Crítica de Crazy Ex-Girlfriend (2015): Vive cantando

Crazy Ex Girlfriend

Rachel Bloom nos trae Crazy Ex-Girlfriend, una comedia musical que supone un soplo de aire fresco en la parrilla televisiva.

El cine norteamericano no lleva más de un siglo siendo el referente de toda la cinematografía universal de gratis. No es forzosamente el mejor del mundo, pero sabe dar con la receta que deja al mundo boquiabierto. Y esa mezcla especial se llama espectáculo. Por más que critiquemos el funcionamiento de Hollywood, no nos imaginamos un mundo sin él. Y Hollywood es el Star System, y su maravillosa capacidad para demostrarnos que son capaces de todo y encima de hacerlo bien. Sus actores saben actuar (qué menos), pero también son guapos, visten bien, saben cantar, saben bailar y, por encima de todo, lo hacen estupendamente.

El último de los extras con frase de la producción más limitada de Hollywood no sólo declama a Shackespeare, sino que clava un arabesque mientras sostiene un si bemol. En eso, nos llevan años de ventaja. Qué digo años… ¡años luz! La calidad de la flota de actores que hay en España es abrumadora, pero su formación es muy limitada. Sin ir más lejos, los actores de musical no son actores… son cantantes.Por ejemplo, a una Lola Herrera no le podemos pedir que cante y baile. A Glenn Close sí. Por eso una serie tan poco ambiciosa como Crazy Ex-Girlfriend en Estados Unidos no deja de ser una más, pero en Europa nos ha encandilado.

La calidad de la flota de actores que hay en España es abrumadora, pero su formación es muy limitada.

Crazy Ex-Girlfriend es la historia de Rebecca Bunch, una joven triunfadora en su trabajo y rematadamente desdichada. Ella sólo fue feliz hace quince años, junto a Josh Chan, su primer amor. Su primer amor para ella, porque para Josh ella fue simplemente un ligue de verano. Rebecca decide dejarlo todo para volver a buscarle, reconquistarle y volver a ser una mujer completa. No engaña el título de la serie. Rebecca es ex-girlfriend y está crazy. El personaje que crea Rachel Bloom para su total lucimiento es neurótica, inestable, obsesiva, terca y vive en una realidad paralela. Sin embargo consigue dotar de carisma y humanidad a esa ex-novia loca de manera que el espectador empatiza totalmente con ella.

En principio, la trama de la serie pudiera parecer la antítesis a los postulados de cualquiera de las vertientes del feminismo: Una mujer triunfadora en los negocios que lo único que la hace feliz es ser la novia de su primer amor y se arrastra por el fango para conseguirlo. Pero es la historia de Rebecca Bunch. Si eso es lo que ella ha decidido libremente, nadie es quien para juzgarla. Vuelvo a repetir la capacidad que crea Rachel Bloom para que empaticemos con su personaje.

Rebecca es ex-girlfriend y está crazy

Crazy Ex-Girlfriend funciona perfectamente como comedia. Los guiones son divertidísimos y su puesta en escena mantiene el ritmo en todo momento. Pero por encima de todo, lo que diferencia esta propuesta televisiva de todas las demás telecomedias románticas de cincuenta minutos de duración son sus escenas musicales. Estos momentos potencian la comicidad de la serie y funcionan casi siempre. Y digo casi siempre porque no todas las canciones mantienen el mismo nivel cómico, pero cuando aciertan son desternillantes. Ahora bien… cuando no lo hacen… están metidas con calzador y sólo deseas que termine ya de una vez para que siga la serie.

Y todos los actores bailan, cantan y lo hacen divinamente. Y cuando digo todos son TODOS. Incluso un personaje secundario con apenas dos escenas en toda la temporada se arranca a cantar y a bailar… y a hacerlo rematadamente bien.

Pese a todo, Crazy Exgirlfriend debió quedarse en mini-serie. La segunda temporada se agota argumentalmente y, aunque sigue siendo igual de divertida, te deja un poso de no saber muy bien a qué viene todo esto. Sea como sea, la serie creada, producida y protagonizada por una ex-youtuber nos recuerda por qué Hollywood es Hollywood y por qué es allí y sólo allí donde nació el Star System.