Año: 2017 | Título original: Oro | Dirección: Agustín Díaz Yanes | Producción: Apache Films / Sony Pictures España / Atresmedia Cine | Guión: Agustín Díaz Yanes (Libro: Arturo Pérez-Reverte) | Fotografía: Paco Femenía | Música: Javier Limón | Reparto: Raúl Arévalo, José Coronado, Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, Luis Callejo, Juan José Ballesta, Juan Diego, Carlos Aduviri, Anna Castillo, Antonio Dechent, Juan Echanove, Andrés Gertrudix, José Manuel Cervino, Diego Paris | Género: Aventura. Drama | Duración: 103 minutos.
De los Álamos vengo, madre. De ver cómo los menea el aire. De los Álamos de Sevilla. Tema principal de Oro, la película que hoy nos atañe, pero de los Álamos de Sevilla no viene el principal culpable de esta cinta, Agustín Díaz Yanes, viene de un lugar más al norte llamado Madrid, y de un alto en su filmografía, vuelve tras ocho años de su último filme, y aunque las comparaciones son odiosas, es imposible no caer en la tentación con su Alatriste, que cuenta ya con once años a sus espaldas.
Siguiendo el camino que marcó Alatriste, odiada y amada a partes iguales, pero un éxito incontestable en la taquilla española. Este mismo sendero es el que promete recorrer Oro, ya en la sala donde la pude disfrutar había comentarios que tendían a la noche o el día, aunque también a la penumbra. Pero como ya le paso a su antecesora, tendrá su aportación en los futuros Goya de seguro. Aunque Oro se compare a Alatriste por motivos obvios, mismo director, basado en novela o relato de Arturo Pérez-Reverte, contexto histórico, el tono de la película es totalmente diferente, Oro nos sitúa un siglo más atrás, en un siglo de expansión española, a priori, es un contexto más optimista que el planteado en Alatriste, pero ni mucho menos, con Oro estamos ante una película más oscura, más decadente, sin buenos ni malos, solo personas con sus propios ideales y pretensiones, que pueden chocar o no entre ellas.
Tenemos a treinta hombres y dos mujeres en plena época de la expansión española hacia las Indias Occidentales, que sin ayuda alguna se adentran en una selva amazónica en busca de la Ciudad de Oro, todos ellos con anhelos de fama y riqueza. Esta situación que se nos plantea es representada a la perfección por el diseño de producción con el que cuenta la cinta, seremos enviados a esas mismas tierras todo lo que dure el metraje, pero además, estaremos introducidos en la historia desde el primer minuto. Pocas películas he visto este año que te transporten tan rápidamente a ella, en un primer momento ya sabes dónde estas, en qué momento y con quién.
Los quiénes no son pocos, estamos ante una producción muy coral, pero que gracias a grandes actores, (Raul Arévalo, Bárbara Lennie, José Coronado u Oscar Jaenada que hacen un trabajo inconmensurable), y una presentación breve pero muy adecuada, tomas contacto muy rápido con ellos y comienzas a tenerles cierto cariño. Sin embargo, en su virtud está su mayor defecto, al tener un gran número de personajes, teniendo una duración que no llega a las dos horas y tal como se desarrolla la historia, muchos caerán antes de ser explorados. Esto hace que figuras que deseabas conocer más a fondo no tengan ninguna oportunidad, y que la mayoría de ellos no evolucionen más allá del matiz inicial.
Pero entre tantos, hay uno, una en este caso, que sí me gustaría destacar por encima del resto: Doña Ana, interpretado por la maravillosa Bárbara Lennie (enamorado de ella desde Magical Girl). Este personaje choca enteramente con el resto, en contraposición con los deseos de fama o riquezas de los demás, ella simplemente ansía la libertad, libertad que le es concedida en esa despiadada selva, pues para ella la selva es una bendición, aunque luego no sea fácil y deba caer para sobrevivir, pero sabe que allí está su mayor antojo y que finalmente se levantará, aportando el ápice de luz que alumbra toda la oscuridad de la cinta.
Volviendo al mayor error de Oro, ya que debido a éste se acrecienta el que viene a continuación, y es la caída de la historia hacia la mitad del metraje. Como ya mencioné, el filme comienza muy arriba, con una presentación impecable, debido a sus sucesos cae en el tedio, pero luego nos regala un épico final que bien hace merecido todo traspié en el camino. Este camino viene acompañado de una banda sonora compuesta por Javier Limón, que no hará más que acrecentar la «despiadada belleza» de la obra, en especial a su tema principal que sonará de distintas maneras a lo largo de los cien minutos y dará lugar a la mejor escena de la película, con un duelo musical que podría levantar de la silla al más vago.
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Concluyendo con la ruta de los personajes (mayor mérito y demérito) pondremos el ojo en la relación entre ellos, dando lugar a una tensión que hará a muchos odiarse entre ellos por sus diferencias, no solo ideológicas, si no que geográficas. Esto, y aunque no sea buscado (dicho por el mismo Díaz Yanes), refleja muy bien la situación de la España actual y el conflicto catalán, algo que hace crecer en enteros a la cinta. Pero a pesar de su conflicto, muestran un compañerismo de hermano, luchando codo con codo cuando la situación lo necesita y es recalcado varias veces por el propio filme. Lo dicho, no hay buenos ni malos.
Para un servidor, estamos ante una de las producciones españolas del año, que recordará a muchos a la Grupo Salvaje de Peckinpah, pero que también bebe de otras obras maestras como Apocalypse Now o El tesoro de Sierra Madre. Un western crepuscular del siglo XVI no exento de fallos, y que una duración mayor sin duda le habría hecho mucho bien, pero que sabe paliarlos con sus numerosos aciertos. Una recomendación para todo aquel que critica el cine patrio.