Esto no se detiene: seguimos devorando Friends. La quinta temporada parece una de las favoritas en los rankings y supone, sin duda, un punto de inflexión con la nueva pareja Monica-Chandler y todo lo que ello conlleva (incluidas algunas pérdidas importantes…).
Cuando Friends llegó a su quinta temporada, en 1998-1999, la popularidad de la serie seguía no sólo a niveles millonarios en Estados Unidos (donde fue un éxito desde sus inicios), sino a nivel mundial. Sus seis protagonistas probaron varias veces en el cine (hablamos justo de los albores de la entrada de la HBO y por tanto de la Golden Age de la televisión por lo que pese al éxito televisivo de Friends el gran objetivo seguía siendo el cine) al tiempo que la serie entraba en una nueva etapa a nivel de trama debido al nacimiento de la relación entre Monica y Chandler. Este giro, probablemente el más logrado y famoso de la serie, en el penúltimo episodio de la cuarta temporada, iba a dinamitar buena parte de los fundamentos de los cuatro primeros años de la serie y a marcar la segunda mitad de la misma. Centrándonos en el quinto año de Friends podríamos afirmar que este es, atendiendo a dicha relación, el punto intermedio o de transición.
Porque ocurra lo que ocurra en un año como este el simple hecho de que Monica y Chandler, episodio tras episodio, apuntalen su relación conlleva varios efectos secundarios inmediatos: de entrada la pérdida efectiva de Chandler (Mathew Perry) como perdedor en el ámbito romántico e incluso en el personal (maravillas de la TV: tiene el mejor trabajo o cuanto menos el mejor pagado y en el fandom casi nadie duda que era de los más atractivos…) en cuando se ve saliendo con alguien como Monica Geller (Courteney Cox). Con ello se reducen notablemente las posibilidades, que tanta gloria dieron a los espectadores, de aventuras sociales, románticas y de todo tipo con Joey (Matt LeBlanc). En el caso de Monica la pérdida es ostensiblemente peor: su personaje buscaba, ansioso y casi fanáticamente, una situación así (por lo que de algún modo el personaje llega a su cenit) y nunca tuvo esa dinámica con Rachel (Jennifer Aniston).
Los productores, sin embargo, se tomaron su tiempo ante este -fantástico, hay que reconocerlo- giro introducido en la trama londinense. Por eso la quina temporada dedica una buena porción a jugar con las posibilidades cómicas de una relación secreta entre vecinos con todo ese sinfín de enredos de cachondeo asegurado. El siguiente paso, de los más logrados y recordados de toda la serie, es como cada uno del grupo va descubriendo la verdad: Joey, Rachel, Phoebe (sublime) hasta Ross con un pletórico David Schwimmer. Finalmente, en el último tercio de la temporada Monica y Chandler se establecen como pareja oficial y muchas escenas empiezan con Chandler sentado en la mesa de Monica pasando el rato. La prueba, costumbrista, del mencionado cambio en el personaje de Chandler.
La relación, sin duda, funciona: dentro y fuera de la pantalla. Como pareja de ficción es un win-win de manual y muestra una de las tentativas que sugería la serie, es decir, las posibles parejas dentro del grupo (no sé si es momento de recordar que Joey sueña con Monica y que la elige a ella, por encima de Rachel, en el test de preguntas rápidas de Phoebe) así como un sentido de idoneidad de uno con el otro. Ambos personajes se necesitaban. Por otra parte Courteney Cox y Mathew Perry muestran una química completa casi desde que Monica aparece bajo las sábanas de Chandler en Londres.
¿Sólo con esta brillante ejecución de la nueva pareja en Friends se sustenta la quinta temporada? Casi. Y, atención, casi que sólo con ello le basta para alzarse como una de las mejores de sus diez años de vida pero hay más. Ross inicia el año inusitadamente apagado (parece otro) (y con una pelambrera casi insultante) tras el divorcio con Emily. Parece ser que Helen Baxendale no quería seguir en la serie debido a su reciente maternidad por lo que la salida del personaje es un tanto atípica. De rebote la relación, inacabable, Rachel-Ross, revive empezando por Rachel confesando que sigue enamorada de él y rematando con la incomodidad de Ross teniendo que sacrificar su amistad con ella para contentar a Emily. Bueno, no, mentimos: el remate es el momento en el que Ross cree que Rachel (una delgadisima Jennifer Aniston) está bailando desnuda para él y aparece en el apartamento preparado para una -sola- noche de sexo. Genial.
Joey es el personaje más perjudicado por el nuevo estado emocional de Chandler y el resultado son tramas algo flojas aunque, huelga decirlo, casi todas se resuelven positivamente merced al componente cómico. Phoebe (Lisa Kudrow), que en esta quinta temporada de Friends vive su primera relación más o menos estable, vuelve a aportar el momento de mayor resonancia emocional de la temporada y tal vez de toda la serie: cuando conoce, al fin, su padre (nada menos que Bob Balaban) en un momento de lágrima en el sofá del Central Perk.
En los aspectos negativos de una temporada que globalmente navega por esa velocidad de crucero establecida ya desde el segundo año tenemos, lamentablemente, un flojo final de temporada en Las Vegas (la temporada termina con Joey buscando a su doble de manos…) que, por lo menos, aporta otro giro del que vivirá buena parte de la sexta temporada. Y, por favor, pedimos ayuda: ¿de dónde, porque motivo, que sentido hay tras ese fetichismo de Monica (y por ende de alguien del equipo creativo) con las velas? En una escena están colocadas hasta en los bordes de la bañera. No lo hagan en sus casas…
Mejores episodios: The One After Ross Says Rachel, The One with Ross’s Sandwich, The One Where Everybody Finds Out.
Peor episodio: The One with the Yeti.
Mejor personaje femenino: Monica
Mejor personaje masculino: Ross