Berlinale 2020: Dia 7. La lentitud como posición política

Berlinale 2020

La noche anterior había sido tranquila, así que después de cenar y escribir un poco pensaba que podría dormir pronto y recuperar, de ser posible, algo del sueño atrasado. Dormir al menos unas 7 horas hubiese sido recomponedor. Pero apenas fueron seis horas. Así que, habiéndome despertado apenas pasadas las 6:00, no me daba la vida para salir a correr —como ingenuamente pensé antes de llegar— y maté el tiempo leyendo. Tomar una ducha, salir a desayunar a otro lugar, que ya el mismo desayuno día a día agota, y pasarme por la taquilla de prensa de la Berlinale para reclamar los pases para el día de mañana y uno de hoy: A Metamorfose dos Pássaros.

Rizi

Ming-liang Tsai tiene una Palm d’Or por Visage (2009), junto a un León de Oro por Ai qing wan sui. Y otros tantísimos premios más, y aunque en 2003 se llevó de acá el gran premio del jurado con Bu San, del director de Malasia podría decirse que le falta un Oso de Oro de la Berlinale para completar el gram slam del cine. ¿Por qué no? Me decía antes de estar a esta película traducida como Days. Un tipo rico, Kang (Kang-sheng Lee), conoce a Non (Anong Houngheuangsy), cuyo apartamento será una habitación de la casa del primero.

Lamentablemente la levantada temprano me pasó factura y mientras veía a Kang contemplar la lluvia a través de su ventanal yo caí dormido por primera vez. Una pestañada larga, porque al abrir los ojos Kang seguía allí —como diría Monterroso—. Pero luego, el ritmo de la película me hizo volver a caer y esta vez eran quince los perdidos. Y se me hicieron irrecuperables. Pasados cinco minutos más de la primera hora, dura dos, no hilaba nada y decidí salirme. Una deuda que tengo con ella, que deberé saldar pronto. Varios compañeros con los que muy a menudo comparto el gusto salieron dandole alabanzas, así que será volver a ella.

Malmkrog

Para seguir con películas contemplativas, pues un rumano Cristi Puiu, el mismo de la maravillosa Sierranevada (2016). Y otra vez nos invita a una cena cuyo anfitrión es Nikolai, un señorito ruso entre el final y el principio de los dos siglos precendetes que vive en un palacete. Puiu pone en movimiento la filosofía de Solovyov, los dolls, las cámaras siempre precisas para que tanto los personajes como las cosas estén perfectamente colocados y no dejen que el espectador se pierda entre los monólogos y discursos de cada uno de los invitados de Nikolai, y de él mismo. Casi tres horas y media de una clase de dialéctica donde se tocan temas como el bien, el mal, el anticristo, Europa, y la naturaleza humana.

El director rumano divide el metraje en seis capítulos cada uno con los nombres de los protagonistas. Nikolai, exseminarista y terrateniente; Olga (Marina Palii), la joven naïve que entiende los evangelios sin matices y cuyas ideas venidas de esa lectura son motivos para los alegatos; Madeleine (Agathe Bosch), una ácida intelectual de mediana edad; Edouard (Ugo Broussot), político y negociante; e Ingrida (Diana Sakalauskaité), esposa de un general ruso; además presenta a Itsván, el butler. Malmkrog es un producto difícil de vender, pero tengan fe en este servidor, y si les gustó Sierranevada, pues, amigos míos Malmkrog es el maná.

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A Metamorfose dos Pássaros

La ópera prima de la directora portuguesa, Catarina Vasconcelos, es un poético trabajo que se mueve entre el documental y la ficción. La metáfora con la vida de los humanos y sus parientes, ella la asemeja a la importancia de los árboles para la vida y desarrollo de los pájaros. Y acá los árboles que más dan sombra y donde esta familia se asentó son la abuela paterna de la directora, Beatriz, y su mamá. Lo que más logro resaltar de esta película es la manera en la que la directora consigue separar la vida de dos generaciones de esta familia, en los ojos de su abuelo, de su papá Jacinto, y de ella misma (que serían lo documental), mostradas como retratos de momentos vitales en los que ellos sintieron: alegría, tristeza, celebraron la vida y lloraron la muerte. Todo eso no cambia cuando llega esta última, todas las cosas siguen allí, pero se presentan sin sentido, como si estuviesen inutilizadas por el peso de las pérdidas. Hermosa película, atrevida en sus formas y potente en su discurso. Una joya más de Encounters.