Lost Highway (1997): Lynch en la era videoclub

Lost Highway

Dirección: David Lynch | Guión: David Lynch y Barry Gifford | Música: Angelo Badalamenti | Fotografía: Peter Deming | Reparto: Bill Pullman, Patricia Arquette, Balthazar Getty, Robert Blake y Robert Loggia | Productora: CiBy 2000 y Asymmetrical Productions

Los 90s fueron Jurassic Park, Pulp Fiction, Pretty Woman, Titanic y Toy Story, pero también fueron Lynch. Desde que cedió su talento al cine, Lynch ha caracterizado todas las décadas que ha vivido. Desde los 80s con Blue Velvet a los 2000s con Mulholland Drive. Los 90s fueron Twin Peaks, obviamente, pero también fueron Lost Highway.

Muchos recuerdos me evocan rápidamente a la infancia. Y no solo materiales, sino también conceptuales. La sensación que recorre mi cuerpo cuando veo determinadas estéticas es indescriptibles. Estéticas que me gusta llamar «de videoclub». No sabría traducir a palabras este tipo de estilo visual, pero es fácilmente reconocible tomando como punto de partida determinadas obras. Matrix, Scary Movie o Kill Bill son buenos ejemplos de ellos. Incluso cualquier videoclip de los 2000s es puro videoclub (The Black Eyed Peas, Anastacia, Britney Spears…). Pero ¿qué tiene que ver Lost Highway con todo esto? Me atrevería a decir que pocas obras captan la esencia de una época con tanta ferocidad como la obra maestra de Lynch.

Lost Highway es la cinta con la que conocí el relato imposible; ya había interactuado con él, pero jamás había sido consciente de ello. También es la película que me hizo enamorarme del cine de Lynch. Estructurada de modo que se hace imposible buscarle lógica racional a lo que estamos viendo, Lost Highway narra dos historias imposibles que la convierten en un film inclasificable. ¿Es un thriller? ¿Es terror psicológico? ¿Un drama romántico? Es Lynch, y con ello digo todo y nada a la vez.

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Hasta hace relativamente poco, no concebía el cine como un medio que busca transmitir sentimientos o ideas conceptuales en detrimento de contar historias sin más pretensión que eso. Suspiria de Luca Guadagnino supuso un punto de inflexión en mi vida cinéfila, y Lost Highway es consecuencia de ello. Uno no puede pretender entenderla con los ojos de un espectador normal y corriente. Lynch exige un esfuerzo en el espectador que siempre (o casi) es recompensado con creces. El único modo de ver y disfrutar Lost Highway es viendo más allá, analizando todo lo que escuchas y fijándote en todo lo que te muestran.

El juego (porque eso es lo que es, al fin y al cabo) que propone Lynch solo es apto para los espectadores más exigentes y abiertos de mente. Con esto no pretendo decir que si no te gusta Lost Highway eres un cateto. Digo que para entrar en ella hace falta paciencia y esforzarse. Hay quienes consideran que una película jamás debería exigir esfuerzo por parte del espectadores. A gustos colores, pero para mí estas son las mejores películas.

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Los artistas marcan determinadas épocas. Los genios se adaptan a todas ellas y las marcan como nadie. Lynch coge todo su líquido talento y lo vuelca en cada una de las obras que estrena. Lost Highway es pura sobredosis noventera, una época maravillosa y única justamente por películas así.