Uno de los rasgos distintivos de nuestra cultura (eso que llaman posmoderna, generalmente como insulto… por algo será) es la mezcla autoconsciente entre la alta cultura y la cultura popular o el Mainstream. Digamos que la historia nos estudiará poniendo como ejemplo los Celebrities de Muchachada Nui. ¿De dónde viene este afán de colocar por igual ambos niveles culturales? Pues en gran parte de la «democratización» del arte y el rechazo a lo académico (palabra que también se usa como insulto. Si es que no tenemos remedio).
El Mainstream Tampoco es algo nuevo. Andy Warhol ya colocaba a Marilyn Monroe en un lienzo, en vez de a una Venus, allá por los años 60. Digamos que el poner referencias culturales del día a día junto a otras más culturetas es una manera des-dramatizar, jugar o incluso reírse de la gran cultura. ¿Cuál me parece que es el error de base? Pues dar por hecho que hay dos niveles de arte. Asumimos que Mario Vargas Llosa es alta cultura y que Rosalía es cultura popular. Ahora bien… ¿Y los Beattle? ¿Y Michael Jackson? Ahí ya la cosa empieza a desdibujarse.
Al final la historia da una pátina de «majestad» a lo que en su día eran fenómenos culturales de masa. No es nuevo. El Quijote fue un bestseller que ríete tú de Dan Brown. William Shakespeare hacía obras de teatro para el gran público. La Odisea y la Ilíada se recitaban por los pueblos para la población más sencilla. Nada de eso se hizo pensando en las élites culturales del momento, sino que se concibió como fenómenos de masa. El mismísimo flamenco no era más que música de las más bajas esferas sociales andaluzas y hoy es la bandera cultural española. ¿Será que no existe la baja y la alta cultura? ¿Será que sólo hay LA cultura?
Vayámonos al cine. En sus inicios se veía como un divertimento para pobres y desarrapados. El mismo Charles Chaplin interpretaba a un mendigo porque su público era ese. ¿Qué pasó? Que el fenómeno del cine llegó a la costa este, donde estaba la élite cultural norteamericana y ésta fue la que la reivindicó como el séptimo arte. Al final la diferencia entre baja y alta cultura sólo reside en si le gusta al pueblo llano o a los culturetas. Es una mera cuestión sociológica.
Alfred Hitchcock hacía cine de género, cine «popular» y por eso nunca fue valorado como un cineasta «de verdad». En su momento, darle un Oscar como director hubiera sido como dárselo hoy a Michael Bay (Claro que si Ron Howard y Tob Hooper lo tienen, por qué no lo iba a tener Michael Bay). Hasta que la crítica francesa no lo reivindicó no saltó de la cultura popular a la alta cultura. Pero su cine era exactamente el mismo. No cambió él, cambió la manera de mirarlo.
Supongo que a todos nos gusta tener cierta sensación de exclusividad. Descubrir una canción o una película y sentir que es algo tuyo porque sólo la conoces tú. Que se haga popular y pase al gran público es casi una traición, como si te pusiera los cuernos. Parte del atractivo «indi» reside ahí, en la ilusión de exclusividad que te vende. Es una música o un cine hecho para ti porque sólo tú puedes entenderlo y disfrutarlo. Las películas de Marvel y las canciones de los 40 principales son para quienes no sabrían paladear una verdadera joya como tú. Bueno, como digo, no deja de ser ilusorio porque el indi es un mercado igual de dirigido como el mainstream, no te creas más libre y menos manipulado por escuchar RNE3 porque va a ser que no.
¿No te gustan las películas de Marvel? Perfecto. Nadie está obligado a ello. Despreciarlas por ser cultura popular es lo absurdo. No existe la cultura popular. Existe la cultura, a secas. Spielberg no hace cultura popular con Tiburón pero alta cultura con El color Púrpura. Si lo ves así, es tu problema.
Y entonces sí que te voy a llamar pos-moderno como un insulto.