No te preocupes, no llegará lejos a pie se sitúa en la década de los 70, cuando John Callahan era un joven de 21 años en Portland que se refugiaba en el alcohol como método de evasión de la realidad. Una realidad en la cual no encuentra su lugar. La década de los 70 en Estados Unidos es posiblemente una de las décadas más convulsas, no solo por los conflictos bélicos y la guerra del petróleo, sino también por la implantación de la droga en cualquier hogar americano. La historia de Callahan es el punto de partida de miles de jóvenes de los 70. Los flirteos con el alcohol y también con las drogas en sus muchas variantes que tocaron a jóvenes americanos y por tanto a sus familias y entornos.
«Lo importante no son los obstáculos que nos encontramos en la vida sino en nuestra manera de cómo afrontarlos».
En No Te Preocupes, No Llegará Lejos a Pie, Callahan se enfrenta a esos obstáculos escondiéndose en la bebida. En medio de esa vida de vorágine en la que se encuentra llega el accidente de tráfico que marcará el resto de su vida. Pero curiosamente ese accidente que le deja postrado a una silla de ruedas para siempre, cambiará su vida personal y profesional. La invalidez física se convierte también en un reflejo de su incomunicación y de su falta de afecto. Su infancia como niño huérfano y su vida en una familia de acogida nos da el perfil psicológico que fue la excusa perfecta para destapar su alcoholismo.
Y como en todo proceso de catarsis aparece su tabla de salvación. En este caso esa tabla es el grupo de alcohólicos anónimos en el que se refugia Callahan. La fuerza del grupo que viene de la unión y el apoyo mutuo para sentirse reconocido como persona independiente pese a sus traumas, sus debilidades y su nueva condición física. Reconocerse y alcanzar la autoestima sin tener miedo a ser juzgado.
La otra tabla de salvación, la herramienta para superar sus adicciones y superar también su parálisis fue el dibujo. Callahan se convirtió en uno de los dibujantes de viñetas más reconocidos en todo el mundo. Esas viñetas se llegaron a publicar en diarios de varios paises. Sus viñetas combinaban el humor negro, la vida cotidiana desde una silla y especialmente la crítica social de esa tumultuosa década de los setenta.
Uno de los aspectos que Gus Van Sant quería reflejar en No Te Preocupes, No Llegará Lejos a Pie y que más le atrajeron en la lectura de las memorias de Callahan era el cómo enfrentarse al sexo desde la silla de ruedas. De manera recurrente era uno de los temas que Callahan llevaba a sus viñetas. La película trata con el mismo desenfado el siempre tema tabú del sexo en gente con diferentes discapacidades. La escena en la que Callahan acude a su terapeuta y como sigue los consejos que esta le da en como afrontar el sexo y como poder tener erecciones a través del contacto y no tanto de la imaginación de la erótica. En todo momento el film sabe reflejarnos ese momento de intimidad con aire de total normalidad.
Van Sant siempre ha estado interesado en contar historias desde un escenario, un lugar. De ahí nacen después sus historias. Y este parece ser el caso también de No te preocupes, no llegará lejos a pie. Portland es el testigo de las escapadas de Callahan. Sus paseos en busca de alcohol, sus salidas nocturnas y especialmente sus paseos ya en la silla de ruedas que rompen la idea de estar atado a la silla y como Gus Van Sant le da toda la ciudad para poder moverse con libertad.
Una película brillantemente interpretada por Joaquin Phoenix, que se pone en el papel de John Callahan. El resto del casting juega un papel muy secundario, muy de acompañamiento. Y eso forma parte de las debilidades de la película. Los personajes no están desarrollados, a excepción de Jonah Hill (El Lobo de Wall Street), por lo que todo el peso queda en Phoenix. Ni siquiera la dirección de Van Sant llega a las cuotas que nos acostumbró el director con Drugstore Cowboy (1989), Mi Idaho Privado (1991), El Indomable Will Hunting (1997) o Elephant (2003). Encontramos algunos momentos de una gran factura visual de alguien que es uno de los máximos exponentes del cine independiente.
Jonah Hill vuelve a sorprender con un increíble cambio físico
Algunas escenas son excesivamente planas y el recurso a la escena de Callahan junto a la bebida alargan el metraje innecesariamente. Esa falta de ritmo se acentúa en la banda sonora de Danny Elfman. A excepción de un par de piezas no encuentra tampoco la ubicación y el guión musical desaparece.