Seguimos con nuestro revisionado de Friends y entramos en la segunda temporada. Rachel y Ross por fin inician su relación, Monica hace lo propio con Richard, tenemos el especial de la Superbowl y nuevas dosis de la impactante moral de una serie que, por alguna razón, invita al maratón frenopático.
Friends inició su andadura con excelentes números de audiencia y una primera temporada lejos de la excelencia pero que dejaba un clavo hundido en el mando a distancia del espectador: era extremadamente fácil ver episodios de esta serie. A fin de cuentas esa es la misión, o la razón, de una sitcom. Esto es: 20 minutos de carcajadas, tramas sencillas y personajes cuyo tiempo de diálogo sin alguna broma es excepcionalmente limitado. En Friends, como en cualquier serie que aterriza en casi toda lista de lo mejor de la historia, nació un concepto que marcaba las diferencias: los seis personajes eran inusitadamente exitosos. Por igual. No importa quien prefiera cada uno (aunque es Ross… No, es broma) (o no) sino que todos ellos son capaces de ofrecer cuantiosas dosis de humor y, para remate, cada uno con su particular humor trazado al parecer a través del propio intérprete.
No es de extrañar pues que los productores y guionistas de Friends apostaran, de cara a la segunda temporada (que imaginamos andaba ya en un vendaval de cifras millonarias de audiencia) por ahondar en la vida de los personajes sin rehuir, por suerte, del humor y los gags que cobraban especial relevancia gracias a ese mencionado casting. La columna vertebral de este segundo año fue, por supuesto, el inevitable romance entre Rachel y Ross. Relación de cuyos tiempos debieron ralentizar desde arriba pues pese a ser inevitable las posibilidades previas se antojaban irresistibles sin demorar demasiado el desenlace (es una sitcom así que al público hay que darle lo que pide y no jugar con él).
El primer tercio de la temporada juega, no obstante, con un extraño fenómeno que obedece a un obstáculo en el camino: sabemos que Ross anda perdidamente colado de Rachel desde adolescente pero ¿y Rachel? La solución, vista ya en el último episodio de la primera temporada, y refrendado en los primeros de la segunda, es que Rachel sienta interés, y súbitos celos de la nueva pareja de Ross, Julie, únicamente porque se ha enterado de lo que Ross siente por ella. Movimiento torpe pero necesario para llevarnos a uno de los primeros puntuales de la temporada: cuando Ross se entera y la posterior lista.
Dicha lista, una de tantas muestras de la famosa toxicidad (en su revisión adentrada en el siglo XXI, claro) de Ross Geller (David Schwimmer), permite al equipo creativo seguir retrasando la relación pero, su vez, avanzar en ella. Una fase intermedia (en la que destacamos aquel Russ con ambos clones alargando sus frases al infinito) que culminará en el famoso episodio de vídeo de la promoción y la escena del beso. Una muestra de cuando Friends, y cualquier serie, se deja llevar por las emociones más que por lo elaborado: esa Rachel (Jennifer Aniston), que de repente se da cuenta, andando decidida hacia Ross para clavarle un beso y sellar el inicio de la única relación estable que van a tener durante las 10 temporadas.
Monica (Courteney Cox), probablemente el personaje más obsesionado con encontrar una pareja en una serie que ya aboga por ello cual culto vital, inicia una relación con Richard (Tom Selleck), una decisión que aplaudimos precisamente debido a esa pátina moral eclesiástica de la serie: algo plausible, como es una relación con una diferencia importante de edad, que desgraciadamente tampoco redunda en un juego interesante con el resto del grupo (en la primera temporada hubo más cachondeo cuando Monica sale en un episodio con uno de, en teoría, 21 años que ahora cuando sale con uno de unos 50).
El resto del grupo reciben también su dosis de introspección en su personaje con mayor o peor fortuna: la trama de Chandler (Matthew Perry) viéndose a si mismo como el viejo Heckles no cuaja con el tono de la serie; el fichaje de Joey (Matt LeBlanc) por una serie de TV y su marcha a un apartamento más caro ofrece grandes cuotas cómicas con el tono ligero que se requiere (especialmente el nuevo compañero de piso de Chandler: Eddie); finalmente Phoebe (Lisa Kudrow), nuevamente, logra las mayores cotas emotivas con su marido no gay y sobre todo la búsqueda de su padre. Algo en apariencia simple como es el hecho de no poder salir de su taxi por miedo a toparse con la realidad se nos retorna en forma de la génesis de la serie: Chandler y Joey, aún dormidos, están ahí con ella, decida lo que decida.
En cuanto a episodios, además de los inevitables puntales de la relación de Rachel y Ross (en el que destaca la primera aparición de los flashbacks con la Monica obesa y Ross con bigote), y uno desternillante con las dos fiestas, destacamos el doble especial de la Superbowl. Podríamos argumentar, y así parece que lo hizo la crítica, que el exceso de estrellas invitadas y la obvia búsqueda del gag (se trata de un doble especial que buscaba audiencia millonaria y la obtuvo: fue el episodio más visto de la serie con 52.9 millones) diluye la propuesta intrínseca de la serie pero… Pero es que, Marcel aparte (¿por qué?), tenemos a una desbocada Brooke Shields, aparecen Chris Isaak y Jean Claude Van Damme y una Julia Roberts de cuando su sola presencia en pantalla lo eclipsaba todo.
En lo negativo tenemos, claro, esa pátina moral de Friends que anida en los trasuntos sociales de buena parte de los personajes. Un Ross guionizando el resto de la vida de Rachel (nombres de bebes inclusive), el feminismo en sus cuotas más obvias tratado como una fase nerd del trío de mujeres, o la importancia de con cuantos hombres se han acostado Rachel y Mónica. La cuestión, huelga decirlo, no es si esto forma parte del extremo aceptado que es cada personaje de una sitcom, sino que la serie como narrador, lo transmite como valor con el que está de acuerdo. Pero hablamos de una serie que entiende por romántico inundar un apartamento de velas. De velas. Da miedo a veces. Pero, ah, el despiporre humorístico resuena más atronador que cualquier agenda moral.
Mejores episodios: The One After the Superbowl, The One With the Prom Video & The One With the Two Parties
Peor episodio: The One Where Old Yeller Dies
Mejor personaje femenino: Rachel
Mejor personaje masculino: Ross