Esperamos ansiosos durante un poco más de un año el estreno mundial de Stranger Things 2, en Netflix. Muchas preguntas habían quedado sueltas en ese primer conjunto de episodios liderado por una soberbia promesa como Millie Bobby Brown, una Winona Ryder desesperada por encontrar a su hijo, un policía nunca mejor interpretado por David Harbour y un grupo de adorables pre-adolescentes que se divierten yendo en bicicleta y creando campañas con trogloditas y demogorgons.
Esta Stranger Things 2 se presenta más oscura que la primera, no en vano fue estrenada el 27 de octubre y los protagonistas se encuentran en la víspera de Halloween, un año después que Will fuera succionado por un ser del otro mundo (upside-down).
Advertencia: esta entrada contiene SPOILERS.
Los Hermanos Duffer redoblan la apuesta. El misterioso pueblo de Hawkins se transforma en tenebroso. Tiros, sangre para todos los gustos, monstruos-perro, punkis-malhechores, niños poseídos… solo falta un poco de droga y sexo. Somos participes de ese otro mundo que se cuela casi constantemente con la realidad. Los ofendidos con la desaparición de Barb, sin consecuencias, en la Primera Temporada ya pueden quedarse tranquilos. Los Hermanos Duffer nos dan algo de lo que habíamos estado exigiendo, y para los que creían que nada podía asemejarse al mar de luces que planta Joyce (Winona Ryder) para comunicarse con su hijo, esta vez un Will poseído dibuja y arma un mapa gigante de Hawkins que se desperdiga por toda la casa de los Byers.
El grupo de los inseparables cuatro (Mike, Eleven, Lucas, Dustin) + Will se dispersa, tomando distintos rumbos y se establecen nuevos pares. Eleven y Hopper, Lucas y Max (una de las nuevas caras de la temporada), Dustin y Steve, Mike y Will, y, nuevamente Nancy y Jonathan.
Soy de la teoría que las segundas partes no son tan buenas como las primeras, y estuve convencida de eso hasta segundo 30 del último capítulo: El Portal. Me rentaba más la fantasía naif, hasta un poco utópica, y la unidad que habían generado en la primera temporada, también extrañé a la Eleven inocente. Sin embargo, el último capítulo me voló la cabeza, casi literalmente.
Te hacen transitar por todas las emociones, escenas memorables, cada una más buena que la anterior: la hermosa escena entre Eleven y Hopper, la llegada de Eleven, la sutileza y el humor de la escena de Cara Buono -porque es LA escena-, la violencia con la que se pelean Steve y Billy que me hizo quitar los ojos de la pantalla, la fuerza de Eleven luchando por cerrar el portal. Los mejores diálogos de la temporada están encerrados en ese capítulo mezclando humor, sangre y terror. Un excelente guion que no deja nada librado al azar, conectando cada una de las puntas deshilachadas. Lástima que sea tan poco realista que Steve después de ser molido a palos tenga fuerza para gritar, correr y hasta liderar al equipo por los laberintos subterráneos siendo perseguidos por los monstruos-perros.
Hay que destacar la banda sonora de los compositores Kyle Dixon y Michael Stein, uno de los elementos que más disfruto de la serie, que realzan de excelente forma los demás componentes, esta vez con sonidos llevados más a lo supernatural, siniestro y demoníaco. A nivel de fotografía, montaje y diseño de producción, nos tienen bien acostumbrados. El único capítulo que se diferencia un poco, y el que echaría menos en falta, ya que parece arrancado de otra serie, es el 7: La Hermana Perdida, el único dirigido por Rebecca Thomas.
«Un guion que no deja nada librado al espectador, conectando cada una de las puntas deshilachadas.»
Última cosa, con o sin dientes, Dustin es el mejor (grrrrrr), y deseé estar en el baile de invierno y sacarlo a bailar. Esperemos que en la próxima temporada, ya avisaron que habrá una tercera, dejen un poco tranquilo al pobre de Will, que hace un rato que lo tienen de punto. ¡Nos vemos en los comentarios!