Hollywood no ha mirado demasiado a España, o eso nos han hecho creer. Hay un par de remakes (Rec y Abre los ojos), un par de estrellas afincadas en Los Ángeles y un par de películas al año que se ruedan en exteriores españoles. Poco más… ¿ O no?
¿No será que en los despachos de Hollywood llevan años viendo nuestras películas y nosotros sin enterarnos? Aquí van siete películas sospechosamente parecidas a títulos patrios. En algunos casos, el homenaje o la inspiración han sido confesados. En otros no, pero el parecido es tan mosqueante que es imposible negar la relación.
Lars y una chica de verdad (Craig Gillespie, 2007)
Hace una década, ni Gillespie era un director con todas las miradas puestas en él ni Ryan Gosling una estrella de Hollywood. El cineasta estaba aún lejos de deslumbrar al mundo conYo, Tonya. Pero que muy lejos. Sólo había rodado Cuestión de pelotas, una comedia de gracia relativa con un Billy Bob Thorton en caída libre. Gosling por su parte trataba de ganarse un respeto por medio del cine independiente. ¿La razón? Purgar haberse lanzado a la fama como El joven Hércules (Kristen Stewart está siguiendo la misma fórmula con idéntico resultado). La cinta de Gillespie se diferencia del Tamaño natural de Berlanga en el respeto, cariño y sensibilidad con la que trata a sus personajes. Berlanga no. Berlanga era básicamente un (maravilloso) depravado. De todos modos Gillespie se ido berlanguizando con el tiempo. ¿O acaso el esperpento de Yo, Tonya no tiene mucho del espíritu del genio aragonés?
Kill Bill (Quentin Tarantino, 2002)
Vale, vale. Como diría el señor lobo: No nos comamos las p*** tan pronto (no me mires así que estoy parafraseando a Tarantino). En Kill Bill no hay nada en toda la trama que tenga que ver con España, o sí… En la segunda parte suena Lole y Manuel para que sepamos que están en México. Quentin Tarantino sabe mucho de cine pero poco de geografía. La vinculación de su enésima historia de venganza con nuestra cinematografía hay que buscarla en el propio sobrenombre de la protagonista: La novia ensangrentada es la cuarta película de Vicente Aranda. Te puede parecer raro que el director de Amantes o La muchacha de las bragas de oro hiciera una película con ese nombre. Te entiendo. Lo conocemos sobre todo por sus dramas eróticos, pero mucho antes había triunfado en el Fantaterror. Porque va a ser que la puesta de largo de todo cineasta patrio que se precie no es una película de la guerra civil. Es una película de Fantaterror (Almodóvar… ¿A qué esperas?). Por cierto, esto no es una casualidad ni una anécdota apócrifa. Fue el propio Quentin Tarantino quien reconoció la referencia a la cinta de Aranda.
Última llamada (Joel Schumacher, 2002)
Si hablamos de la historia de un individuo que no puede abandonar una cabina… ¿Qué título se nos viene a la cabeza? Pues Joel Schumacher convirtió la obra maestra de Mercero en un thriller bastante resultón (todo hay que decirlo). ¿Pero el punto de partida es realmente La cabina? No podemos asegurarlo, pero vamos, va a ser que sí. Casualmente, tras convertirse en el primer español en ganar el Emmy, por Holywood comenzó a moverse un proyecto similar. Mucha casualidad era, porque ya no podían escudarse en que no conocían La cabina. El primer interesado fue Alfred Hitchcock (a nadie le extrañará), ya con francotirador incorporado a la trama. No sabremos nunca qué hubiera hecho el genio inglés y hay que reconocerle a Schumacher que no lo hizo mal. Pero es que Jose Luis López Vázquez era mucho López Vázquez. Mercero era mucho Mercero y La cabina una de las mejores películas de terror de todos los tiempos.
El sexto sentido (Michael N. Shyamalan, 2000)
El nombre de Alejandro Amenábar se empezó a escuchar en Hollywood tras el éxito de Los otros… y a nadie se le pasó por alto su cierto parecido con la cinta de Shyamalan. Al menos en lo que a sorpresa final se refiere. Así que era inevitable que al cineasta de origen indio le sacaran el tema… Lo que nadie se esperaba fue su respuesta (y seguro que tú tampoco contabas con ello): Amenábar habría tomado la idea de El sexto sentido… Pero el El sexto sentido se le había ocurrido viendo Abre los ojos. (¡Confesado por el propio Shyamalan!)
La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971)
El espontáneo de Jorge Grau trata sobre un joven de clase humilde que lucha por ser torero. Hasta ahí el argumento de la típica película rancia del cine español oficialista de 1962. Bueno, de no ser porque a mitad de película se une a una banda de delincuentes que van por ahí metiendo palizas. Y eso de rancio no tiene mucho. Es más, de lo que tiene es de La naranja mecánica. La película se movió por todo el circuito de festivales internacionales en los que coincidió con la Lolita de Kubrick. Puede que el inglés ni siquiera fuera consciente de que estaba tomando parte de la película para crear la suya. Seguramente ni recordaba que la vio. Pero vamos, que la inspiración no puede ser más obvia. De todos modos estamos empatados. Poco después, Eloy de la Iglesia se marcó uno de los copypastes más fragantes de toda la historia. En Una gota de sangre para morir amando solo hay de original el título. Todo lo demás es La naranja mecánica. Aunque lo mismo a Kubrick le hubiera molestado más el vídeo de Nancys Rubias. Vete tú a saber.
El show de Truman (Peter Weir, 1998)
Antes de las redes sociales, de la tele-realidad, del streaming, de la cámara en el móvil, de la vida en directo… Cuando a nadie se le había pasado por la cabeza que ese sería nuestro día a día… Peter Weir se adelantó a todos nuestros miedos. Una proeza a la altura de un visionario… De no haber sido porque el español Jiménez Luna hizo exactamente lo mismo dos años antes.
El éxito impresionante de la cinta norteamericana no consiguió acallar a todos los que habían visto el cortometraje Te lo mereces. No te voy a contar el argumento porque es literalmente idéntico a El show de Truman. Pero no en plan inspiración u homenaje, no… Es que podrían haber hundido a la Paramount porque ningún tribunal osaría negar que son la misma película. Al final todo se quedó en una anécdota, seguramente porque aún no existía Twitter. Mira, eso no lo vieron ninguno de los dos. Jiménez Luna no volvería a ser un visionario porque su filmografía se limita a una película desconocida y a una serie más desconocida aún. Tampoco andó muy fino Weir, pues después solo hizo Master and Commander, y eso que tenía una filmografía bastante impresionante. ¿Que El show de Truman es un plagio? Sin duda. ¿Que es una obra maestra? Sin duda también.
Asesinato en 8 milímetros (Joel Schumacher, 1999)
Otra vez Schumacher con una película sospechosamente parecida a una española… Y también otra vez de Amenábar. Al igual que pasaba con Última llamada, la trama no es que tenga muchos puntos en común, pero la idea principal es la misma. Cierto que eso no dice mucho, puesto que las historias están todas contadas y la única diferencia es el tratamiento que les de su director. Eso es verdad, pero aquí no hay un chico busca chica. En Asesinato en 8 milímetros hay un tema completamente inédito en el cine: Las películas snuff. Ahí no se podía decir que el debut de Amenábar no fuera original. En los 90, el cine snuff o grabaciones de asesinatos reales era toda una leyenda urbana. O no, pero nunca hemos sabido si han existido de verdad o no. El caso es que todo el mundo hablaba de ellas, excepto el propio cine. Vagamente se había tratado en alguna película, como El ángel de la muerte o Testigo mudo, pero eran una excusa argumental. Tesis cogió al toro por los cuernos y por primera vez un director hablaba claramente de algo que se oía en todas partes. Como el perro, la niña, el bote de Nocilla y Ricky Martín en Sorpresa, sorpresa… Todo el mundo conocía a alguien que había visto una peli snuff. Asesinato en 8 milímetros es menos sórdida que Tesis y la trama va por caminos diferentes, pero que casualidad que se les ocurriera solo tres años después que a Amenábar. Demasiada casualidad…