Doctor Portuondo abre su consulta el próximo viernes, 29 de Octubre, en Filmin; la primera serie original de la plataforma aterriza en nuestras pantallas para hacer repaso y auditar los estragos mentales que la pandemia ha dejado en nosotros… O no.
Mientras escribo estas palabras pensaba en como etiquetar después de la coma al creador de la serie; escritor de la novela en la que se basa; y me he dado cuenta que demasiadas palabras lo definen; director, guionista, escritor, cómico; de algún modo un personaje, Carlo Padial, por cierto, que no he dicho su nombre; y quizá esa sea la mejor manera de acotar Doctor Portuondo; cómica, dramática, concreta, abstracta, cotidiana, universal. Admito que subrayar algo en varios términos en el fondo no lo es; casi como hablar sin decir demasiado. O darle una entidad demasiado simplista a un relato tan emancipador.
Supongo que hablar de Woody Allen resulta algo manido, pero a la hora de describir a un público que es lo que se va a encontrar lo mejor es acudir a ejemplos totémicos que abarquen un poco el significado final del asunto, con su consiguiente expectativa, claro está. Un tipo que acude al psicoanalista y bla bla bla; Woody Allen. Es cierto que de un tiempo a esta parte el tema de la salud mental empieza a estar más presente en la conversación, pero cuando uno observa a un trasunto del propio creador yendo a reflexionar junto a un desconocido tumbado en un diván, el genio de Brooklyn salta como un resorte en el imaginario popular, es inevitable.
Padial es, como decía, un hombre orquesta; y aquí se percibe su presencia en cada momento, reflexión o silencio de un modo muy preciso; todo está supeditado a un transfondo, entiendo que buscado, aunque no me sorprendería lo contrario, que si bien de un modo aparente señala lo inoportuna que es la propia existencia, también es absolutamente delicioso aceptar lo que venga y abrazar las incoherencias, exabruptos, disonancias y divergencias que acaban definiendo no solo lo que eres, sino particular y paradójicamente lo que no eres.
Doctor Portuondo es, en el fondo, y tras la cortina, de algún modo, una ruptura filosófica, que no formal, de la cuarta pared de un creador que arriesga y propone; puede acertar o equivocarse, pero de un modo absolutamente tangible, encontrar lugares distintos; y quizá por eso era, en un principio, tan difícil de etiquetar.
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