Kubo y las dos cuerdas mágicas (2016): Origami en Stop Motion

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Travis Knight, el máximo responsable del estudio Laika Entertainment- responsable de proyectos como Los mundos de Coraline y Los Boxtrolls-, debuta como director con Kubo y las dos cuerdas mágicas.

En esta segunda parada por las películas de animación aspirantes al Oscar, nos encontramos con una de las más firmes candidatas a conseguirlo. Kubo y las dos cuerdas mágicas es una bella historia sobre la familia y la esperanza en la humanidad, en que pueda conservar esos ojos de niño para no alejarse hacia la indiferencia y el egoísmo.

Kubo vive con su madre en una cueva. De día baja al pueblo para tocar el shamisen con el mueve, usando la magia, unas hojas de papel con las que forma origamis. Con estos origamis, Kubo cuenta la historia de una valiente samurai, el que fuera su padre. Un día, a Kubo se le hace de noche, cosa que la madre le tiene terminantemente prohibido si quiere sobrevivir. Es entonces cuando comienza su aventura, donde la historia le hará reencontrarse con su abuelo, que le quiere arrancar el ojo que le queda. Pero en su aventura encontrará compañeros inesperados, en busca de la espada y la armadura de su padre.

Con esta emocionante premisa se presenta una película que muestra un respeto y cariño increíble por cada personaje, cada detalle y cada movimiento. Una técnica de stop motion es marca de la casa de el estudio y con un director que puede llegar a realizar cosas muy importantes en el futuro. Otra cosa que hay que agradecerle a este joven estudio es su originalidad. Travis Knight no lleva al espectador a lugares comunes, sino que le muestra un nuevo mundo. La imaginación en el desarrollo de la historia se puede apreciar desde el primer momento, contando una historia de la que pueden disfrutar los más pequeños y los cinéfilos más amargados que os encontréis.

Pero no solo la técnica es un deleite. Cada personaje es importante en la historia, con un pasado trágico del que se nos va informando desde el principio.  Ese inicio es pura magia, con mucho respeto hacia la cultura asiática e incluso acercándose a las cotas de sensibilidad e imaginación con la que nos ha deleitado el Studio Ghibli. Quizás el tramo final sea algo más flojo que el inicio, pero es que ese nivel sobresaliente es difícil de mantenerse. Aún así, esta obra mágica perfectamente hilvanada no se resiente y supera con nota tanto en su ejercicio de estilo como en la trama.

La competencia con Zootrópolis va ser complicada, pero es merecedora de mantener el pulso hasta el final. De momento, los animalitos de Zootrópolis ganan por un Globo de Oro.

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