A pocos días para el estreno mundial de la tercera entrega de la saga Spider-Man nos tomamos un tiempo para analizar la tremenda anticipación que está surgiendo con esta nueva entrega del mega universo Marvel. Que puede convertirse en el mayor éxito de 2021 parece una apuesta plausible. Que vaya a rozar o superar cifras de Vengadores son ya palabras mayores. ¿Realmente puede?
Vaya por delante que a estas alturas, y aunque todo parece indicar que seguimos camino de superar la pesadilla de la Covid 19, la enésima variante y el ritmo de contagios puede alterar cualquier análisis predictivo sobre la taquilla de Spider-Man: Sin camino a casa. No podemos, sin embargo, añadir variables que aún nos son desconocidas en cuanto a impacto y posibles restricciones. Así que vayamos al grano y hablemos de lo que ahora, en este momento, suscita esta nueva Spider-Man y porque ya hace tiempo (en esta sección damos fe de ello desde hace meses) que esta película apunta a cifras de infarto.
¿De dónde partimos? Spider-Man, sin duda el personaje más mítico y comercial de la editorial estadounidense, fue el gran ausente cuando Kevin Feige y cía se pusieron manos a la obra allá por 2005. En aquella fecha, mediante un aval millonario, Marvel pudo por fin empezar a producir sus propias películas. Hasta entonces licenciaba personajes a otros estudios y con ello había perdido a Spider-Man (y a los X-Men) en manos de Sony (y los otros en los de la Fox). Pero con el dinero necesario crearon un plan para trabajar sobre personajes de los que si disponían de los derechos cinematográficos para culminar en una película grupal sobre los Vengadores.
¿El resto? Ya lo conocemos. Un inicio basado en un éxito potente como Iron Man (Jon Favreau, 2008), con su pertinente secuela de óptimo resultado, y tres resbalones: El increíble Hulk (Louis Leterrier, 2008), Thor (Kenneth Branagh, 2011) y Capitán América (Joe Johnston, 2011). El primero, intachable, los otros dos menos graves pero muy lejos de ser considerados un éxito de público y crítica. Y entonces llegaron Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) y con ello un éxito que multiplicaba casi por tres el de Iron Man, que supuso la primera película de más de 1000 millones de Marvel, que se convirtió en la película de mayor éxito de la historia no dirigida por James Cameron y en un hito social. El universo Marvel explotó, nacieron las series de televisión asociadas y en la casa rival, DC, aceleraban sus planes para La liga de la justicia. Uno incluso creería que aquella venta de Lucasfilm a Disney fue otro efecto colateral.
De repente Spider-Man era una necesidad para Sony y para Disney. El acuerdo era inminente. Su primera entrega, Homecoming (Jon Watts, 2017) obtuvo cifras acorde con ese nivel extra al que se sometió el universo Marvel tras Vengadores: 880.1 millones en todo el mundo. Bien repartidos, además, en el contexto doméstico (334.2 millones, 38%) e internacional (545.9, 62%). Su secuela aumentó prestaciones sólo dos años más tarde. Eso limita, mucho, el alcance de inflaciones y demás: simplemente Spider-Man, ese nuevo Spider-Man de Jon Watts y Tom Holland, tenía su público: subió a 1131.9 millones con ratio doméstico e internacional muy parecido (34.5% y 65.5%).
En ese contexto uno esperaría un aumento similar para esta tercera entrega. Sin embargo, y pese a la vigente pandemia, esto apunta muy fuerte. Pero fuerte a niveles Vengadores. No sabemos cual de ellas pero esto huele a que puede hacer frente, como mínimo, a las dos primeras (sin inflación) y romper algún record de las dos últimas. ¿Pero por qué? ¿Por qué esta nueva entrega puede convertirse en el mayor éxito de 2021 y lograr asa anticipación?
Por un lado, huelga decirlo, tenemos ese secreto a voces que es la posible llegada del multiverso, con la presencia de otros Spider-Man, la presencia oficial de Dr Strange y la duda de como van a ejecutar todo eso. Puede parecer el motivo más razonable. Tal vez podríamos añadir el ascenso de Zendaya, en el lapso de la segunda a tercera entrega, en estrella mundial (y premiada) merced a Euphoria y Dune, o el tilin de ver a Holland y Zendaya como pareja de ficción y en la vida real. Sin embargo parece que Spider-Man ha suscitado un interés similar a Vengadores porque desde aquella Endgame es lo más parecido que tienen los fans en cuanto a expectativa. Y se han lanzado a por ello.
Es un film grupal por definición, donde se anticipan eventos muy espectaculares, donde se imagina la apertura hacia lo que debe ser la Fase 5… Y, claro, pasar de una Black Widow que llegó tarde a todo (como film y el estreno en su mismo), una Shan Chi cuyo componente de diversidad no ha supuesto mayor taquilla y una Eternals que se ha quedado un poco a medias, a Spider-Man con todos esos elementos… Es otra historia. Y Endgame está muy, muy cerca en la memoria colectiva. Pero con una pandemia de por medio. ¿Resultado? Locura en la preventa.
Hablamos de record de preventa en Reino Unido, México, Italia y España. En Brasil lleva el doble vendido que Endgame en este mismo punto. En Norteamérica las plataformas de preventa anunciaron niveles de preventa astronómicos. Su debut será muy por encima de los 100 millones y está por ver si llegará, e incluso superará, los 200 millones de salida. Y en este punto es donde intervienen los multiplicadores para poder predecir cuanto logrará esta película.
Si en Norteamérica debuta entorno a los 200 millones y a nivel mundial sobre los 500… Incluso sin contar con China (no está claro su estreno ahí). Spider-Man debería de obtener una recepción horrible, un boca oreja fatal, estilo Batman V. Superman (Zack Snyder, 2016), para que lograra un multiplicador menor de 2. Y eso es casi imposible. Así que, damos por hecho un multiplicador por encima del 2. Con ello, y contando Japón, podría aterrizar netamente por encima de la segunda entrega. Si consigue una buena recepción, y se estrena en China, podría superar las dos primeras entregas de Vengadores y pisar terreno de los 1500 millones. Y no seguimos para no gafar el asunto… Pero eso promete.