Sonic llega a los cines después de atravesar una odisea productiva, con un cambio de diseño de su personaje principal incluido. Lo cierto es que los fans del erizo azul no son precisamente pocos, y debo reconocer antes de seguir con esta crítica que la mascota de Sega forma parte de mi infancia.
Con esto en mente, cuando entré a ver Sonic iba con unas expectativas bastante bajas. Estaba totalmente preparado para ver una bufonada sin pies ni cabeza. Por suerte, en esta ocasión me encontré con un producto diferente, que si bien no es (ni pretende ser en ningún momento) una adaptación de ninguno de los videojuegos de Sonic, sí que trae de vuelta a un personaje entrañable y carismático que algunos conocemos desde hace décadas, y que ahora tiene la oportunidad de acercarse a una nueva generación.



Y es que, más allá de aprovechar el efecto de la nostálgica, Sonic se enfoca directamente a un público infantil, con un guión sencillo y nada pretencioso en el que prima una aventura a toda velocidad y valores como la amistad, el respeto o la integración.
Una de las mayores virtudes de esta película es que no se toma en serio a sí misma en ningún momento. Eso hace que su guion simple, sus bromas fáciles y la candidez de algunas de sus explicaciones funcionen muy bien para el target de la película. Sonic se aleja en todo momento de la seriedad que requeriría una película dirigida a adultos o incluso jóvenes adultos y pasa de puntillas y sin entrar en detalles por justificaciones que no vendrían en absoluto a cuento en esta película.



Para los nostálgicos, entre los que me cuento, la película trae de vuelta a nuestro erizo favorito encarnando a una personalidad que podríamos calificar de pre-adolescente, lo que da juego para un desarrollo más profundo a medida que madure el personaje si la franquicia funciona. Durante la película nos encontramos con algunos momentos que hacen referencia directa al videojuego clásico de Sonic, y cualquiera que lo haya jugado reconocerá especialmente un momento cercano al final de la cinta.
Sin alardes, sin destacar particularmente, pero sin resultar tampoco estrafalaria ni insultante para la memoria de su personaje principal, Sonic es una película divertida que tiene muy claro su público objetivo y funciona dentro de sus propias reglas. Y un aviso: tiene escena post créditos que deja muy abierta una segunda parte con la aparición de otro conocido personaje de la saga.