Lamb es la nueva película de Terror de la conocida productora y distribuidora A24, quien desde la pasada década apuesta por nuevas propuestas y reescrituras al género.
Blumhouse Productions, Full Moon, Ghost House Pictures o Lionsgate Horror son ejemplos de algunas productoras que, recientemente (y no tan reciente), han llevado el género de Terror a las salas de Cine anualmente, dándonos una buena dosis de sustos y hemoglobina; pero, más allá de ellas, hay una que ha conseguido captar la atención de una gran parte del mundillo y conseguirlo periódicamente: A24. Esta conocida productora y distribuidora, -para la que el Terror supone solo una parte de su catálogo-, ha sido la encargada de llevar a salas algunas de las mejores propuestas del género durante la pasada década, como It Follows, Llega de Noche, La Bruja, Hereditary, Midsommar o El Faro, probablemente todas entre lo más interesante del Terror y, en algunos casos, de la cinematografía en general.
En este caso, y después de estrenar el pasado año la interesante Saint Maud, A24 nos trae Lamb, dirigida por el director nobel Valdimar Jóhannsson, rodada y ambientada en los bellos y desolados paisajes islandeses, donde las leyendas se forman entre el silencio y la aparente calma de la naturaleza libre; y donde el Terror se muestra, casi por sorpresa, entre el drama y el realismo mágico, un cruce de géneros tan sugerente como íntimo.
«Una pareja sin hijos descubre un misterioso recién nacido en su granja de Islandia. El potencial de crear una familia les trae mucha alegría, pero también podría destruirles». [Filmaffinity]
Lo primero a mencionar entre todo lo que pueda aportar Lamb es que quien espere una película de Terror al uso, con una estructura tradicional, jumpscares y un montaje que refuerce la intensidad del momento, desde luego esta no es la mejor elección. El filme utiliza la tragedia, lo imposible y lo imprevisible para sorprendernos, en más de una ocasión lo consigue y su lenguaje de cámara se basa más en lo que no vemos, las expresiones y un uso del montaje más calmado, contemplativo e íntimo para transmitir la fuerza de lo que estamos viendo, el impacto de la tragedia o la sorpresa de lo que no esperamos.
Lamb comienza con la presentación de un matrimonio de ganaderos al que sentimos solitario y con una profunda pérdida, pero salvaguardando la cotidianeidad y el día a día, entre los preciosos parajes de una Islandia alejada del bullicio y el tráfico pasajero. La película se recrea en mostrarnos la fuerza natural de estos paisajes, lo minúsculo del ser humano y su impacto en ellos, y cómo encierran, aíslan y llenan de misterio el seno de esta pequeña familia. Este matiz es importante, dado que Lamb lo utiliza como un eje del lenguaje para conseguir que la pieza se sienta extraña y pequeña en magnitudes, donde un hecho aislado o extravagante cobra más protagonismo que si fuera rodado en otro contexto o con otro empaque. La película se esfuerza por transmitir el mensaje de que algo está a punto de ocurrir, y cuando lo hace -porque, evidentemente, lo tiene que hacer-, se transforma en un relato dramático sobre la paternidad, las ilusiones y la interpretación de un hecho nada esperado.
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Algunos aspectos a destacar son el desarrollo de la historia, cómo posiciona la psyque del matrimonio en relación al hecho y cómo reflexiona nuestra interpretación como espectadores para ir guiándola durante su metraje, incluso introduciéndonos -cójase esta palabra con pinzas, no en el sentido literal- a través de un personaje para reforzar los argumentos de esta gran sorpresa y llevándolos a su terreno. Veo también algunas herramientas por cámara dentro del cine Occidental y, concretamente, Europeo de las que soy muy próximo y que, personalmente, siempre suelen ser acertadas y funcionar en estos casos, como un movimiento de paneo que revela algo inesperado y que, pese a su simpleza y la aparente normalidad del hecho, precisamente el tratamiento consigue dejar huella y hacer que seamos nosotros, los espectadores, los que queramos detenernos en ese hecho, que busquemos respuestas y que, en definitiva, nos sintamos atraídos hacia el filme.
Lamb no es una película perfecta. Pese a que es fácil entender y aceptar cada aspecto de su lenguaje, o de su estructura, no la siento del todo llena como para que termine de golpearme. Quizá su final, que no dejará indiferente a nadie, sea de lo que menos me haya llenado, ya que reescribe algún que otro pilar del filme y, por lo menos en mi caso, no lo lleva a un terreno mejor, pese a que sea sorprendente; y considero que podría haberse conseguido lo mismo con un desenlace diferente. Al final, la película termina y no sabes con claridad cuál es el mensaje del desenlace, si lo hubiera, y el porqué de cada sentimiento que te ha suscitado en su desarrollo. Mi sensación es, que por aproximarse al terreno del Terror, de la mitología o de la leyenda negra, Lamb pierde otras cosas que la hacían ser mucho más sensible y misteriosa.
En definitiva, Lamb es otro interesante acercamiento de A24 al género de Terror y Fantástico, y una nueva apuesta más por traer a salas la visión de un director del que, fuera de sus fronteras, no era conocido. Como he mencionado anteriormente, no es una cinta al uso y la desaconsejo totalmente al que lo esté buscando, dado que se centra mucho más en el drama, el realismo mágico e incluso la fantasía, pero que consigue clavarnos en la butaca en más de una ocasión y hacer que, por lo menos, salgamos de la sala con ganas de volver a ver algo de Valdimar Jóhannsson, otro director al que conocemos gracias al valor de este estudio. Recomendable.