Regresa Daredevil, y con ella observamos la importancia de un buen showrunner. Esta 3ª temporada nos deja un buen sabor de boca.
Volver a un producto con una calidad notable siempre gusta, pero esta vez la reticencia era comprensible después de ver que los subproductos o series hermanas bajaban puntos respecto a la primogénita. Daredevil había puesto el listón a un nivel difícilmente alcanzable, sus dos primeras temporadas son el referente en series de género superheroico, un buen guión, un magnífico casting de actores y escenas de acción bien construidas entre otros aciertos, que formaban una buena serie que asombraba y daba a Netflix la confianza para continuar mostrando un compendio de superhéroes «de segunda«.
Pero las expectativas caían cuesta abajo y sin frenos por cada nuevo título; la primera temporada de Jessica Jones sin llegar al nivel de Daredevil fue un halo de esperanza, una esperanza que se iba diluyendo con los títulos siguientes. Luke cage, Iron Fist, Los Defensores y la segunda temporada de Jessica Jones fueron unos fiascos que no dejaban dudas de cual era el fallo… El showrunner.
Sí querido lector, la importancia del showrunner, porque tanto una película como una serie de superhéroes gana enteros con un buen villano. Daredevil y Jessica Jones (en su primera temporada) lo tienen, pero no te asegura el éxito (véase el gran personaje que es el Joker y el despropósito de Escuadrón suicida) , un buen guión también te acerca, pero el showrunner es el que aúna todo ello, el que da vida al producto y Drew Goddard supo hacerlo a la perfección.
Difícil tarea tenía el nuevo showrunner Erik Oleson en esta tercera temporada, su homónimo había conseguido poner en el pódium a su serie y seguir el éxito con un nuevo showrunner (viendo los esperpentos de las otras series del mismo universo) no era muy halagüeño. Pero los prejuicios sin ver el resultado final llevan muchas veces a equívoco. Oleson lo ha conseguido.
La tercera temporada de Daredevil bebe sobre todo de dos obras magnas del cómic del vigilante ciego, El diablo en la galería D, pero sobretodo de la obra cumbre del demonio de Hell’s Kitchen, Born again. Frank Miller escribió una de las mejores novelas gráficas no solo de superhéroes, del cómic en general. Born again es una caída a los infiernos del personaje y su renacimiento, una historia que bien podría extrapolarse a todas las personas, el cómo caer y volver a levantarse hace que nos transformemos y nos ayuda a seguir con más fuerza si cabe.
Sinopsis.
El punto de partida de esta continuación lo tenemos después de los sucesos que se dieron en The Defenders, donde Matt Murdock había desaparecido al caerle un edificio encima, a punto de fallecer consigue escapar por el alcantarillado gracias a la resistencia de su traje. Magullado y herido de gravedad es encontrado por un individuo que lo llevará a la iglesia de La cocina del infierno. Con la ayuda del cura y a la hermana Maggie sanará de sus heridas, pero descubrirá que sus poderes han desaparecido y ya no es capaz de hacer las proezas físicas que le eran características, ahora es un simple hombre con el hándicap de su ceguera.
Si su vuelta a la «oscuridad» no fuera suficiente calvario, Wilson Fisk, su archienemigo, ha llegado a un acuerdo con el FBI facilitándoles información sobre la mafia albanesa, así pues es sacado de la cárcel y llevado al ático de un edificio donde espera encontrarse con su amada Vanessa. La caída a los infiernos hará que reniegue de todo lo que le rodea, incluso amistades, que se replantee seguir con su cometido e incluso querer apartarse de la vida. Pero la amenaza a sus seres queridos por tener a Fisk fuera de la cárcel, le hará sacar fuerzas de flaqueza y recuperar sus sentidos sobrenaturales para protegerlos. Matt se embarcará de nuevo en una aventura llena de complots, traiciones y la sorpresa de una nueva amenaza más peligrosa incluso que el mismísimo Kingping.
Desgranando la temporada.
El arco argumental de la tercera temporada de Daredevil conecta una serie de historias personales que se transforman en un acertada historia que nos importa, desde dentro con los personajes, como desde fuera con los sucesos que van ocurriendo, un puzzle de 13 capítulos que si bien podría haberse simplificado en diálogos y capítulos, no llega al hartazgo y aburrimiento de otras series, nos sigue manteniendo en vilo y con la atención intacta ya que interesa lo que nos cuenta. Los cliffhanger finales de cada capítulo son como la adicción a una droga dura, es imposible no caer pronto en sus redes, deseas saber como continúa.
El apartado actoral sigue siendo notable, volvemos a ver al Vincent D’Onofrio más intimidante, maquiavélico y psicótico de la primera temporada, pongo a este actor en primer lugar por el hecho de que cada vez que hace presencia en pantalla, acapara toda la atención. Su personaje hace pequeños a todos los que le rodean y se come por completo la escena, volviendo todo más épico y grandilocuente. Charlie Cox vuelve a hacer un gran papel como Matt Murdock (Daredevil) consiguiendo una credibilidad sobre la ceguera de su personaje encomiable. Deborah Ann Woll borda una vez más a Karen Page, sus momentos de dramatismo son uno de los puntos destacables del elenco actoral. Elden Henson hace de un Foggy que ya sea por el cariño de las anteriores temporadas o su buen hacer, resulta una vez más convincente.
Pero además, tenemos un buen conjunto de secundarios, que no nos hacen echar en falta los de otras temporadas, véase Joanne Whalley como la Hermana Maggie, Jay Ali como el Agente Nadeem y sobre todo Wilson Bethel haciendo de Pointdexter (Bullseye), el nuevo y letal enemigo de nuestro héroe.
Pero si algo caracterizaba a la serie Daredevil y destacaba sobre otras, eran sus escenas de acción tremendamente elaboradas y crudas, donde la sangre no se escondía y se mostraba en su forma más explicita para un producto del género superhéroes. Y si os preguntáis si en esta ocasión están a la altura, os diré un sí rotundo. Volvemos a tener acción y coreografías magníficas, quizá de forma más escueta o particionada, pero realmente bien filmadas, con un plano secuencia en una cárcel que hará las delicias de todo aficionado a las películas de artes marciales y acción. Son 6 grandes escenas repartidas en los 13 episodios pero valen cada segundo de las mismas. Mención especial a la última escena de acción a tres bandas que da un broche de oro a todo el conjunto.
La tercera temporada de Daredevil no flaquea en ningún momento, pero no exime de tener pequeños fallos que perdonareis si conseguís entrar de lleno en la serie. Agujeros de guión como la forma de entrar y salir de Matt Murdock en la cárcel donde se produce la mejor escena de acción, esta te induce a que tengas que hacer un trabajo suspensión de la incredulidad por lo poco creíble del asunto. El CGI con los proyectiles lanzados por el falso Daredevil en su ataque a la redacción no están lo pulidos que deberían. Otros puntos negativos son algún momento actoral cuando un personaje que acaba de interactuar se va del plano central de forma forzada y unos diálogos alargados debido a un excesivo número de episodios que podrían haber sido acortados y reducidos perfectamente en una decena.
En definitiva, estamos ante una de las mejores temporadas de la ya de por si gran serie de superhéroes. El showrunner ha cogido con éxito el relevo y se ha empapado de las mejores historias del justiciero ciego, haciendo encaje de bolillos con paciencia china para darnos de nuevo un gran producto de entretenimiento. Los directores y guionistas de cada capítulo consiguen que cada escena, cada diálogo, cada pelea importen y no sean mero relleno. Todo adornado con un mensaje sobre la caída, levantamiento y superación del ser humano cuando toca fondo.