar de perseguir ambos lo mismo. Muy taimado y sin histrionismos, pero con toda su picardía, el actor logra asustar lo suficiente para ver su inteligencia y que esto no es más que una pizca de lo que está por ofrecer en el resto de entregas.

Lo mismo se puede decir de su contraparte, Jude Law, quien no tiene un reto menor como encargado de dar vida a un Albus Dumbledore joven. Con toda su flema británica, postura y elegancia, se adivina al gran mago que hay en el cuando aún esta por lograr sus mayores proezas. Su Albus es más teatral, sigue con sus juegos de manos donde logra captar la atención del protagonista y que haga lo que le pide, pero al mismo tiempo vemos sus debilidades, inseguridades y miedos, donde por primera vez se deja adivinar ese aspecto sobre su orientación que hasta el momento nunca se había mostrado. Al igual que su némesis, todavía queda mucho por ver de él en esta saga.

Sobre los conocidos, Eddie Redmayne sigue sobresaliendo como Newt, haciendo evolucionar lo justo al personaje en un afán de querer mostrar más abiertamente sus sentimientos, pero con la misma apariencia de introvertido y con cierto grado de Asperger, que se vislumbra incluso en un flashback. No se revela mucho más sobre su vida en estos meses entre entregas, pero sigue siendo el mismo tímido magizoologo encantador y adorable que es héroe a su pesar. Katherine Waterston evoluciona en su rol de aurora con una apariencia mas decidida por lo sucedido, pero sigue siendo la frágil Tina que tiene encandilado a Newt, con el cual empieza tímidamente a ver el futuro de su relación romántica. Dan Folger sigue resultando el alivio cómico de la película como Jacob, ya que su rol como muggle le impide ser más que una comparsa en esta aventura, pero mientras en la anterior se revelaba como la mayor sorpresa y revulsivo, aquí esta más comedido y todo su interés se centra en Queenie, con una Alison Sudol que sí evoluciona (cuando su personaje en la anterior era todo lo contrario, el más irrelevante) y permite ofrecer un panorama mas interesante ante su futuro. Ezra Miller sigue resultando convincente como ese Creedence abandonado, triste y melancólico, cuyo personaje no termina de explotar hasta el final, otro claro ejemplo de desarrollo a largo plazo.

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De los nuevos fichajes, hay que destacar a Zoë Kravitz como Leta Lestrange, que es parte del peso argumental de la cinta (se explora su pasado pero tampoco llegan a mencionar nunca detalles que si se mencionaban en la anterior entrega, curioso). Ofrece, eso si, un lado interesante sobre el debate que abre la historia: los bandos que se forman entre magos y el interior verdadero de una persona, mas allá de su apellido o apariencia. Callum Turner, sin tener mucho desarrollo, es un buen contrapunto respecto a Redmayne como su hermano Theseus, en una relación fraternal complicada pero que ambos actores recrean bien. Por desgracia, y tras tanta expectativa que despertó con el ultimo trailer, Nagini no deja de ser un reclamo publicitario donde la pobre Claudia Kim no tiene con que ofrecer nada, es un consorte para Miller, que queda aparcada en su segundo plano tras su presentación. Nicolás Flamel (Brontis Jodorowsky), a quien también se le vio en uno de los tráilers, tiene más participación, pero como recurso humorístico con un personaje que sale como guiño a la saga.

Sobre ello, no son pocos los detalles nostálgicos que también guarda la cinta referentes a los libros y películas. Entre ellos, personajes sorpresa, o menciones de nombres y apellidos familiares, junto ubicaciones que vuelven a salir en pantalla.

El apartado técnico sigue siendo de sobresaliente y con el mismo equipo que en la anterior. Desde las criaturas (no tan protagonistas en esta entrega, como cabía esperar), que dejan varias escenas memorables y permiten expandir el universo visual tras haberlas leído en los libros estos años, con otras de nueva incorporación. Resulta curioso apuntar que otro de los reclamos de esta entrega, que eran los escarbatos bebe, hayan sido deliberadamente recortados de casi todo su metraje, cuando claramente se ve que iban a salir más. Stuart Craig sigue siendo fiel a la saga como el diseñador de producción, con escenarios realmente bellos y fotografiados también por Philippe Rousselot, marca de la casa (así como los efectos visuales). El vestuario sigue siendo impecable, reflejo de la época y de las distintas nacionalidades y posiciones de los personajes (de nuevo realizado por Colleen Atwood, que gano el Oscar con la primera entrega). La banda sonora, de nuevo tambien por James Newton Howard, recupera los temas principales de la anterior propuesta a la vez que deja oír el Hedwig’s Theme en lo que es una icónica escena para los fans, con Hogwarts reapareciendo en pantalla. Sus nuevos temas ahondan en lo dramático y la oscuridad que promete la historia.

Como resultado, Animales Fantásticos: Los Crimenes de Grindelwald no es la secuela que esperábamos encontrar, pero no por ello deja de ser parte de una franquicia que incluso en sus momentos bajos, sigue logrando dar entretenimiento de calidad, algo muy difícil actualmente. De haberse dejado más tiempo para desarrollar mejor esas mini-tramas que deja olvidadas y detalles que no explica, sumado a esa sensación de capitulo intermedio sin demasiado que aportar al argumento central de esta nueva saga, sería mucha mejor película.
Claro que su inesperado y rotundo final (donde Rowling sorprende a todos), tan bien ejecutado, logra su efecto: dejarnos clavados al asiento y empezar a hacernos teorizar que pasara en la siguiente entrega, ansiosos porque se estrene en Noviembre de 2020.

Reseña
Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald (2018)
7
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