Año: 1999 | Dirección: Sofia Coppola | Música: Air | Producción: Francis Ford Coppola, Julie Contanzo, Dan Halsted, Chris Hanley | Guion: Sofia Coppola | Fotografía: Edward Lachman | Reparto: Kirsten Dunst, A. J. Cook, Hanna Hall, Chelse Swain, James Woods, Kathleen Turner, Danny DeVito, Josh Hartnett | Género: Drama | Duración: 1h 37 min
La banda sonora de Las Vírgenes Suicidas fue nominada en 2001 a Mejor Banda Sonora en los Britt Awards. Las melodías escogidas por los franceses de Air trajeron aires electrónicos densos, melancólicos. Muy diferentes a con los cuales se había relacionado este amplio género musical.
¿Qué gracia tiene hacer música deprimente para adolescentes?
Lisa Simpson
A los pocos minutos de empezar Las Vírgenes Suicidas, no solo lo que vemos nos hacen entender el porqué del nombre elegido en cuanto los sonidos electrónicos que inundan nuestros oídos intensifican las primeras escenas deprimentes y muy pesadas. Nuestro guía —con voz de fiestero recién levantado— en esta historia es Tim Weiner (Jonathan Tucker | voz de Giovanni Ribisi), él habla de lo más brutal que aconteció hace 25 años atrás en su vecindario. Air, el dueto electrónico francés, suena con una ‘Playground Love’ profunda, densa, tristísima cuando Cecilia, una de las chicas hijas de la familia Lisbon se metida en una ambulancia. Su madre corre bata en mano para cubrir a la preadolescente, pero tan tarde como sus intentos de cuidarla. La señora Lisbon ha olvidado lo dura que es la vida para “una niña de 13 años” en los suburbios de Detroit en los 70.
Seguidamente, el narrador confiesa el porqué no puede sacarse de la cabeza a Cecilia (Hanna Hall), Lux (Kirsten Dunst), Bonnie (Chelse Swain), Mary (A. J. Cook) y Therese (Leslie Hayman). Los canadienses de Sloan suenan con ‘On The Horizon’ la tonada catwalking para que Sofia Coppola recuerde sus experiencias con videoclips y mediante los nombres de las chicas escritos por ellas mismas en la pantalla más que presentárnoslas asiente el importante hecho de la edad en la que están. Son cinco bombas entre los trece y los diecisiete. La Sra. Lisbon vive más pendiente del conservadurismo en los atuendos que de las necesidades sociales de sus hijas. En uno de los pobres intentos de la madre por hacer lo correcto es hasta que estamos en la recogida de los platos, al finalizar una cena, cuando el chico invitado va a el baño, el de Cecilia, que llega ‘Batahroom Girl’ tan atmosférica como las imágenes que se nos acumulan. Un baño que parece un altar abarrotado de símbolos católicos. En referente a lo terrenal: un perfume, un unicornio, decenas de tampones, un pintalabios… todo un viaje sensorial que hace volar la cabeza de nuestro amiguito. Vemos a Lux que bailar con el sol a cuestas. La naturaleza le llama al crío cuando el voltaje es demasiado para poder quedarse al postre. Desde que Cecilia abandonó el centro médico vemos a los padres seguir en el intento, y vemos a las chicas tomando baños del astro rey, recetados por el médico.
El señor Lisbon, aunque pusilánime y dominado, va un paso más allá y se hace momento de convite, y como si alguien pudiera tenerla con esta tonada se deja oír ‘A Dream Goes on Forever’, Tood Rundgren casi empalaga. En tanto todos ignoran ‘The Air That I Breathe’, de The Holies, y se entretienen con las habilidades de Joe, Cecilia no logra escapar al impulso que esta melodía invoca y es la primera de las Lisbon que se va. Los románticos sonidos de los 70 se alejan, lo percibido son guitarra y piano de ‘Highschool Lover’ que se arrastran adoloridos porque la velada no da para más y hay que ir a casa. El desconcierto de una fiesta acabada abruptamente en escala logarítmica. La vida siempre continua, mas todo tiene su excepción y esta parece detenerse donde los Lisbon. No hay palabras, solo intentar enganchar otra vez en el día a día en tanto análogamente se culpa al sofá de la infidelidad.
Dice García Márquez que la peor forma de extrañar es cuando este sentimiento se presenta sobre lo que no se ha tenido. Debió pasarle así a estos vecinitos llenándose de recuerdos robados a través de los suvenires que colectaron de las Lisbon. ‘Ce MAtin-Là’ es la compañía musical para irnos en planos superpuestos de los rostros de estas chicas y su habitualidad. El público alrededor de ese hogar intenta explicaciones desde el televisor matizados por Martinis y charlas insustanciales. Es tanta la obsesión de sus colindantes que las ven en todas partes, ellas se les aparecen mientras los Lisbon intentan encajar el golpe. Nosotros nos enteramos de estadísticas, de los signos que deben prender las alarmas. Y también conocemos un poco de Lux a través de los lugares comunes escogidos por sus estúpidos amigos.
Hasta que oímos la guitarra líder de Heart en ‘Magic man’ y el riff y la voz femenina que le acompañan. Air introduce musicalmente así a Trip Fontaine: el Adonis que llegó a vivir al suburbio y que una causalidad de THC llevó a la clase de Lux —el detalle en la pupila de Lux es elegante sra. Coppola—. Yendo al presente, un residuo de Trip nos habla de su relación con la más vivaz de nuestras protagonistas. Volviendo a los momentos de los hechos narrados, vemos a Trip imitar a Odiseo en camino a Ítaca tratando de acercarse a Lux. Hasta que en el cine lo logra, y hay visita oficial. Un documental sobre la vida salvaje en el Kalahari en la entretención de toda la familia. Air vuelve a Heart cuando Trip termina la sedante visita a la casa Lisbon. La apurada guitarra acústica ‘Crazy on You’ es un chequeo de realidad para nuestro héroe.
Se eleva la apuesta, otra vez el profesor Lisbon gana una chance y las chicas podrán irse de fiesta. El spray bucal contra el tufo es una de tantas cosas que completan lo necesario para que todo sea perfecto. Todos, y sobre todo todas, listos. En el auto suena ‘Every Thing You’ve Done Wrong’ con la que Sloan regresa a acompañarnos sonoramente mientras ellas mencionan el análisis pormenorizado que han levantado de sus vecinos. Nadie se escapa de sus aguda mirada y agrios comentarios. Las Lisbon no son tan diferentes, y están que revientan de ganas de probar y experimentar a qué sabe vivir. En el salón de baile los recibe Electric Light Orchestra con el afamado falseto imitación Bee Gees usado en ‘Strange Magic’. Las chicas bailan, Lux echan un trago del aguardiente de durazno, Trip la besa al son dela deliciosa balada de 10cc ‘I’m not in Love’, él y Lux son los reyes de la fiesta. ¡Y cómo no! Ahora, la parte más roquera de ‘Come Sail Away’ de Styx los corona con unas guitarras y baterías un poco estridentes para el ritmo de la película, pero ellas realmente se divierten.
Sin embargo, ‘Playground Love’ da cuenta de que diversión llega con su factura. Como todos, muchas veces uno se supone más capacitado de lo que está para una empresa. El naufragio de irse por esas aguas nuevas está servido, y Sofia Coppola no juega trucos acá. Promesas rotas durante tiempos inquisitoriales. Ese rock, uno de los culpables, pagó literalmente los platos rotos. Nos ahogamos mientras arden Kiss, Aerosmith y sus compinches hasta que Lux decide hacerse estrella porno como salida, y las otras lo hacen con revistas de catálogos. La clave morse no comunica, las cartas tampoco, lo más simple a veces es la solución ideal. Una llamada telefónica y ‘Hello It’s Me’ de Tood Rundgren recibe como respuesta a ‘Alone Again (Naturally)’ de Gilbert O’Sullivan. Y luego ‘Run To Me’ de los Bee Gees. Una maraton de dedicatorias de dos equipos. Son los 70, no nos olvidemos de ello, y el romanticismo de la época bulle en esas pequeñas muestras del cancionero de esa época.
Otra invitación que le llega a Tim. Llegan las señales, se hace hora de cumplir la cita. Pero es ‘Empty House’ de Air la que se escurre en tanto recorremos la casa donde ahora solo suena un reloj de pared. El horror. Y aunque todo cambió, la normalidad del tiempo vuelve y ese reloj nos sigue advirtiendo que en este juego vital es él el único que no para aunque la casa siga vacía. Musicalmente nos vamos en blanco hasta el final cuando volvemos a ‘Playground Love’ y así, musicalmente, Sofia logra cerrar esta historia mientras que nos deja a nosotros con tantas piezas sn saber cómo acomodar.