La historia del ser humano comienza con la preocupación del mañana; Manuscritos, arte, obras literarias, películas. Siempre ha habido alguna forma original de contar la historia y con la aparición del cine se da el salto de la imaginación a lo visual, de las ideas abstractas a su materialización. Es usado como expresión artística, aunque también nos permite recordar nuestro pasado y visualizar lo que podría ocurrir en el futuro. Pero, ¿hasta qué punto las novelas y películas de ciencia ficción tratan con realidad y ficción?
Con la vista al pasado y el corazón en el futuro
Con una mirada a 1968, visitamos a la obra 2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick. Este film es sin duda un exponente de comprensión profunda del contexto tecnológico del ser humano. El futuro año 2001 se presenta lleno de esperanza en la humanidad, al menos en el contexto tecnológico. El ser humano no tan solo ha conseguido normalizar los viajes espaciales en las proximidades de La Tierra, sino que ha desarrollado una conciencia propia en un ordenador. Nuestro cariñoso y carismático HAL 9000. Con esto, se presentan dos de los pilares fundamentales en el desarrollo de la especie humana: La exploración espacial y la Inteligencia Artificial.
Un film casi profético con un planteamiento claro y conciso de lo que le espera al ser humano. Salir del planeta, seguir explorando la inmensidad del cosmos, descubrir lo desconocido y volver a nacer como la especie que pudo ir más allá.
Actualmente, la exploración espacial se encuentra en el punto que predijo Kubrick, sin embargo, vemos que la semilla que se veía en aquel entonces está germinando. El ser humano está experimentando la próxima revolución tecnológica, la apertura del espacio al contexto cotidiano. El comienzo de la raza humana como especie interplanetaria. Ya estamos explorando la superficie del Planeta Rojo con robots y planeamos habitarlo en un futuro (como podemos ver en The Martian, de Ridley Scott). Y sin embargo, este deseo tan humano de exploración pudo ser la principal razón para embarcarse en tremenda proeza. Ahora está claro que tenemos otros motivos que nos obligan a ello.
El hogar de la raza humana
El planeta Tierra, «ese pequeño punto azul pálido» al que Carl Sagan, en la serie documental Cosmos, alude con una triste realidad y un mensaje de esperanza. La Tierra es nuestro hogar. No lo estamos cuidando lo que deberíamos y perdemos a cada instante la capacidad de corregir el daño que estamos causando.
Podríamos describir a la humanidad como la especie del derroche, la abundancia. El único virus planetario que conocemos. Estamos atados por las restricciones naturales, las leyes que rigen la realidad en la que vivimos. Perseguidos por la muerte en forma de tiempo.
Aún no comprendemos los principios fundamentales que dan sentido a lo que percibimos, ni comprendemos muchas veces esto último. Aunque la tecnología nos haya hecho tocar el cielo como dioses, somos prisioneros de nuestros actos. Verdugos y víctimas del paradigma humano.
Realidad o ficción
Es conocido y común pensar que la realidad supera a la ficción. ¿Esto ocurre en el campo de la exploración espacial?
La ciencia ficción nos ha acostumbrado a dar por sentado ciertos elementos argumentales, que pueden ser debido a múltiples motivos desde técnicos hasta artísticos. Sin embargo, todas las obras de ciencia ficción tiene una similitud: el mundo tiene sus propias leyes físicas o ignora algunas.
El ser humano tiene que superar ciertas limitaciones para poder llevar a cabo el salto a la era espacial, que se muestra de forma idílica en las películas. La primera gran barrera que se encuentra es la tecnológica. Este factor, si bien limita a la hora de llevar a cabo ciertos desarrollos, conlleva un esfuerzo que se puede resumir en mucho tiempo invertido. Es interesante imaginar un futuro en el que las grandes revoluciones tecnológicas sean perpetuadas por una ya desarrollada Inteligencia Artificial, capaz de acercar la técnica y la teoría aún más que lo que podríamos hacerlo nosotros mismos. En este campo, la fina línea entre ciencia ficción y realidad parece estar separada por el tiempo. La segunda gran barrera que se encuentra el ser humano, la podemos denominar como temporal, a falta de un término más simple que acoja el concepto por el que se define.
El espacio-tiempo
La barrera temporal que encuentra el ser humano en el desarrollo de la vida como especie interestelar, está influida por el funcionamiento del espacio-tiempo. El concepto de espacio-tiempo suena abstracto y tal vez sea complicado abordarlo de forma rigurosa con pocas palabras, pero no es más que la concepción de que el espacio tridimensional en el que vivimos tiene una relación con el tiempo, y viceversa. De esta forma hay que entender que el paso del tiempo depende de alguna forma con características propias del espacio tridimensional en el que vivimos.
Este concepto ya se venía estudiando cuando en el S.XX, Einstein con su Teoría de la Relatividad General, se pudo comprender de forma mucho más profunda. Sin irnos más lejos, en la película Interstellar, de Christopher Nolan, se presenta este concepto de forma que se entiende, al menos en lo que conlleva a sus personajes e historia. El viaje, que modifica el paso del tiempo para el viajero debido a estos efectos, denominados relativistas.
Nada más lejos de la realidad, la fantasía que había abarcado el principal eje vertebral de las películas de ciencia ficción se está convirtiendo en la manifestación del comportamiento menos intuitivo de la naturaleza. Hasta que esto ha ocurrido, en el cine se nos ha acostumbrado a una visión idílica de la realidad.
Relatividad Especial
Si planteamos un experimento en el que viajamos una gran distancia a una velocidad inmensa, cercana pero por debajo de la velocidad de la luz, el tiempo que se tarda en llegar al lugar es el se había estimado en un principio, claro está, si usas el reloj que va en la nave para comprobar la medida. Sin embargo, si repites el experimento de tal forma que esperas que la nave llegue a donde estás tú, en las mismas condiciones en las que lo hizo, contigo dentro, podrás dar cuenta de que ahora ha tardado más según el reloj que tienes en la mano, pero si miras el reloj de la nave, sigue marcando el mismo tiempo que en el caso anterior. Lo que está ocurriendo no es un mal funcionamiento del mecanismo de los relojes, ni un error humano a la hora de medir.
La naturaleza del tiempo está íntimamente ligada al espacio y cómo nos movemos por él. No es intuitivo y parece fantasía, pero hoy día se tiene que tener en cuenta este fenómeno para que los relojes de los satélites GPS, que están en órbita en La Tierra, no se desfasen con los de la superficie del planeta y así poder operar con ellos desde aquí abajo.
La sociedad humana
Sería muy curioso ver de nuevo películas como Star Wars teniendo esto en cuenta. De esta manera podríamos haber visto cómo Las Guerras Clon acababan antes incluso de que los refuerzos llegaran a escena. Para ser justos, es probable que Disney hubiese terminado de exprimir la saga para cuando esto ocurriera. Pero en la vida real, ¿cuánto nos influye?
La especie humana se basa en la cohesión y relaciones que tenemos entre nosotros. Somos una especie explotadora de recursos y creadora de herramientas. Siempre estamos en la búsqueda de hacernos la vida más fácil, aunque no sea el resultado final.
A nivel global estamos fragmentados en estados o naciones que buscan lo mejor para ellos mismos. Existen una serie de interacciones internas que se resumen en un mercado propio, además de algunas conexiones entre ellas, facilitando la colaboración mutua y el trabajo en equipo. Aún, a día de hoy no hemos conseguido funcionar de forma global con propósitos en común. Parecer ser que el futuro distópico que nos espera comienza con esta unión entre nosotros mismos.
En términos prácticos, lo que más valoramos son los recursos y dentro de esto, la manera de explotar lo que nos ofrecen. Una de las principales motivaciones para viajar a otros planetas y colonizarlos es la posibilidad de acceder a una cantidad de recursos virtualmente ilimitados. Encontrar más recursos para crecer como especie.
La vida fuera del planeta Tierra
Supongamos que tenemos la capacidad de viajar entre exoplanetas habitables, es decir, planetas fuera del sistema solar, en un plazo abarcable por una vida humana (bastante menos de lo que realmente sería). En este caso, las comunicaciones deberían estar basadas en otros principios, por ejemplo en el entrelazamiento cuántico, en vez en emisión y recepción de fotones, ya sean ondas de radio o luz. En estas escalas de distancia podemos estar hablando de 10 años de espera para recibir una respuesta al mensaje que hemos enviado. Y esto genera problemas debido a la duración de la vida humana.
Está claro que existen limitaciones reales debido a las escalas espacial y temporal. Se hace impracticable mantener una civilización funcional dispersa en distintos sistemas estelares, estando aislado en funciones, en el caso de habitar dichos sistemas. Y esto, sin tener en cuenta más efectos relacionados con la gravedad, lo que haría que el tiempo tampoco pasase de la misma forma para las distintas colonias humanas. Realmente, el concepto de sociedad que tenemos ahora no acompaña el futuro que nos espera.
Existe la posibilidad de habitar otros objetos en el sistema solar. No es nada nuevo hablar sobre habitar Marte, e incluso tener una colonia humana en La Luna. La extracción de recursos naturales es uno de los principales problemas que se encuentran en ambos casos. Si bien es posible obtener infinidad de elementos químicos, convertirlos en los compuestos esenciales para poder vivir en esos lugares es uno de los retos de la era espacial.
Uno de los factores que determina cómo se puede llevar a cabo la colonización es la propia atmósfera del planeta. La Tierra tiene una atmósfera que no tan solo nos protege de radiación mortal, sino que además actúa como escudo para pequeños meteoros. Si alzamos la vista a La Luna podemos ver la cantidad de impactos que hay en su superficie. En estos casos vivir bajo tierra en una luna o planeta vecino no es una mala idea. Aunque lleva aún más complejidad de la que podría tener la idea original.
El futuro de la humanidad
Estamos viviendo el comienzo de un cambio en el paradigma de nuestra especie. Enfrentarnos a los distintos problemas que se presentan es lo que llevamos haciendo desde que existimos. Llegará el momento en el que el problema nos supere. Es probable que el inevitable desgaste que estamos ocasionando al planeta termine con nosotros. Cuando el planeta Tierra no sea habitable, tal vez podamos irnos a otro lugar, tal vez podamos sobrevivir en otro sistema, o tal vez sea nuestro final. Lo único que está claro es que el tiempo nos persigue y el fin está acercándose. Si no retrasamos ese encuentro, nos alcanzará con taparrabos y sin la capacidad de huir de nuestra extinción. Lo más inmediato es actuar para reparar el daño, ya que el futuro espera, pero no espera por nosotros.