Analizamos lo mejor y lo peor que nos dejó la edición de Roskilde en este 2023, el festival danés de referencia europea.

Los años pasan, pero Roskilde sigue en forma. Da igual que presentasen un cartel que generase dudas a los asiduos al festival. Tampoco importaban los nuevos cambios que decidieron incluir este año, desde el Orange orbit (un nuevo sistema para tener prioridad a la hora de reservar, y que iba contra el espíritu del festival) o la creación de dos nuevos escenarios, Gaia y Eos, que sustituirían al Rising y Countdown, al igual que al Pavillion. Muchos cambios en un año en el que la burbuja de los festivales está empezando a explotarse.

Pero no para Roskilde. El festival danés ha sido uno de los pocos en el mundo que ha hecho sold out sin problemas. En parte, porque da igual quien actúe allí, el público acude en peregrinaje a vivir experiencias transformadoras, a ser libres durante una semana, y disfrutar de la vida como si viviéramos años atrás.

Fue mi caso, que perdí mi teléfono móvil en el día 3 de 8, todo mi festival estuvo condicionado a vivir como si esto fuera el año 2000. Da igual, no se necesita línea telefónica para perderse por Dream City, para participar en las actividades de Shettle & Share, y disfrutar de los maravillosos conciertos que el festival nos tenía preparados. Pero empecemos por el principio.

Warming-up Days

El festival de Roskilde dura cuatro días como tal, pero el camping está abierto a todos los poseedores de abono cuatro días antes, en lo que se conoce como los warming-up days. Para los daneses, esto es el auténtico festival, ya que, durante estos días, hay actuaciones de bandas locales y jóvenes promesas escandinavas, participan en innumerables juegos de beber, y conocen a sus nuevos vecinos y camaradas de campamento con los que convivirán en las próximas semanas.

 

El primer día pude disfrutar de las dulces y nostálgicas melodías de Agnes Hartwich, cantante y compositora danesa que podía recordar por momentos a la belleza lirica de artistas como Ethel Cain. De ahí pasamos a la extrañísima y magnética actuación de Tuhaf, otra artista danesa con influencias turcas, que nos ofreció una suerte de rock psicodélico con elementos progresivos. Una de esas propuestas singulares que da gusto descubrir en un festival como este. Posteriormente alternamos entre Eos y Gaia para ver la propuesta del rapero danés Baloosh, que ofreció una energía increíble, saltamos al pop futurista y con influencias árabes de Dejah Makar, y finalizamos con el hiper pop de Sonic Girl, probablemente, mi concierto favorito de ese día.

El segundo día, tras perder mi teléfono, me dejé caer por el quinteto de Jazz Nausia, que abría el escenario Gaia para deleite de los allí presentes. Que poderío, que rabia, que mezcla tan interesante que puede recordar a Black Country New Road vs The Comet is Coming. Un público respetuoso y entregado a un género que a priori, tan poco podría encajar en un Roskilde plagado de música urbana. Tras el concierto, empezó un diluvio universal y tuvimos que recogernos en nuestras tiendas hasta varias horas después. Cuando la cosa se tranquilizó, me pase por PIL, un precioso concierto al aire libre de un grupo con melodías pop, que contó, de nuevo, con un público entregado hasta el extremo, que me hizo olvidar la lluvia, el móvil perdido, y me volvió a meter en el modo festivalero. Tras este concierto, tocó pasarse por el contraste de ANGSTSKRIG, un dúo black metalero de corte experimental, que dio tralla, formó el primer gran pogo del festival, y confirmó la variedad y calidad de la escena musical danesa en tan solo tres actuaciones. Para cerrar, nos pasamos por Tarick, un rapero-trapero, que, si bien ofreció un buen concierto, estuvo por debajo a nivel de intensidad de cualquiera de los tres citados anteriormente.

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El tercer y último día pre-festival, arrancamos la jornada con Kalaset, una maravilla de Dream Pop que podía recordar a unos jóvenes Belle & Sebastian, seguidos de los raperos noruegos Undergrunn, que dispararon salvajes beats traperos para calentar al público que acudió en masa a verlos. Posteriormente nos dejamos caer por una de las reinas del hyper pop de PC Music, la sueca Namasenda, que convirtió el escenario Gaia en una fiesta de tralla, melodías chiclosas y felicidad colectiva. Que locura. Pero tras esto, vino EL CONCIERTO. Zar Paulo, banda danesa que podía recordar por momentos a unos Depeche Mode felices o a unos Aaron rabiosos, apareció para generar un amor entre el público que pocas veces he vivido en un festival. Todo era felicidad, todo era carisma, todo era pasión. Estar en el momento y en el lugar preciso, donde todo encaja. Que maravilla, que propuesta tan sorprendente, y que manera de cerrar los conciertos en el escenario EOS. El gran descubrimiento danés del año. Para cerrar, me dejé caer por TacoBitch, que metieron una caña electrónica increíble, algo que pedíamos los bassheads en estas primeras jornadas, donde lo que mas había era rap y trap. Estos no defraudaron, beats durísimos para shufflear, para bailar hasta el suelo, y para clausurar unas jornadas inolvidables.

Roskilde 2023 : El festival

Miercoles

Con 4 días de fiesta a nuestras espaldas, con varios conciertos memorables, y con decenas de experiencias en el campamento, comienza Roskilde 2023. Abrimos el festival un EOS hasta la bandera para ver a una de las sensaciones locales, Benny Jamz, el rapero danés que forma parte del colectivo B.O.C, que  lleva un ascenso meteórico en los últimos dos años dentro de la industria danesa. El sonido de Benny es exactamente el sonido que caracteriza este Roskilde: letras comprometidas socialmente, potencia, agresividad, y un público entregado a su propuesta. Fue breve pero intenso, aunque el calor hizo bastante mella entre los daneses, porque el sol era criminal a las 17:00 en ese escenario. Asi que nos fuimos a ver a BLAEST, otra banda danesa, que abría el Orange.

La formación popera cumplido como clásica propuesta nórdica que ofrece hits pegadizos, pero que, a título personal, no destacó por encima de algunas de las bandas que vimos en las jornadas preliminares, ni por potencia, ni por conexión con la audiencia. Llegamos, eso sí, para ver el poderoso final de Villano Antillano, que, si que hizo bailar a los daneses, especialmente cuando lanzó su archiconocido tema con Bizarrap. De ese final, fuimos a Apollo, -mi escenario favorito-, a ver a Ivorian Doll, pero duramos poco, porque las constantes interrupciones antes de que lanzaran los drops de sus temas, resultaban terriblemente anticlimáticas. Todo lo contrario que el africano Rema, una de las sensaciones a nivel mundial de 2022. Sus hits animados, divertidos y positivos, contagiaron al Arena dando uno de esos grandes conciertos que solo ocurren en Roskilde. Comunión absoluta con los sonidos de la música del mundo. Un video, dice más que mil palabras.

Y quedaban los dos platos gordos del día. Por un lado, Kendrick Lamar, la voz de una generación, el rapero más famoso de la década pasada, y una de las grandes super estrellas de la música actual. Hit tras hit tras hit, desde clásicos como Bitch Don’t Kill My Vibe, M.A.A.D City, Backseat Freestyle o King Kunta, hasta Family Ties, Love, o Humble. Espectáculo de principio a fin, aunque sorprendentemente -para mal – me encontré un público en el Orange mas tibio de lo esperado.

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El otro plato fuerte con el que cerramos la jornada fue Queens of The Stone Age. Estos no fallan, que manera de meter tralla de inicio a fin. Emperor con No One Knows, y tiraron con hits hasta Little Sister, My God is the Sun, o Go With the Flow. Epico cierre para una gran primera jornada.

Jueves

Arranqué el día yendo al escenario Gloria, uno de los más especiales del festival, al estar completamente a oscuras, y parecer una sala de conciertos en mitad de un festival. La razón era Florist, que ofrecieron a las 12 de la mañana uno de los conciertos más emotivos, tiernos e íntimos, que he podido vivir este año. El silencio y respeto que se percibe en esa sala es algo que alguien debe experimentar alguna vez en su vida, porque es tan conmovedor como la propia música del grupo. ¡Qué manera tan dulce de empezar!

Y que gran manera de continuar, porque llegaba una de mis propuestas más esperadas, Ethel Cain. La norteamericana ha lanzado algunos de mis discos favoritos de los últimos años, y en este concierto, centró todo su repertorio en el último, el Preachers Daughter. Melodías tristes, armonías preciosas, una voz increíble, y letras sobre el autoconocimiento, el amor, el quererse, curarse y regenerarse. Era la artista en su justo momento. Y fue increíble poder presenciarlo.

La tarde se alargó por cuestiones extra musicales, así que no pude ver a Denzel Curry, que estaba en mi guía, pero si que pude deleitarme con el gran show de Rina Sawayama en el Orange, un huracán pop de una de las futuras estrellas de la música. Solo pude disfrutar del final, pero que final, empalmando Beg for You, This Hell, o XS.

De ahí pasamos al primer cabeza de cartel de la noche, el norteamericano Lil Nas X. No sabíamos que ofrecería, pero había curiosidad, y sinceramente, me sorprendió gratamente. Sus temas en directo, que contaban con mucho de performance y mucho de grabado, no son un gran entretenimiento a nivel musical, pero si que lo son a nivel de diversión, a nivel de disfrutar con el público danés, que disfruta especialmente de este tipo de artistas, y Call Me By Your Name, Thats What I Want, o Industry Baby son temas generacionales que tiene sentido que hayan sonado en este Roskilde tan político y global.

De ahí nos fuimos corriendo a un Arena a reventar para ver a Central Cee. El rapero británico no para de subir como la espuma, y dio un concierto lleno de momentos que deleitaron a los allí congregados. Personalmente no me cautivó, aunque su interpretación en directo de Let Go fue emocionante.

Tocaba para cerrar la noche irnos al otro cabeza de cartel Burna Boy. El africano llevo sobre el escenario un arsenal de músicos, coristas y bailarines, para hacer bailar a todo Roskilde, pero la impresión que me dio, y puede que estuviera aumentado porque empezó a llover, es que la propuesta no acabó de conectar del todo con el público mas masivo de Roskilde, y que posiblemente, tanto él como Lil Nas aun no estaban para encabezar este festival.

Y cerramos con mi gran nombre del festival, Yung Lean. El sueco empezó a tirar tracks sin pudor, sin miedo, gritando a toda una generación sus Miami Ultras, Smirnoff Ice, Bliss y Agony. Un maravilloso cierre en el Arena de un artista que merecía de una vez pisar Roskilde y en un gran escenario.

Viernes

Debido a que había perdido mi móvil y me encontraba un poco mal de salud por la lluvia de Burna Boy, el viernes vi menos conciertos de los que me habría gustado. Empecé con la propuesta brasileña en el Gloria de Luedji Luna, en un concierto, de nuevo muy intimo y especial debido a las condiciones del propio escenario, pero un poco vacío para alguien que no está muy familiarizado ni es especial fan de este tipo de música brasileña. La tarde se alargó hacia algo con lo que sí estoy familiarizado, que es el sonido de Crystal Castles. Alice Glass, la que fue la anterior cantante del extinto grupo, saltó al escenario a gritarnos su último disco a la cara, a escupir su rabia adolescente, y toda su ansiedad escondida. Pudimos escuchar incluso algún tema de Crystal Castles, como Alice Practice, en un concierto ideal para descargar adrenalina y que fascinó a los que fuimos fans de la formación hace cerca de una década.

Después tocaba elegir, Blur, o Rosalía. Como ya había visto a Blur en La Riviera gracias al Primavera Sound, decidí dejarme caer por Rosalía. La catalana dio un maravilloso concierto como ya lo hizo en 2019, aunque ahora con su renovado estilo Motomami. Tocó gran parte de ese disco, Malamente, sus temas con Rauw Alejando, y un precioso cover de Héroe, de Enrique Iglesias. Los daneses, a su manera, intentaron corear algunas de las letras, sin mucha suerte.

Para acabar el día, fui al Orange, donde el rapero D1MA,- que aparentemente es sensación en Dinamarca-, estaba reventándolo. Menudo sonido mas etéreo, puro cloud rap con mezclas de trap. No se que pasa con la industria danesa, pero la cantidad de artistas (con calidad) que están sacando dentro de la música urbana, es absolutamente increíble. Este posiblemente fue mi rapero danés favorito, y una forma fantástica de acabar el día.

Sábado

Toca ultimo día, ya empieza a llegar el Roskilde Blues, y para colmo, llueve. Pero había que escuchar a una de las voces femeninas del momento, Caroline Polachek. La norteamericana presentó su ultimo trabajo y fue absolutamente perfecto, uno de los mejores conciertos de solista femenina que pude ver en este festival. Tras el concierto, fui a buscar a mis camaradas de campamento para ver el gran concierto de la edición para muchos de los daneses, Tobias Rahim. Tras petar el Orange el año pasado, este año tenía la misión de llenar el Orange, y así fue. Concierto precioso, con muchísimo sentimiento y emoción, con un público entregado, y que solo le faltó el sol para ser perfecto.

Tras esto, nos dejamos caer por Apollo para ver la electrónica africana de TXC, que no estuvo mal pero tampoco fue algo remarcable, aunque en el fondo, solo estaba haciendo tiempo para ver -de nuevo – a Loyle Carner. Ya me maravilló en Primavera, pero aquí fue sencillamente espectacular. Fue sin duda mi rapero favorito de todo el festival, un tipo que derrocha Flow, con música en directo, letras comprometidas, una capacidad para rimar impresionante, y una conexión con el público que ni él mismo era capaz de entender. “Es el mejor concierto que he dado en mi vida, nos dijo emocionado”.

A partir de ahí, me fui a ver un rato de la decepcionante Lizzo. En 2019 dio un concierto increíble en el Apollo, pero en 2023 no es mas que una diva norteamericana pre-fabricada, llena de clichés y carente de autenticidad. Mucho mejor Perturbator, que crearon una realidad paralela de tralla, humo, neones y oscuridad. Puede que de todo Roskilde 2023, fuera el mejor concierto que pude ver, y vino casi al final. El ambiente entre el público, que bailaba locamente, pogueaba sin miedo y todos parecíamos ser amigos de todo, ayudó y mucho.

Ya acabando la noche, quedaba la sorpresa danesa de Kind Mod Kind, una propuesta popero electrónica que fue increíblemente divertida y de los mayores descubrimientos que me llevo este año de este festival, que fue la previa perfecta para el precioso cierre de electrónica eterea, fantasmal y robótico de los enigmáticos ‘’][‘’\/\/[[O]] SSS}}{{EE\\_\\_.

Que gran manera de terminar, el mejor Roskilde que he podido vivir. No por la música, ya que los cabezas y gran parte de lo presentando en el mítico escenario Orange me pareció flojo, sino por las personas, el ambiente, y todo lo que ha ocurrido durante esos maravillosos conciertos, en esas locas fiestas de camping, y esos maravillosos desconocidos que he sentido como familia.