Blade Runner 2049 se estrena el 6 de Octubre en España y a lo largo de la semana en las pantallas de todo el mundo; Denis Villeneuve dirige la secuela de la mítica cinta de ciencia ficción con Harrison Ford y Ryan Gosling en los papeles principales de una película que tiene una tarea improbable, llegar más lejos y más alto que la original.
Una película que tiene en su póster a Harrison Ford y Ryan Gosling, Blade Runner no sé qué como título y la firma de Denis Villeneuve, aglutina tal cantidad de esperanzas en sí misma que es tremendamente atrevido lanzar un simple pulgar hacia arriba o hacia abajo para lanzar la innecesaria opinión que cada uno tenga sin añadir matices a cada palabra que se diga sobre ella. Ya lo recuerdo, 2049 es el número; Blade Runner 2049.
A los pocos minutos de comenzar la proyección uno se da cuenta que está ante algo único, algo diferente, algo verdaderamente emocionante; gran cine, ese que no abunda precisamente entre las cintas que pueblan la cartelera a lo largo de los meses. Basta con mirarse a uno mismo durante un segundo y ver que tiene una sonrisa en la cara sin apenas percibir que su gesto ha cambiado, felicidad dicen que se llama. Las expectativas con las que llego a la sala aumentan a medida que el metraje avanza, y al finalizar no hago sino asombrarme ante la soprepaso que Blade Runner 2049 ha tenido sobre mí mismo.
La fotografía de Roger Deakins es lo primero que me provoca esa sensación apabullante; los tonos fríos y cálidos que alternan, la ciudad de neón, el desierto de Las Vegas o un paisaje nevado convierten la estética de la cinta y la plasticidad de la imagen en la cota más alta que la cinematografía puede llegar a alcanzar. Andrei Tarkovsky nunca se ha ido, amigos. Un nuevo cánon de imagen ha llegado para instaurar lo que desde Blade Runner 2049 será el nuevo cine de ciencia ficción.
el relato es en términos estrictamente narrativos cine noir
Indistintamente a que la cinta se enmarca en el género, como comentaba, de la ciencia ficción, el relato es en términos estrictamente narrativos cine noir; algo que ya teníamos en su antecesora, pero aquí es lo que sustenta todo, es el plato principal. Política, romance, filosofía… Todo, se estructura en un relato policial que, además, concentra toda su mitología en aquello de lo que nos hablaba la película de Ridley Scott; manteniendo un diálogo entre ambas historias constante, y haciendo que una sea un reflejo de la otra y un eco de misma.
Se trata de una propuesta tremendamente literaria, con referencias constantes a Richard Matheson, Charles Dickens o Robert Louis Stevenson; con una composición temática inabarcable, pero que el espectador más avispado extraerá de cada instante que se muestre como tal.
A pesar de que la propuesta se viste por lo visual, narrativamente adquiere el ritmo adecuado para que la película respire cuando debe, sin recargar en exceso una historia que tampoco lo pide; Denis Villeneuve se asienta como uno de los grandes de nuestra época, asumiento que tiene una tarea imposible y alcanzando con su cumplimiento la cima de una carrera que nadie puede cuestionar ya. Saca lo mejor de su reparto, el mejor que recuerdo en años, en el que todos entregan una actuación redonda, me atrevo a decir que sus tres actores principales serán nominados al Oscar, Harrison Ford, Ryan Gosling y alguno más que me guardo; dirige la acción con la misma lírica con la que engalana el resto de relato, y entrega una obra maestra sin paliativos que deleita a lo largo de sus 166 minutos a cualquier amante del séptimo arte. Estreno, 6 de octubre.
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