Following es el debut en largometraje para Christopher Nolan, una cinta que bebe profundamente de su primer corto Doodlebug, del que copia la elección del blanco y negro y un enfoque a medio camino entre el impresionismo y el realismo.
Following quizás sea, como pasa en muchas ocasiones con las “operas prima”, la película más desconocida de la filmografía de Nolan. Cuando se habla de este director la conversación sobre sus orígenes suele centrarse (meritoriamente) en Memento, y después en la Trilogía del Caballero Oscuro. Pero lo cierto es que esta obra, si bien no cuenta con los medios económicos ni la experiencia de films posteriores, nos ofrece una visión más cruda y directa del “estilo Nolan”.
El primer plano de la película se lo encontramos dedicado a una caja de madera llena de pistas. El protagonista de la película, un personaje sin nombre, parece cumplir el papel del espectador dentro del propio film, siendo un escritor en busca de inspiración que se asocia y comienza a seguir a un ladrón (al que Nolan llamó Cobb, el mismo nombre que al protagonista de Origen) para documentarse.
Por supuesto, y como estamos acostumbrados en la mayor parte de su filmografía más autoral, en esta película no todo es lo que parece, y no todo ocurre en el mismo orden que lo vemos. Sin duda, no es arriesgado pensar en Following como una especie de ensayo para Memento, sin que eso le reste un ápice de personalidad y valor a esta película como ente independiente.
La fotografía de la película resulta bastante interesante, al igual que el aprovechamiento del uso de la luz natural a través de ventanas y otros elementos del decorado. Conviene destacarlo, ya que fue el propio Nolan quien ejerció las labores de director de fotografía y se encargó de diseñar cada encuadre de este primer largometraje.
Una de las cosas más especiales, y al mismo tiempo sorprendentes, que uno descubre al visionar esta película tras haber visto el resto de la filmografía del director, es que el estilo, los temas, leitmotivs y vicios de Nolan no han cambiado ni un ápice desde Following hasta Dunkirk: por descontado se nota un abismo en muchos aspectos entre esta primera producción y sus películas más recientes, pero casi todos los avances se deben a temas económicos y técnicos. Nolan se ha mantenido fiel a sí mismo, quizás en demasía.
Pero no nos desviemos de la película que nos ocupa: Following explora las consecuencias que tiene para uno mismo supeditar tu existencia a sumergirte en la vida de otros (y si cambiamos vida por mente, quizás comencemos a imaginarnos de dónde viene Origen, y por qué eligió mantener el nombre de Cobb). Con un presupuesto de solo seismil dólares, la ayuda de un puñado de amigos y mucho trabajo por parte del director (además de la fotografía y la iluminación, también escribió el guion y operó la cámara), esta película nos muestra al Nolan más puro y libre de condicionantes externos: una dosis en bruto de lo que estaría por venir, y un comienzo sin duda interesantísimo para este director, que no obstante parece perder la fuerza del ingenio víctima de la repetición incesante de los mismos recursos a lo largo de su carrera.