Han pasado 40 años del estreno de Apocalypse Now y la ocasión pide un repaso a su caótico y accidentado rodaje. Una odisea delante y detrás de las cámaras que ha pasado a la historia contra todo pronóstico.
En 1978 se estrenó El Cazador (arrebatándole a Apocalypse Now el honor de ser la primera película sobre la guerra de Vietnam), película que le valdría a Michael Cimino el Oscar al mejor director. Un premio que recibió en 1979 de manos de Francis Ford Coppola. Coppola hizo un comentario antes de entregarle el premio por el que fue objeto de sorna por parte de la prensa: “Preparaos, porque la tecnología digital está a punto de cambiar el cine para siempre”.
La gente dijo que se había vuelto loco rodando su última película. Han pasado cuarenta años y parece que Coppola tenía razón. Pero lo cierto es que a nadie la faltaban argumentos para pensar que Coppola se hubiera vuelto loco rodando su última cina, porque había sido una de las películas más caóticas, accidentadas y difíciles de rodar de la historia: ni más ni menos que Apocalypse Now.
Cuando el proyecto de esta película se presentó a distintos estudios la mayoría lo rechazaron: nadie quería involucrarse en una película sobre la guerra de Vietnam en esos momentos. Iba a ser la primera película sobre el mayor fracaso bélico de la historia estadounidense, pero su rodaje fue tan accidentado y truculento y sufrió tantos retrasos que El Cazador se estrenó antes.
Cuarenta años son más que suficientes para poner en perspectiva un film y Apocalypse Now ha pasado a la historia como uno de los mejores de siempre. Puede que eso le sirva de consuelo a un Coppola al que casi le cuesta la carrera y la vida terminar esa película. Y no es una exageración: el director adelgazó cincuenta kilos durante el rodaje, tuvo crisis epilépticas, ataques de ansiedad y se vio tan aquejado por las enfermedades tropicales como el resto de la plantilla que se había desplazado a Islas Filipinas para el rodaje.
Se eligió esa localización por la similitud de sus junglas con las vietnamitas y porque el mandamás de aquel país, el dictador Ferdinand Marcos, permitió el uso de localizaciones y el bombardeo de hectáreas de jungla con napalm a cambio de unos cuantos miles de dólares diarios. Incluso prestó los helicópteros de su ejército y su personal para las escenas en las que fueran necesarios, aunque muchas veces tenían que abandonar el rodaje para combatir en reyertas con la guerrilla filipina, que mantenía un conflicto civil en ese momento.
Drogas, Alcochol y Robo de Cadáveres
A la película le pasó de todo: muchos actores rechazaron el papel protagonista por diversos motivos, un papel que finalmente recaería en un Martin Sheen acosado por el alcohol y las drogas (todos recordaréis su presentación, con el icónico puñetazo al espejo y el chorretón de sangre: una escena absolutamente real, ya que Sheen estaba verdaderamente borracho y sufrió un feo corte en el pulgar).
Al coronel Kurtz, antagonista de la película, apenas lo vemos de pecho para abajo y si lo hacemos siempre es rodeado entre sombras: algo que aporta misticismo a la película y le otorga al personaje un halo de oscuridad e incertidumbre. Una decisión genial del director pensarán muchos, pero que estuvo fuertemente motivada por el hecho de que Marlon Brando se presentó al rodaje pesando 130 kilos para interpretar a un personaje que estaba descrito como poco menos que un Adonis.
Para más inri Brando no se sabía los diálogos y se negaba a compartir escenas con Dennis Hopper (quien, por cierto, exigió 25 gramos de cocaína para preparar su papel, un gasto que salió de los presupuestos de la cinta). Su paso por Filipinas fue de tres semanas y cobró la friolera de tres millones de dólares.
¿Qué más podía pasarle a la película? Bueno, Martin Sheen sufrió un infarto en mitad del rodaje y durante su convalecencia hubo que paralizar el rodaje de muchas escenas. El elenco completo de actores y trabajadores se vio sumergido en una vorágine de drogras, alcohol, juego y enfermedades (la disentería se esparcía como las pulgas), los decorados se venían abajo con los monzones.
United Artist recortó los seguros de vida del director y los trabajadores y la policía paralizó el rodaje durante semanas, porque el encargado de atrezzo que debía proveer de cadáveres al film para una de sus escenas más recordadas (la llegada de Willard al campamento de Kurtz) mintió sobre estar empleado en una morgue y contar con el consentimiento apropiado para el uso de los cuerpos y en su lugar robó decenas de cadáveres de sus tumbas y los amontonó en una tienda de campaña.
Rodar esa película fue un infierno en toda regla y en su presentación Coppola lo recalcó al asegurar que no se trataba de una película sobre Vietnam, sino que esa película era Vietnam.
40 Años Después
Han pasado cuarenta años y Apocalypse Now es una película de obligado visionado para cualquier cinéfilo. La escena final, con Willard en su barca, fue un final perfecto para el viaje y descenso a la locura de los personajes. Un trabajo inolvidable que sigue viéndose como el primer día. Incluso, en 2009, Coppola lanzó un nuevo montaje con 49 minutos de escenas eliminadas y el apelativo “Redux” en el título, que volvió a triunfar en Cannes y complació a nuevos y antiguos seguidores.
La cinta es inmortal y se cuenta entre uno de los mayores logros del director de El Padrino, pero dudo mucho que, si pudiera volver a elegir, decidiera repetir el infierno de su rodaje.